Se ha re-editado “Microfisica del poder” de Michel Foucault. La actual edición (Siglo XXI Editores), al cuidado
de Edgardo Castro y con traducción de Horacio Pons, a diferencia de la primera
versión castellana de la editorial española La Piqueta de 1978 (organizada por
Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría) que incluía dos textos más, respeta la
selección italiana, a excepción del artículo “Nietzsche, la genealogía y la
historia”.
Dice el artículo publicado en la revista Ñ del periódico “El Clarín” con
respecto a esta edición: “La actual edición (Siglo XXI Editores), al cuidado de
Edgardo Castro y con traducción de Horacio Pons, a diferencia de la primera
versión castellana de la editorial española La Piqueta de 1978 (organizada por
Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría) que incluía dos textos más, respeta la
selección italiana, a excepción del artículo “Nietzsche, la genealogía y la
historia”.
Cosas curiosas que uno se va enterando, siendo un lector apasionado de
este filosofo: No existe versión en francés de este texto, las traducciones al
español se hacen a partir de la edición italiana o inglesa. En este texto,
según el articulista, se categoriza: “La actual edición (Siglo XXI Editores),
al cuidado de Edgardo Castro y con traducción de Horacio Pons, a diferencia de
la primera versión castellana de la editorial española La Piqueta de 1978
(organizada por Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría) que incluía dos textos
más, respeta la selección italiana, a excepción del artículo “Nietzsche, la
genealogía y la historia”.
La lectura de este texto nos cambió la óptica sobre la historia lineal y
sin discontinuidades en la que vivíamos inmersos, recordemos que inicia con
afirmaciones muy lúcidas, que significaban un rompimiento con esta manera de
mirar la historia, el papel de la filosofía cómo desciframiento del contexto
social desde la relación poder-saber: “La genealogía es gris; es meticulosa y
pacientemente documentalista. Trabaja sobre sendas embrolladas, garabateadas,
muchas veces reescritas. Paul Ree se equivoca, como los ingleses, al describir
las génesis lineales, al ordenar, por ejemplo, con la única preocupación de la
utilidad, toda la historia de la moral: como si las palabras hubiesen guardado
su sentido, los deseos su dirección, las ideas su lógica; como si este mundo de
cosas dichas y queridas no hubiese conocido invasiones, luchas, rapiñas,
disfraces, trampas.
Luis Diego Fernández (Quien escribe la reseña)tiene muy en claro lo que significó
la publicación del texto en su época y lo que representó para el filósofo: “En
este sentido, su definición de “intelectual específico” será consistente con
este alejamiento de los modos de la izquierda tradicional al intervenir de un
modo no universalista ni decimonónico, operando en luchas reales, materiales y
concretas en torno a situaciones transversales (la universidad, las relaciones
familiares y sexuales, la prisión o los asilos psiquiátricos), es decir, un
repudio a toda forma de verdad o de apelación a la justicia al modo de un
jurista”.
Retomar la genealogía de Nietzsche como herramienta, para descifrar lo
que hay de pensamiento en la historia y no la historia del pensamiento, es un
giro extraordinario, que hace la obra de este autor sea relevante. Este texto
es fundamental y su lectura resulta de mucha actualidad, los momentos geopolíticos
y sociales que suceden hoy en el mundo lo confirman. Su lectura es pertinente
por lo tanto.
CESAR HERNANDO BUSTAMANTE
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