Este es un hermoso escrito de Antonio Machado aparecido en el último tomo de sus obras completas recogidos en revistas y escritos inéditos, bajo el nombre de "Complementarios". Cesar Hernando Bustamante
Qué difícil es
cuando todo baja
no bajar también!
Empleo a veces las palabras fuera de su recto sentido, a conciencia de mi error.
Las aliteraciones de que mis versos están llenos son inconscientes; no responden al trivial propósito de producir un efecto musical, que sería, por lo demás, en mi caso, siempre negativo.
Pero no he querido nunca corregirlas, pues donde hay aliteraciones suele haber también riqueza de imágenes.
Sólo recomiendo no leer nunca mis versos en alta voz. No están hechos para recitados, sino para que las palabras creen representaciones.
En mis libros suelen ir las composiciones en su primera forma, y las composiciones corregidas están, a veces, publicadas antes en periódicos o revistas.
Sólo inconsecuencias y errores superficiales pueden corregirse.
Lo esencial en arte es siempre incorregible.
Un defecto no es un descuido, sino una limitación.
La mayor tortura a que se me puede someter es la de escuchar mis versos recitados por otro.
Hay dos maneras de corregir: una es borrar; otra, hacer de nuevo.
Sólo público para librarme del maleficio de lo inédito.
Y para no volver a acordarme de lo escrito.
Nunca estoy más cerca de pensar una cosa que cuando he escrito la contraria.
Toda composición requiere, por lo menos, diez años para producirse.
Cuando un poeta teoriza sobre poesía, puede decir cosas muy verdaderas, pero nunca dirá nada justo de sí mismo.
Hay dos modos de crítica: la inventiva y creadora, que ve lo que hay, y la negativa, que ve bien lo que falta.
Arte es realización. Por eso la buena intención fracasada, el propósito no logrado, puede condenarse. Pero el poeta puede reírse de la crítica, cuando señala fracasos con relación a propósitos que ella inventa o supone.
Los espíritus malévolos hacen siempre crítica mezquina, calumniosa.
Ruego a Dios nos traiga pronto a don Miguel, antes de que en París nos lo crucifiquen.
Temo mucho —¡ojalá me equivoque! — que Unamuno encuentre París más desierto que Fuerteventura.
Que el Señor lo acompañe.
Que el Señor lo acompañe.
Que el Señor lo acompañe.
De franceses y de Chiriguos libra, Señor, a nuestro don Miguel. E
Antonio Machado
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