viernes, 28 de junio de 2019

VOLVER A LEERLO


Segundas lecturas siempre son frescas, lo demuestra esta excelente columna, que espero sea del gusto de mis lectores, fue publicada por “El país” de España. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE

No hay nada igualable a la felicidad de ver cómo un cuento que nos pareció fascinante, nos sorprende de nuevo en su relectura.


ENRIQUE VILA-MATAS
24 JUN 2019 - 17:00    COT

En extrañas circunstancias perdí Tema libre, de Alejandro Zambra, por lo que, al llegar a Madrid, a la Feria, tuve que hacerme con otro ejemplar del libro en la caseta de Méndez. Por la noche, en el hotel, revisando lo que días antes ya había leído con atención en aquellas páginas, me detuve de nuevo en el párrafo en el que Zambra dice que un profesor nunca debiera darles a sus estudiantes libros que entendiera del todo y que más bien sería mejor que sintiera la necesidad de compartir con ellos los libros que, pareciéndole fascinantes, no acabara de comprender. Y añadía: “Esto es clave, pienso yo: lo que nos importa de un libro está asociado a la sensación de que hay algo que no entendemos del todo. La felicidad de la lectura está asociada a la posibilidad de la relectura”.

He ejercido de profesor en contadas ocasiones, diría que unas 10, máximo. Y en una de ellas, la que más recuerdo, pedí a los alumnos de Bellaterra, en junio del 2000 –estaba una jovencísima Llucia Ramis entre las alumnas– que me ayudaran a entender El gato bajo la lluvia, que era, les dije, un cuento de Hemingway que me fascinaba, aunque no acababa de entenderlo del todo y aún menos que a García Márquez le pareciera el mejor del mundo.

Fue todo un espectáculo escuchar las interpretaciones de la elíptica trama que dieron los alumnos. Y, años después, Juan Marsé, informado misteriosamente por alguien de lo sucedido en aquella aula, escribió un breve texto, ¿Dónde está el gato?, donde decía que ya no podríamos conocer las razones de Gabo para considerar aquel relato el mejor del mundo, pero que siempre podíamos quedarnos con esta imagen que habitaba el cuento: “Una mujer joven, apasionada y caprichosa, profundamente aburrida en un hotel extranjero, un día lluvioso, mirando por la ventana. El despistado marido leyendo en la cama, pasivo e indiferente, totalmente ajeno al deseo arrebatado que lleva a su mujer a rescatar al gato callejero bajo la lluvia… Quiero un gato. Quiero un gato. Ahora mismo”.

Me sorprendió, el otro día en la Feria, lo que me contó un joven lector: hace unos cuantos años, su profesora de literatura les pidió que la ayudaran a comprender El gato bajo la lluvia, un relato que a ella, aun no captándolo del todo, le había encantado. Me sorprendió esto y, en contacto yo todavía con lo que Zambra decía en Tema libre, no pude más que aplaudir en silencio la iniciativa de aquella desconocida profesora, a la que estoy ahora, ahora mismo, imaginando en una calle cualquiera, con un paraguas bajo la lluvia, buscando al gato errante en la intemperie, feliz ella al recordar que un día sugirió a sus alumnos que la lectura siempre estuvo asociada a la posibilidad de la relectura. Y es que quizás no haya nada igualable a ese tipo de felicidad, nada parecido a saber, por ejemplo, que ese cuento de Hemingway, o simplemente aquello que en su día leímos y que tan raro y fascinante nos pareció y que, para colmo, en la siguiente lectura volvió a sorprendernos y a golpearnos, está ahí, sigue ahí y es increíble, pero podemos volver a leerlo.

jueves, 13 de junio de 2019

LA ACTRIZ MIRA SORVINO HACE PÚBLICO QUE FUE VIOLADA



Los movimientos feministas constituyen una mirada renovada a la igualdad y de hecho, en la última década han luchado abiertamente  contra el maltrato, que por mucho tiempo pasó de agache. Las mujeres, que guardaron silencio, ahora hablan, pese al dolor que produce recordar situaciones oprobiosas, salieron a contar cosas que nos sorprenden y que en alguna época fueron el pan de cada día sin que pasara nada. Este caso es emblemático y lo traigo al blog, por los efectos que trae. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE
Redacción del periódico “El país” de España
La intérprete, que sufrió el acoso de Harvey Weinstein, relata que la violaron durante una cita, y pide que se cambien los plazos de prescripción de estos delitos.

La actriz Mira Sorvino, una de las caras visibles del movimiento MeToo y víctima del acoso de Harvey Weinstein, ha hecho público que sufrió una violación. La ganadora de un Oscar, que vio cómo su prometedora carrera se resentía tras rechazar al todopoderoso productor, ha contado por primera vez que fue violada durante una cita, en un intento de que su confesión contribuya a cambiar los plazos de prescripción para los delitos sexuales en el Estado de Nueva York.
"El MeToo ha sido maravilloso, pero también ha sido muy traumático para mí a nivel personal porque he tenido que revisitar mi pasado y mis demonios de una forma que no había explorado realmente", ha relatado en una conferencia de prensa este miércoles acompañada por el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. "No había resuelto realmente los traumas del pasado. No había buscado realmente la ayuda que necesitaba. Así que este último año y medio ha sido un periodo muy interesante y duro para mí".

"No solo fui víctima de acoso sexual y agresión a manos de Weinstein (...) sino que también soy una víctima de abuso sexual y superviviente de una violación durante una cita", ha admitido la actriz, con la voz entrecortada en varios momentos por la emoción. "No quiero entrar en detalles, pero nunca había dicho esta última parte en público porque a veces es imposible compartir estas cosas, y lo estoy haciendo aquí para intentar ayudar porque todas estas supervivientes que hay ahí afuera ahora necesitan justicia, necesitan sentir que pueden tomarse el tiempo que precisen para salir del trauma, de la vergüenza", ha continuado.

"Os puedo decir que en situaciones de violación en segundo grado, como fue la mía, sientes vergüenza", ha asegurado Sorvino. En Nueva York se califica penalmente como violación en segundo grado la que se produce cuando la víctima no puede prestar su consentimiento por su edad, su capacidad mental o por encontrarse en estado de embriaguez. "Sientes que, de alguna manera, fue culpa tuya, que deberías haber sido más lista. Que deberías haberte protegido mejor. Que no deberías haberte tomado esa bebida. Quién sabe lo que había en ella, pero de alguna forma tú te metiste sola en esa situación".

Con este testimonio, la actriz se suma a las peticiones para cambiar el plazo de prescripción en la ley estatal, actualmente de cinco años, y facilitar así que las víctimas puedan denunciar. Y ha pedido a los legisladores que hagan justicia, "porque la mayoría de violadores volverán a violar". Según la actriz, el plazo de prescripción en Nueva York es "de los más cortos del país", lo que en un Estado "liberal y progresista" es una vergüenza. "Estáis acortando el tiempo durante el cual una persona podría tener la valentía de dar el paso y nombrar a su atacante, e intentar conseguir justicia", ha dicho. "Es de extrema importancia para todas las víctimas pasadas, para las supervivientes presentes y para las posibles víctimas futuras. Vamos a prevenirlo, vamos a parar el protocolo de intervención y empezar a cambiar el entorno y decir que el tiempo de los abusos sexuales, de las agresiones sexuales, del acoso y de la violación se ha acabado", ha concluido.

En 2017, el director de cine Peter Jackson reveló en una entrevista que, en 1998, Weinstein le presionó para que no contratara a Mira Sorvino y a Ashley Judd para su proyecto de El Señor de los anillos. Judd y Sorvino, dos de las decenas de actrices que acusaron al productor de abusos sexuales, estaban en el listado que Jackson presentó a los hermanos Harvey y Bob Weinstein cuando la compañía de este, Miramax, iba a producir las películas. "Recuerdo que Miramax nos dijo que era una pesadilla trabajar con ellas y que debíamos evitarlas a todo costa", aseguró Jackson. "Ahora sospecho que nos dieron información falsa sobre estas dos talentosas mujeres y, como resultado directo, sus nombres fueron eliminados de nuestra lista de casting", lamenta el realizador.

Tras conocer estas declaraciones, Sorvino dijo sobre el parón en su carrera: “Pudo haber otros factores, pero sin duda sentí que me aislaban y que mi rechazo a Harvey tenía algo que ver con eso”, dijo, hablando de su propia carrera. El acoso se produjo en 1995, en el pico de su popularidad, cuando acababa de rodar Poderosa Afrodita de la mano de Weinstein y de Woody Allen, y por la que ganaría un Oscar como Mejor actriz de reparto.