Javier Cercas ha escrito varios libros, devalando aspectos históricos de
España, como la guerra civil, el golpe de estado de parte del coronel Tejeros, recién
nacida la republica después de la muerte de Franco, partiendo de la premisa que
la verdad también es una construcción narrativa, los hechos reales también requieren
de la imaginación desbordada del autor para poder ser plasmados en un texto.
Esta obra galardonada (Premio planeta2019) es otro aporte a esa costumbre de
sorprendernos que tiene Cercas. He aquí un buen artículo sobre la mismo
aparecido en la revista “Babelia” del periódico “El país” de España. CESAR
HERNANDO BUSTAMANTE
En la galardonada ‘Terra Alta’, Javier Cercas narra la historia de un
‘mosso d’esquadra’ usando las herramientas de la novela negra. El dominio del
ritmo narrativo queda lastrado por cierta relajación del estilo.
CARLOS PARDO
1 NOV 2019 -
19:37 COT
Javier Cercas
lleva años defendiendo, mal que, pese a algunos, que la “verdad” es una
construcción narrativa, y quizá haya que entender “Terra Alta”, su adscripción
y homenaje a la novela policiaca con vocación popular, como la insistencia
paradójica y algo bromista en su forma de narrar de siempre: una capacidad
imaginativa que se aplica con igual solvencia a los “hechos reales” y los
“hechos ficticios”, pues ambos trabajan para la construcción de una misma
verdad, la literaria. Ahora bien, cabe preguntarse cuánto del estilo de su
autor se potencia y cuánto se encorseta en este coqueteo con las convenciones
del género.
Resumamos la
situación de partida: el asesinato de una pareja catalana de la alta burguesía,
dueña de un emporio en el tranquilo territorio tarraconense de Terra Alta
(tranquilo quiere decir que las guerras van por dentro), pone en marcha una
investigación con la que el joven mosso d’esquadra Melchor, “extranjero” en la
localidad, letraherido y lacónico, no se conforma.
Pronto
sabremos más de Melchor. La novela alterna capítulos dedicados al caso con
otros centrados en el pasado del protagonista: hijo de una prostituta
asesinada, delincuente, presidiario, posteriormente mosso d’esquadra y héroe en
los atentados islamistas de Cambrils en agosto de 2017.
Es evidente
la facilidad con la que se convertiría en producto televisivo: su intriga, los
calculados remansos, su doble final
Terra Alta
combina ambos planos con gran capacidad. Cercas sabe que el lector rápidamente
empezará a “echar de más” cualquier escena retrospectiva, por lo que rompe la
simetría de la alternancia de dos tiempos justo cuando el caso policial parece
estancarse. Y deja que la intriga vaya recargándose. E incluso en los últimos
capítulos retrospectivos de la novela, centrados en el comienzo de la relación
de Melchor con su pareja, Olga, y leídos cuando ya todos sabemos qué pasará con
los personajes, consiguen profundizar en algunas de las líneas de fondo de
Terra Alta, como la construcción de la identidad a través de la literatura.
La
insistencia de Cercas en la vocación lectora de Melchor le permite que el tema
de la venganza, pilar en la construcción del personaje, se sacuda algunos
clichés habituales: el policía que debe vengar la muerte de sus seres queridos
y pone en duda su sentido de la justicia. Cercas entabla un diálogo literario
de más calado sosteniendo durante toda la novela un juego especular con Los
miserables, de Victor Hugo, con las diferentes encarnaciones de Jean Valjean,
pero también con su “archienemigo”, el policía Javert, y su complejo sentido de
la ética. A través de este espejo conocemos la evolución de Melchor, también su
permeabilidad social y cierta ambigüedad del lugar que ocupa en la historia. Pero
sobre todo, analizamos el doble fondo de conceptos como odio, venganza y
justicia. Otro acierto del personaje lo favorece el ambiguo lugar que ocupa,
por edad, con su pareja y entre sus compañeros de comisaría. Cercas elige a un
casi treintañero rodeado de “mayores” que hacen resonar ciertos acordes sutiles
del protagonista: la demanda de un contacto oblicuo, por ejemplo.
Es
interesante recordar, no obstante, que Melchor es un personaje de una pieza, y
que en Terra Alta es la historia la que muestra sus dobleces: los sucesos del 1
de octubre en Cataluña, los atentados islamistas e, incluso, como una nota de
fondo que termina cobrando importancia, la Guerra Civil. Los sucesos históricos
contribuyen a apuntalar la ambivalencia de la narración, nunca con el protagonismo
de otras novelas de Cercas.
Un equilibrio
difícil
Es evidente
la facilidad con la que Terra Alta podría convertirse en un producto
televisivo: su intriga, los calculados remansos, su doble final que quiebra las
expectativas del lector. Pero desde una perspectiva estrictamente novelesca,
también es fácil reconocer la capacidad del autor de Anatomía de un instante
para que el ritmo seco del “atestado” en presente narrativo y la predominancia
del diálogo se carguen de tragedia. Cercas contagia la sensación de necesidad
con que se encadenan los actos. Por eso resultan tan antipáticas las numerosas
acotaciones, presentes con la única función de facilitarle el trabajo a un
lector no demasiado despierto.
Por ejemplo,
las abundantes frases hechas: a un personaje le “propinan” “una paliza de
muerte”, el silencio “pareció petrificarse”, “un silencio ensordecedor”, la
noticia “fue un jarro de agua helada”, unos ojos “se anegan de lágrimas”. O las
puntuales pinceladas descriptivas, algo campanudas: “el reverbero del sol crea
charcos temblorosos de agua ilusoria”, “el firmamento amputado por el contorno
abrupto de las sierras, cuyas laderas ondean como un mar de árboles, trémulo y
verde”, “las persianas entornadas frenaban el embate rabioso de la canícula”, “nubes
algodonosas, de un blanco sucio o de un gris blancuzco, que amenazan lluvia”.
Y es que
Terra Alta mantiene un difícil equilibrio entre el pastiche consciente, la
artesanía estructural, la indagación en algunos conflictos morales marca de la
casa y una incomprensible relajación del estilo.
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