miércoles, 27 de enero de 2021

VIRUS, CIENCIA Y POLITICA

 La Filosofía moral ha producido infinidad de textos de mucha hondura, la biblia constituye un ejemplo elocuente de ello. La política es lo concreto, la filosofía moral es el fundamento esencial. El hombre siempre se mueve entre el bien y el mal, dilucidar sobre esta materia ha sido tarea de los filósofos.

Lo Primero diferenciar la ética de la moral, cuales son los ejes que la articulan. La distinción entre la ética y la moral es de suma importancia. En el fondo siempre dilucidamos  lo que es bueno, y lo correcto. Esto quiere decir que hay acciones éticas, pero no morales o a la inversa. “Si bien desde sus inicios el pensamiento filosófico se ha preocupado por reflexionar sobre las formas de la conducta humana, su esencia, su deber ser, sus bases o principios, es innegable que el pensar moral no ha quedado fuera de las vicisitudes propias de la historia en que se gesta”.  Aristóteles trabajó con absoluta ponderación y sindéresis este tema. Aristóteles trató los temas de la moral, del bien y del mal.  Sócrates fue un ejemplo de esta diatriba, acepto una decisión que no compartía, se quitó la vida y dejo de alguna manera su posición con elocuencia, tenía una diferencia con la ciudad estado que está bellamente plasmada en los diálogos platónicos.

En el marco de la racionalidad jurídica hay una relación entra la ley ética que excluye la moral. Toda norma tiene un fundamento ético, muchas veces excluye la moral como sustrato, es un fenómeno social. Establecer que está bien y que está mal. Las leyes las hacemos los humanos, siempre tienen un fundamento moral y ético, al final la pregunta qué es ética y qué es moral. La ley constituye un conjunto de principios y normas concretos de los cuales se derivan todas las reglas prácticas del hombre, que manda o prohíbe hacer algo. Una vez plasmado en la ley un mandato, está debe cumplirse no en razón del principio morales o éticos en que se sustenta, sino por el dogmatismo jurídico que establece la relación entre el ciudadano y la ley, la gobernanza como dice Foucault. Fernando Savater, escritor y filósofo español, define la ética como: “el arte de vivir”, “el saber vivir”. Por lo tanto, agrega: “El arte de discernir lo que nos conviene y lo que no nos conviene. La ética está relacionada con el estudio fundamentado de los valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad.

La política es el eje entre gobernantes y gobernados. Esto leí en la red y puede resultar cierto: “Si la política no considera la dimensión ética, es muy fácil caer en el descrédito, en la pérdida de confianza, lo que lleva finalmente a entramparse en una crisis”. “Mientas lo legal es todo aquello que deriva de la legislación vigente en un país, y que regula lo que se nos permite o prohíbe hacer como ciudadanos en función de la justicia y para el bien de la sociedad como un todo, la ética es una disciplina filosófica que nos habla del bien y del mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento de los seres humano”[1].

Con el COVI, un virus letal, llevamos un año lidiando con él, en pleno siglo XXI, tiene a la humanidad tratando de entender que pasa, elucidar cómo es nuestra relación con la naturaleza es de suma importancia. Cuáles son las responsabilidades morales y éticas en esta articulación. Este VIRUS es producto de la manipulación de la naturaleza por el hombre. En pleno siglo XXI no hemos medido estas responsabilidades. Somos partes del medio no dueños, la naturaleza parece entenderlo mejor que nosotros. Los indígenas lo entendieron muy bien desde tiempos ancestrales. Apenas estamos legislando sobre el tema. Nuestras decisiones en todo caso desbordan la propia naturaleza. La manipulación genética desde la perspectiva ética y moral que sustrato tienen. O no lo tienen, la aventura de comportarnos como Dioses trae consecuencias, el tema no es religioso. La ciencia, tiene responsabilidades morales y éticas en todo caso.

Es un tema de locos. La humanidad le asignó al consumo voraz el eterno elixir de la felicidad. Somos una sociedad consumista y por lo tanto depredadora de la naturaleza. En esta relación el COVI es una consecuencia de nuestra irresponsabilidad. Meditar sobre estas articulaciones de locos resulta necesario. Gracias al aislamiento, salir es peligroso, podemos meditar tranquilamente sobre el tema.






martes, 5 de enero de 2021

BORGES EL MAESTRO

 


La grandeza de Borges ha sido un bálsamo en el aislamiento por efecto del virus del COVI. He comenzado con juicio la relectura de su obra a partir de la edición de los estudios críticos en la edición de EMECE.

Empezaré con su vida, el itinerario de un lector agudo. Borges es un pensador entrañable, excepcional, pura literatura. Cada minuto en el mundo alguien está leyendo algún texto suyo. Este argentino, lector por antonomasia, produjo una obra que asombró al mundo. Por su belleza, lucidez e innovadora en el sentido literal de la palabra. Invirtió los papeles, la lectura se convierte en el motor que le permitió crear su obra, asumió que antes de escritor, era un lector, la magia que le produjo generó un dialogo con toda la literatura universal, escribió desde el asombró que le produjo el contacto con otros textos.

 De un texto de Beatriz Sarlo tomo algunos aspectos biográficos de una importancia para entender su obra: “Nació en 1899, en Buenos Aires, hijo de una familia patricia que tenía, como la anciana dama de uno de los cuentos de El informe de Brodie, algunos próceres menores entre sus antepasados. La biografía de Borges, despoblada de actos espectaculares, es discreta en la exhibición de pasiones privadas. Casi no importa una 'vida' de Borges por fuera de las historias de encuentros con los libros, las leales amistades literarias y algunos viajes que, sobre todo el primero a Europa entre 1914 y 1921, fueron capítulos de una educación estética. Como también sucede con Sarmiento, el mito biográfico se funda en la apropiación de la literatura: el Quijote leído por primera vez en traducción inglesa cuando era un niño; su versión, a los nueve años, de un cuento de Oscar Wilde; su fascinación por Chesterton, Kipling y Stevenson; sus traducciones de Kafka, Faulkner y Virginia Woolf; su amistad juvenil, en España, con el ultraísmo; la familiaridad con la poesía gauchesca y la aversión por las letras de tango; su caprichosa y productiva relación con Evaristo Carriego, poeta modesto que su padre había frecuentado; su devoción por Macedonio Fernández y el gusto por escritores 'raros', marginales y menores; las antologías que preparó con sus amigos Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo; la desconfianza asordinada ante el criollismo de Don Segundo Sombra; el ensueño de las literaturas escandinavas, las Mil y una noches y la Odisea; la traducción aporteñada de las últimsa páginas del Ulises; su veneración por la Cábala y por la Divina Comedia”.

La grandeza de Borges radica en la capacidad de mezclar los géneros (Los ensayos se convierten en cuentos y a la inversa) son textos cortos, ensayos, sobre el tiempo, la inmortalidad, la cábala que terminan convertidos en cuentos que le sirven de pretexto para crear una ficción excepcional, con una prosa alejada de barroquismos. Esta afirmación sobre su obra lo explica mejor: “allí están los temas filosóficos, allí está su relación tensa pero permanente con la literatura inglesa, su sistema de citas, su erudición extraída de las minucias de las enciclopedias, su trabajo de escritor sobre el cuerpo de la literatura europea y sobre las versiones que esta literatura construyó como 'Oriente'; allí están sus símbolos, los espejos, los laberintos, los dobles; allí está su afición a las mitologías nórdicas y a la Cábala. Pero se perdería, si la lectura se fija dentro de estos límites, la tensión que recorre la obra de Borges, cuando la dimensión rioplatense aparece inesperadamente para desalojar a la literatura occidental de una centralidad segura. La literatura de Borges es una literatura de conflicto. “En el segundo ensayo, «El lector como escritor’>, Rodríguez Monegal va a ofrecernos el punto central de su lectura de Borges, una «lectura poética». El punto de partida será «Pierre Menard, autor del Quijote». Aquí está el texto central para la fundamentación de su teoría, ya previsto por Borges en una conferencia de 1927, «La función literaria», recogida más tarde en El idioma de los argentinos: «en vez de una poética de la obra literaria, la poética de su lectura (...). “Pierre Menard, autor del Quijote” posee un arte de la lectura» (página 45).

La lectura es tan importante como la escritura: Para Borges, concluye el crítico (Rodríguez Monegal), leer es una actividad tan intelectual como escribir; el lector participa de la creación misma en un diálogo continuado con un texto. Esta idea es desarrollada en los relatos «La biblioteca de Babel», «El jardín de los senderos que se bifurcan» y «La escritura de Dios»[1]. Afirmo con absoluta convicción: “«Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído».

Es imposible acceder a todos los libros, el universo de los mismos supera nuestra capacidad y tiempo. Borges, lleno de referencias es una buena guía para acceder a autores y libros excelentes. 

CESAR HERNANDO BUSTAMANTE HUERTAS