domingo, 7 de julio de 2019

MÉXICO SE ESCRIBE CON 'M' DE MARGO GLANTZ

La literatura femenina tiene hoy reconocimientos que antes le fueron negados por razones que no cabe enumerar ahora, de hecho, hay una reverberación por estos tiempos que se traduce en muchas publicaciones y re-ediciones, no solo de las nuevas escritoras, sino de aquellas que hace años tienen un trabajo importante y serio como Margo Glantz. Son muchos los trabajos serios publicados alrededor de las escritoras de mitad del siglo pasado que traeremos a este blog. Este artículo publicado por el periódico “El tiempo” de Bogotá Colombia, de la mano de un gran escritor, solo espero que mis lectores lo disfruten, está descontada su calidad. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE


Charla con la ensayista e intelectual de 89 años, una de las más reputadas de la región.

Por: Juan Camilo Rincón*  05 de julio 2019 , 10:30 p.m.

En el salón de un hotel capitalino me encontré con Margo Glantz, de 89 años. Esperaba que esta destacada escritora, académica y crítica mexicana me llevara a un recorrido por su relación con los escritores de hace algunas décadas, pero, en cambio, me condujo por otros caminos, cuando de su boca empezaron a salir profusamente nombres de autores latinoamericanos contemporáneos.

Me habló con propiedad de libros publicados hace un año o seis meses por autores colombianos como Giuseppe Caputo, Juan Cárdenas (“Me interesa mucho lo que escribe y me parece novedoso”), Juan Gabriel Vásquez y Carolina Sanín (“Me gusta ella misma como persona, siempre con un tono contestatario. Su último libro me parece muy interesante”). Son ellos algunos de quienes la maravillan de la actual movida literaria.

Cruzando la frontera nacional, hizo, además, un recorrido por aquellas voces latinoamericanas que le parecen fascinantes: Mónica Ojeda, de Ecuador; Samantha Schweblin, de Argentina; Liliana Colanzi, de Bolivia. “Hay que ver la cantidad de mujeres jóvenes que están escribiendo y están teniendo un gran éxito. ¡Y cada vez hay más! En México hay una generación muy brillante; por ejemplo, Verónica Gerber, Valeria Luiselli; una chica muy interesante que se llama Jazmina Barrera. En fin, hay una gran producción femenina que es cada vez mejor acogida y más leída. En general, la literatura latinoamericana es tan extensa, hay tanta y tan maravillosa que ya no me da el tiempo para vivirla y leerla. Estoy muy fascinada de ver un renacimiento tan espectacular de la literatura latinoamericana y, justamente, el hecho de que cada vez más mujeres tan interesantes están publicando en nuestra región”.
¿Por qué es tan importante lo que afirma Glantz? La respuesta es sencilla: es una de las voces predominantes de la academia mexicana en los últimos 40 o 50 años. Profesora emérita de la Unam (Universidad Nacional Autónoma de México) y del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) de su país. Es, además, docente visitante en templos educativos estadounidenses como Yale, Berkeley, Harvard y Princeton, entre muchas otras, y ganadora de numerosos premios y reconocimientos.
Es inconmensurable su conocimiento sobre la literatura latinoamericana y, en particular, sobre la mexicana. Su mirada global abarca estudios sobre los escritos de la época colonial, de los que Sor Juana Inés de la Cruz es el mejor ejemplo, logrando establecer un amplio y sesudo panorama hasta la literatura de hoy.
Paisaje de letras
Me sorprendió gratamente su capacidad de verlo todo como un gran paisaje donde cada detalle es esencial para hacer una pintura completa de las letras mexicanas.
Es como si Glantz (Ciudad de México, 1930) viviera sin tiempo, en todos los tiempos. No se especializa en un asunto en particular y es, entonces, un gran mar de conocimiento sobre todos los temas. Para ser alguien que comprende y conoce tan bien el pasado, ella tiene muy claro el presente, un presente que hace suyo en cada encuentro, en cada viaje, en cada libro.

El país anfitrión siempre es un tema que surge entre las fisuras. Entonces, menciona algunos de sus muchos referentes sobre las letras colombianas del siglo pasado. Cita con igual facilidad a Rafael Gutiérrez Girardot y a José Eustasio Rivera, sobre cuya obra afirmó tiene la capacidad de plantear el concepto de región, particularmente en su narración de la selva, “zona tórrida por excelencia” y espacio idóneo para representar las dicotomías racional-irracio-nal, barbarie-civilización.

¿Por qué es tan importante lo que afirma Glantz? La respuesta es sencilla: es una de las voces predominantes de la academia mexicana en los últimos 40 o 50 años.
FACEBOOK
TWITTER
Otrora territorio idílico, como lo fue para Andrés Bello, para Glantz la selva es en Rivera aquel lugar de “carácter horrible e infernal, concebida como una especie de divinidad, un mito típicamente latinoamericano”.

Aparecen ahora los nombres de Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez. Nuestro nobel cataquero es referente inevitable sobre el que, considera, todo está dicho.

Cuando recién llegó a México, los círculos intelectuales no le hacían el menor caso; era un actor entre otros hasta que apareció Cien años de soledad. Entonces, “la gente se sorprendió enormemente porque había convivido con García Márquez y no se había dado cuenta de quién era él”.
En cambio, Glantz lo conocía, lo vio siempre en eventos y tertulias, con la prensa “como enloquecida” detrás de él.
Más cercano a sus afectos estaba el autor de Ilona llega con la lluvia. Desafiando las convenciones de leyes y papeles, en su corazón Margo siente que, junto con Monterroso y Cardoza y Aragón –igualmente nacidos en otras tierras–, Mutis es mexicano de la más pura raigambre.
Admiradora de las dos vertientes de la obra del bogotano, poesía y novela, que ha leído y releído incontables veces, sobre el autor de La nieve del almirante, Glantz ha dado clases y realizado estudios rigurosos.

Para la ensayista, Maqroll es el personaje que mejor expresa el concepto universal del mundo fantástico de la aventura, pues su creador “evita caer en el color local, ya sea en los regionalismos del paisaje o en los del lenguaje; también evita dejarse atrapar por un sensiblero compromiso político y social”.
Colombia en el corazón
Al preguntarle qué tiene México que ha permitido la creación de destacadas obras de la literatura colombiana, la autora de El rastro (premio Sor Juana Inés de la Cruz 2004) nos recuerda que aquel fue un país de acogida al que llegaron muchas personas de exilios diferentes, cuyos aportes fueron esenciales en campos como las ciencias, la filosofía, la labor editorial: “Es que era un país de una corriente libertaria, cosmopolita, con una gran cultura. La Revolución mexicana fue importante también porque fue la primera gran revolución del siglo XX, a la que acudieron no solamente mexicanos sino gente de todo el mundo”.

Con más de 35 premios y reconocimientos a cuestas, la académica y ensayista no solo conoció nuestra literatura en su tierra natal, también se ha deleitado con las letras colombianas en el suelo donde muchas de ellas han nacido.

Aunque ha venido tantas veces a nuestro país, le siguen fascinando “la comida, la gente, la amabilidad, el cariño con el que te tratan, la cortesía, las montañas. Es preciosa la vista de las montañas”.
Invitada por su amigo Darío Jaramillo Agudelo, entonces director de la biblioteca Luis Ángel Arango, vino por primera vez en 1981, junto con el escritor mexicano Sergio Pitol, ganador del premio Cervantes; con Marisa Blanco (la directora de Babelia, suplemento cultural del diario español El País), con Manolo Porras y con la ensayista Elena Urrutia.

Durante su estadía, Glantz recuerda que la acompañaron la poeta Piedad Bonnett y la escritora Fanny Buitrago. Entre sus amistades colombianas también cuenta a la crítica, profesora de literatura latinoamericana y novelista Helena Araújo, quien dedicó su vida al estudio de las escritoras hispanoamericanas.

La escritora mexicana rememora, de manera especial, el texto de Araújo titulado ¿Imitadoras de García Márquez?, en el que cuestiona a esas mujeres que tomaron el esquema del cataquero para escribir sus novelas.

Inspirada por ese análisis de su amiga, Glantz escribió en los años noventa Las Gabitas de la literatura latinoamericana, artículo en el que invita a las escritoras a desprenderse del rotundo y avasallador éxito del creador de Macondo, a evitar la imitación de la fórmula garcíamarquiana y, más bien, a buscar otras formas de transgredir la literatura desde lo femenino. Eso es precisamente lo que, según Margo, ocurre hoy con las nuevas escritoras de este lado del continente, cuya ruptura de los modelos precedentes les ha permitido cobrar relevancia en el mundo.
Glantz se describe a sí misma como una sobreviviente, pues de la generación con la que compartió sus creaciones, todos han partido ya. Y con nostalgia de quienes ya no están, afirma: “Extraño a mis contemporáneos: a Sergio Pitol, a Carlos Monsiváis, a Tito Monterroso, a Cardoza y Aragón. Ellos eran escritores extraordinarios que no estaban sujetos ni esclavizados al mercado. Había mucho más interés en la literatura como tal, que ser conocidos y aparecer en listados y ser vendidos… eso lo extraño. Además eran escritores con una gran pasión por la cultura y por la lectura. Puede ser que ahora eso también exista, quizás estoy exagerando, quizás es nostalgia, pero creo que en aquella época teníamos una relación mucho más profunda con la literatura en el sentido de algo que determinaba nuestras vidas, como algo vital”.

Me despido viéndola rodeada de jóvenes, quienes, desconociendo que su obra nació hace más de medio siglo, la sienten poderosamente actual. Margo Glantz es uno de los últimos rastros de esa literatura cuya fuerza arrastró las corrientes y les dio vida y forma, transformando nuestras letras y haciéndolas capaces aún de luchar cuerpo a cuerpo para resignificar una Latinoamérica que no se da por vencida.

JUAN CAMILO RINCÓN*
 ESPECIAL PARA EL TIEMPO
@JuanCamiloRinc2

 Periodista cultural, escritor e investigador. Autor de libros como ‘Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia’ (2014) y ‘Viaje al corazón de Cortázar’ (2015).








No hay comentarios:

Publicar un comentario