Hace poco escribí en mi blog: “Literatura al día” un artículo sobre por
qué escriben nuestros escritores, una indagación de varias opiniones rescatadas
de muchas entrevistas a escritores importantes. Me encontré después con este
excelente artículo publicado por el diario “El espectador” de Colombia, que
espero mis lectores disfruten. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE
ANTONIO ACEVEDO LINARES
Cultura
23 Jul 2019 - 2:18 PM
Las razones
por las que un hombre o una mujer escriben y que lo convierten en un/a
escritor/a o un/a poeta, son múltiples e insólitas, extravagantes o
irreverentes, contestatarias o tiernas.
Allen Ginsberg
decía que escribía porque le gustaba cantar cuando estaba solo y porque no
tenía ninguna razón, porque no tenía un por qué, y porque era la mejor manera
de expresar todo lo que le viene a la mente en el espacio de un cuarto de hora
o de toda una vida. Umberto Eco dijo que sus hijos habían crecido y ya no sabía
a quién contarle sus historias. Juan Marse escribió que escribía novelas por
puro placer estético, esto es, para sentirse vivo, para crear criaturas
imaginarias, y con la vida que no pudo vivir, conjurar así la nada y el olvido,
como una forma de la felicidad, y que escribía para sobrevivir a su infancia y
salvar de la nada algunas imágenes, algunos sentimientos y emociones de la
infancia. Miguel Otero Silva dijo que escribía porque no pudo ser ni
concertista, ni pintor, ni abogado, ni ingeniero, ni deportista, ni
guerrillero, ni militante del partido comunista, ni orador parlamentario, ni
senador. La naturaleza no lo había dotado para el ejercicio de las anteriores
profesiones y como político sus brillantes discursos solo se le ocurrían cuando
ya se había clausurado el debate.
Rubén Fonseca
dijo que en el principio el amor por la imaginación (soñar, inventar ideas,
fabular) lo llevó al amor por la lectura y que el amor por la lectura lo llevó
al amor por la escritura y tuvo deseos de crear todo aquello que admiraba, pero
pronto descubrió que escribir era a veces aburrido, desesperante y siempre
fatigoso y que perseveró porque es difícil abandonar un trabajo de cuyo
aprendizaje ha exigido mucho tiempo y esfuerzo. Graham Greene dijo que escribía
por necesidad, que, si tenía un forúnculo y estaba maduro, lo apretaba. Wole
Soyinka dijo que suponía que era su lado masoquista. Rafael Alberti dijo que
escribía para comunicarse lo más claramente posible con aquellos que lo leían y
le escuchaban. Salvador Elizondo, como en un laberinto de palabras, dijo que
"recuerdo haber escrito y también me veo cuando escribía. Y me veo
recordar que me veía escribir y recuerdo haberme visto recordar que escribía y
escribo que me veo escribir que recordaba haberme visto escribir que me veía
escribir que recordaba haberme visto escribir que yo escribía y que escribía
que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribir que ya había
escrito que me imaginaria escribiendo que había escrito que me imaginaba
escribir que me veía escribir que escribo".
Tomás Borge
dijo que escribir es como hacer el amor, y escribir un primer libro es como
hacer el amor por primera vez. Nadie soportaría la tentación de seguir
haciéndolo hasta la consumación de los siglos. Germán Espinosa ha elegido
responder que escribe para justificarse o bien que si llegase a descubrir por
qué escribe, dejaría de escribir pero que en honor a la verdad escribe porque
en él la fantasía priva sobre la razón. Gabriel García Márquez dijo que
escribía para que sus amigos lo quisieran más. Alexandre Kouchener dijo que
escribía porque en ello encontraba placer y alegría y que pensaba que el don
poético habita al poeta como un instinto biológico como la abeja que no se
pregunta por qué recoge “la ofrenda de las flores” y al hacerlo fecunda las
plantas.
Osvaldo
Soriano no ha sabido con precisión por qué escribía. Dijo, sin embargo, y arriesga una respuesta al decir que primero
está el placer, la sensualidad de las palabras que elige para abrir el espacio
de libertad en el Universo que va a construir el texto que él escribe, esto es,
responde a la necesidad de escribir por el placer de escribir, lo que no deja
de producir angustia y sabe el precio que tiene que pagar, pero también escribe
para compartir la soledad. Henry Miller dijo que el escribir es como la vida
misma, es un viaje de descubrimiento y todo lo que hace lo hace por la mera
alegría de hacerlo. No le preocupa que lo entiendan el lector corriente ni el
crítico y tan pronto como oyó su propia voz quedó encantado, y el hecho de que
fuera una voz diferente, distinta, única, le sostuvo.
José Agustín
Goytisolo dijo que escribir le ha ayudado a vivir, a estar alegre entre tanto
desastre y tanta miseria moral, entre tanta mediocridad y cobardía y que uno
siempre escribe por carencias profundas, por desequilibrio. "Comencé a
escribir", dijo Manuel Vásquez Montalbán, "porque quería ser grande,
rico y bello". Leonardo Sciascia dijo: "escribo porque me gusta
escribir, porque el hacerlo uno se ve escribir y se siente vivir además de
existir". Marguerite Duras, sarcástica, ha dicho que hostigada por esa
pregunta no tenía nada que decir al respecto, que nunca ha sabido nada sobre
esa extraña actividad. Jaroslav Seifert dice que quizás se escribe por ese
deseo que existe en cada ser de dejar una huella. Peter Schneider, más
cauteloso, terminó diciendo que no había escrito lo suficiente para reflexionar
sobre esta pregunta. A mí me gustaría decir por qué también escribo, para
terminar con esta caza de citas, con un poema titulado, Poema:
Amo las
palabras
con las que
te amo
y escribo
porque estoy
enamorado de
la lluvia
del viento de
la tarde
de los besos
de las manos
de tus
caricias de tus ojos
que me sueñan
de tus noches
junto a mí de
tu voz que me susurra
de tus silencios
cuando callas
de tu
presencia cuando
te tengo de
tus pasos
cuando
caminamos juntos
de tu pelo
cuando lo estremece
el viento de
tus palabras
que son como
brazas ardientes
escribo para
conjurarte
contra la
muerte y no dejes
de existir y
te quedes para
siempre en
éste poema
y en éste
corazón
y en ésta
mano
que te
escribe siempre.
Con o sin
vergüenza, el escritor o el poeta escriben porque es su vocación más pura y
encuentra la forma a través del lenguaje de embellecer el mundo envilecido en
el que vivimos, porque es su destino más inexorable escribir como un explorador
de nuevos mundos por construir o conquistar, el lenguaje es un continente que
se ha propuesto descubrir y el instrumento más maravilloso que le permite seducir,
imaginar, delirar las historias más increíbles y bellas que su mente y la
realidad y la historia construye y que pasan por su corazón y su mano que la
escriben. Escribir es el ejercicio de la imaginación más exacerbado que le hace
decir a Albert Einstein que la imaginación es superior al conocimiento.
Escribir no
es un oficio para decir cosas bonitas ni enamorar doncellas ni un esnobismo del
escritor para llenarse los bolsillos de dinero, porque ya sabemos que una
sociedad que no respeta la condición de escritor o poeta es lo que menos
logrará si pretende hacer de la palabra una mercancía más del mercado para
adular o congraciarse con el poder o las academias o el establecimiento. El
deber revolucionario de un escritor es escribir bien, dijo alguna vez García
Márquez, y en ese deber está incluidas su ética y su estética literaria. No es
tampoco un ejercicio de individuos privilegiados, pero sí de una sensibilidad
distinta al común de todos los hombres, porque no todos los hombres tienen la
sensibilidad del lenguaje y su enamoramiento para escribir. Acaso se escribe
porque se ama el lenguaje como a una mujer o la vida, y nos alucina y maravilla
como la creación más fervorosa del ser humano. El día que el hombre sienta
alucinarse por el poder del lenguaje o las palabras será poeta y estará
condenado a vivirlo en todos los instantes de su vida y aprenderá a amar y a
vivir la vida con poesía.
Cioran ha
escrito que "para mí escribir es vengarme. Vengarme contra el mundo,
contra mí mismo. Casi todo lo que he escrito fue el producto de una
venganza". Gesualdo Bufalino escribió que se escribe para vencer dentro de
uno mismo la amnesia, "¿pero no se escribe también para ser feliz?",
se pregunta. Se escribe para jugar, ¿ por qué no? La palabra es un juguete, el
más serio, el más fatuo, el más caritativo de los juguetes de adulto.
"Escribo porque siento que cumplo una función que es necesaria para mí, si
no escribo siento desventura y remordimiento", dijo Jorge Luis Borges.
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