Cesar hernando Bustamante
23/01/2020
23/01/2020
Hace poco
escribí un artículo sobre “Ficción y realidad” en mi blog: “Literatura al día”.
Varios son los aspectos que toque en dichas páginas. El primero, cómo afecta la
ficción a la realidad. Lo traigo a colación, para descifrar cual es el aporte
de la lectura a la conciencia individual, cómo nos forma, qué papel juega en el
afirmamiento de la conciencia, parto de esta pretensión. La pregunta, en qué
términos se da la relación entre el lector y el texto. De hecho, la lectura nos entretiene, nos
educa, ayuda a sustentar y fomentar nuestra capacidad de crear, de imaginar y
de construir, además de ser un acto reflexivo por naturaleza. George Steiner expresaba:
Sí existe una sociología del texto, también existe una psicología, “La configuración
psicológica de la lectura, los reflejos de conciencia que organizan nuestra ingestión
(termino de Ben Johnson) no son ciertamente, menos temporales, menos el
producto de la intrincada coincidencia de opciones innatas y ambientales”. En
mi soledad, el acto de leer va más allá que la simple entretención o educación,
hace parte de mi ser, es connatural, esencial, sin la lectura la vida poco
sentido tendría. Destacó que la lectura nos conecta con otros universos y con
temas por encima de las perversidades de nuestra cotidianidad.
En diciembre
leí a Steven ´Pinker, texto muy extenso (En defensa de la ilustración) en
la que hace una defensa de la ilustración, y del proyecto de la razón nacido en
la época de la revolución francesa, en la época en que la laicidad reemplazó al
dogma por la razón y su posterior desarrollo hasta llegar a la democracia
liberal y los avances tecnológicos del siglo XX. Como todo lo suyo, es un libro con pretensiones científicas, bien hilvanado, coherente, apoyado en cifras y en
datos estadísticos y por su puesto profundo. Está lectura suscitó una
reflexión: Los noticieros y la prensa solo relevan lo malo, lo mismo la psicología
con que manejamos el entorno, la ciencia de la estadística, en general, le
damos más importancia a los vicios que a las virtudes de nuestra sociedad y esto,
de antemano tiene incidencias en nuestra conciencia. Muy poco medios de comunicación
nos cuentan sobre cómo va la ciencia, los avances de la humanidad en materia
política, son muchísimo más los países que viven en paz, paradójicamente, solo
se habla de los pocos que viven en guerra, como si estos datos no importaran,
es muy curioso. Los medios de comunicación nos muestran lo más violento y
estremecedor, esto es lo que vende.
A finales de
diciembre volví a leer los textos esenciales del Marxismo: “El manifiesto
comunista” y “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” e “Ideología alemana”.
La vigencia del marxismo como herramienta para entender el capitalismo no tiene
discusión. En el manifiesto en sus primeras páginas expresa: “La gran industria
ha creado el mercado universal, preparado por el descubrimiento de América. El
mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación,
de todos los medios de comunicación”. Lo expone como una claridad absoluta: “La
burguesía ha ejercido en la Historia una acción esencialmente revolucionaria.
Allí donde ha conquistado el Poder ha pisoteado las relaciones feudales,
patriarcales e idílicas. Todas las ligaduras multicolores que unían el hombre
feudal a sus superiores naturales las ha quebrantado sin piedad para no dejar
subsistir otro vínculo entre hombre y hombre que el frío interés, el duro pago
al contado. Ha ahogado el éxtasis religioso, el entusiasmo caballeresco, el sentimentalismo
del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta”. Como trae a colación
el libro de Berman: “Ser modernos es vivir una vida de paradojas y
contradicciones. Es estar dominados por las inmensas organizaciones
burocráticas que tienen el poder de controlar, y a menudo de destruir, las
comunidades, los valores, las vidas, y, sin embargo, no vacilar en nuestra de
terminación de enfrentarnos a tales fuerzas, de luchar para cambiar su mundo y
hacerlo nuestro. Es ser, a la vez, revolucionario y conservador: vitales ante
las nuevas posibilidades de experiencia y aventura, atemorizados ante las
profundidades nihilistas a que conducen tantas aventuras modernas, ansiosos por
crear y asirnos a algo real aun cuando todo se desvanezca. Podríamos incluso
decir que ser totalmente modernos es ser anti modernos: desde los tiempos de Marx,
y Dostoievski hasta los nuestros, ha sido imposible captar y abarcar las potencialidades
del mundo moderno sin aborrecer y luchar con algunas de sus realidades más
palpables. No hay que asombrarse; entonces de que, como dijera el gran
modernista y antimodernista l Kierkegaard, la seriedad moderna más profunda
debe expresarse a través de la ironía”.
La lectura
definitivamente es un buen bálsamo.
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