Texto del
filósofo y educador brasileño, Paulo Freire, publicado en su libro
"Educación y Cambio" tomado de Bloghemia
Por: Paulo
Freire
Cuando el ser humano pretende imitar a otro ya no es él
mismo. Así también la imitación servil de otras culturas produce una sociedad
alienada o sociedad objeto. Mientras más una persona quiere ser otro, menos
ella misma es.
La sociedad alienada no tiene conciencia de su propio
existir. Un profesional alienado es un ser inauténtico. Su pensar no está
comprometido consigo mismo, no es responsable. El ser alienado no mira la
realidad con criterio personal sino con óptica ajena. Por eso vive una realidad
imaginaria y no su propia realidad objetiva. Vive a través de la visión de otro
país. Se vive Rusia o Estados Unidos, pero no se vive Chile, Perú, Guatemala o
Argentina.
El ser alienado no busca un mundo auténtico. Esto provoca una
nostalgia; añora otro país y lamenta haber nacido en el suyo. Tiene vergüenza
de su realidad. Vive en el otro país y trata de imitarlo y se cree culto
mientras menos nativo es. Ante un extranjero tratará de ocultar las poblaciones
marginales y mostrará barrios residenciales, porque piensa que las ciudades más
cultas son las que tienen edificios más altos. Como el pensar alienado no es
auténtico tampoco se traduce en una acción concreta.
Hay que partir de nuestras posibilidades para ser más uno
mismo. El error no está en la imitación sino en la pasividad con que se recibe
esta imitación o en la falta de análisis o autocrítica. Se piensa que los
bolivianos o panameños son flojos, porque son tales. Por eso se trata de ser
menos boliviano o panameño. Se cree que ser grande es imitar los valores de
otras naciones. Sin embargo, la grandeza se expresa a través de la propia
vocación nativa.
Otro ejemplo de alienación es la preferencia de los técnicos
extranjeros con menosprecio de los nacionales.
La sociedad alienada no se conoce; es inmadura, tiene
comportamiento ejemplarista: trata de conocer la realidad por diagnósticos
extranjeros.
Los dirigentes solucionan los problemas con fórmulas que han
dado resultado en el extranjero. Hacen importación de problemas y de
soluciones. No conocen la realidad nativa. Antes de admitir soluciones
extranjeras, habría que preguntarse cuáles eran las condiciones y
características que motivaron esos problemas. Porque los 80'ó 90' de Rusia o de
Estados Unidos no son los 80' ó 90' de Chile o Argentina. Somos contemporáneos
en el tiempo, pero no en la técnica. Por lo demás, los técnicos extranjeros
llegan con soluciones fabulosas, fuera de los prejuicios, que no corresponden a
nuestra idiosincrasia.
Las soluciones importadas deben ser reducidas
sociológicamente, es decir, estudiadas e integradas en un contexto nativo.
Deben ser criticadas y adaptadas; en este caso, la importación es reinventada o
re-creada. Esto es ya desalienación que no significa sino autovaloración.
Generalmente las élites culpan al pueblo de que es flojo o
incapaz y por eso sus soluciones no resultaron. Así, las actitudes de los
dirigentes oscilan entre un optimismo ingenuo o un pesimismo o desesperación.
Es ingenuidad pensar en que la simple importación de soluciones salvará al
pueblo. Le pasa esto a los candidatos que por no conocer a fondo los problemas
del poder, hacen miles de promesas y al llegar al poder encuentran miles de
obstáculos que, a veces, los hacen caer en pesimismo. No es deshonestidad, sino
ingenuidad.
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