LA
OSCURIDAD DE LA MADRE
Massimo
Recalcati (1959) es un destacado psicoanalista, director del Instituto de
Investigación en Psicoanálisis Aplicado y colaborador habitual de La Republica;
es también uno de los ensayistas más prestigiosos y leídos de su país. Enseña,
en la Universidad de Pavía, psicopatología del comportamiento alimentario, tema
sobre el que ha escrito varios libros de referencia. En Anagrama ha publicado
El complejo de Telémaco, Padres e hijos tras el ocaso del progenitor, Ya no es
como antes. Elogio del perdón en la vida amorosa y La hora de clase. Por una
erótica de la enseñanza.
Natalia Berbelagua
Separar las palabras
propias de las maternas es uno de los ejercicios fundamentales de la actividad
literaria.
Si en algo hizo bien el
cristianismo en América Latina, fue en la exaltación de la Virgen María como
ícono de la madre perfecta. Frente a un Dios lejano que reflejaba al padre, más
cercano a la violencia y el abandono, la figura de una mujer callada, dispuesta
a asistir con resignación a la muerte del hijo por un bien mayor, generó una
veneración culposa con la que aún estamos luchando las que crecimos bajo el
dogma católico. Sin embargo, en los evangelios apócrifos, la imagen de María
cobra relevancia aunque tenga, por su confianza en el mensaje, actitudes un
tanto temerarias para la madre de un lactante. Hay numerosos pasajes donde
leprosos cargan al recién nacido.
En el reciente ensayo Las
manos de la madre (Anagrama), del psicoanalista Massimo Recalcati, asistimos,
casi como una obligación de replantear la maternidad, a la discusión sobre la
omnipotencia materna, a una presencia excesiva, alejándola de su rol original
para sumergirla en el deseo, los fantasmas y las marcas de lo
transgeneracional. Ya lejos de ser la fuente de la vida, está en la vereda
contraria, la posibilidad de convertirse en lo que Lacan denominó “la madre
boca de cocodrilo”, aquella que fagocita a su hijo, o que, en este punto de la
historia, lo ve como una extensión de sus ideales capitalistas. Este ensayo
hace énfasis en las manos de la madre: unas manos laboriosas de alguien que ha
trabajado en el campo, las manos perfectas de una manicura, las manos manchadas
de tinta de una escritora son reflejos de lo que será nuestra propia vida.
Cuando las manos dejan de tener la mayor relevancia y nos acercamos a su cara,
como si fuera la nuestra, surge la interpretación del apego y los enigmas de la
madre. “Hay niños que ven el rostro de su madre como un cielo que acarrea
únicamente señales de inminentes amenazas, que estudian el variable rostro de
la madre en un intento de predecir su estado”, dice Recalcati, acercando el
vínculo a un estudio meteorológico de los estados anímicos con mayor o menor
suerte del hijo.
En la literatura hemos
leído relatos de mujeres abnegadas que han caído en la manipulación, a madres
controladoras como la de Borges, a las autoritarias como la de Capote, que lo
envió a una escuela militar para terminar con su afeminamiento. O a la de
Hemingway, que lo hacía vestirse de mujer para hacerlo parecer la gemela de su
hermana. Otro registro dramático es el de Sylvia Plath, que en sus Diarios se
refiere a su progenitora como su peor enemiga. “¿Qué puedo hacer con ella, con
la eterna hostilidad que siento contra ella? Deseo, más que nunca, arrancar mi
vida de sus manos ansiosas. Mi vida, mi obra, mi marido, mi hijo nonato. Ella
lo mata todo. ¡Cuidado! Es mortífera como una cobra con su brillante capucha
verde y dorada”. Esta cobra, con la que aprendió a vivir de cierta forma, como
un animal salvaje convertido en mascota, la marcó de tal manera que sus
obsesiones se mezclaron con su propio rol, del que no escapó incluso en el
momento final, en el gesto cuidadoso de dejar preparado el desayuno a sus hijos
antes del suicidio. Su gran amiga, la también poeta Anne Sexton, se vistió con
el abrigo de piel de su madre antes de suicidarse en 1974 con el auto encendido
en el garaje de su casa.
En la ficción, tenemos a
Emma Bovary, que rechaza a su hija Berta por ser una extensión del hombre que
no ama y la abandona por completo; a una Medea, que prefiere mil veces estar
con un escudo en la guerra antes que parir un hijo y se venga de Jasón por su
abandono recurriendo al parricidio; los cuentos de Silvina Ocampo, que, en vez
de madres cocodrilo, presenta mujeres que mantienen una excesiva distancia con
sus hijos y derivan su responsabilidad en institutrices y maestras doblemente
feroces. Estas los golpean con látigos en el cuerpo, jarrones en la cabeza y
les convierten el pelo a los niños en “rulos de sangre atados con moños”, como
ocurre en ‘Cielo de claraboyas’.
En Siete casas vacías, de
Samanta Schweblin, la madre del cuento ‘Nada de todo esto’ maneja sin rumbo y
obliga a su hija a ir de acompañante en un episodio oscuro y perturbador. Entra
con el auto a una casa desconocida y roba objetos personales enterrando las
posibilidades de uso y la intimidad de los otros en su propio patio. La
narradora dice: “La confirmación de cómo mi madre ha estado tirando a la basura
mi tiempo desde que tengo memoria”. En estos términos, una madre no puede solo
adueñarse del tiempo, sino también del lenguaje, guardando en la oscuridad de
la palabra la génesis creativa.
Como un largo testimonio en
la lectura, de que es ella quien entrega las primeras experiencias del mundo,
el separar las palabras propias de las de la madre es uno de los ejercicios
fundamentales que cruza la actividad literaria. En estos hijos escritores
asistimos al grito primitivo del nacimiento como si nunca hubiesen salido de la
maternidad, confrontándose una y otra vez con el primer acto de arte al que
asistieron, ese momento glorioso o trágico donde abrieron los ojos al mundo.
Natalia Berbelagua (Santiago de Chile, 1985) es autora
del libro de cuentos ‘Valporno’ (Emergencia Narrativa).
RESEÑA
DE ANAGRAMA
LAS
MANOS DE LA MADRE. DESEO, FANTASMAS Y HERENCIA DE LO MATERNO
Recalcati, Massimo
¿Para qué sirven las manos
de la madre? ¿Para acariciar, cuidar, acoger, según sostienen las
interpretaciones canónicas, o más bien para salvar al hijo del abismo de la
falta de sentido?
Después de haber analizado
en libros anteriores la transformación de las figuras del padre y del hijo en
nuestros días, Massimo Recalcati aborda la última pilastra de la tríada
familiar. Y lo hace impelido por sus lectores y movido por su propio deseo de
ser justo con las madres y reconocerles su papel, esencial e insustituible.
Ahora bien, lejos de toda visión simplificadora, para Recalcati la madre es
siempre una compleja figura de múltiples facetas, de la que no soslaya ni los
lados luminosos ni los oscuros: la madre ángel, pero también la madre
cocodrilo; la madre castradora, pero también la que sabe desprenderse de su
hijo; la madre narcisista, pero también la que es capaz de guiar al hijo en la
adopción simbólica de la vida. Para ello nos presenta una caleidoscópica
galería de figuras maternas, extraídas de su experiencia clínica y de la
actualidad, pero también de la Biblia, de libros y películas y, en última
instancia, de su propia vida, presente aquí como en ninguna otra de sus obras.
Así, nos ayuda a reconocer
el perfil de una madre real, no ideal, cuyos mil rostros representan en
realidad uno solo, aquel en el que el hijo sabe reconocer el suyo propio. Y,
sobre todo, subraya la importancia de no olvidar nunca, en contra de la interpretación
patriarcal de la madre asexuada y anulada como mera ama de cría, que una madre
nunca debe dejar de ser mujer, esposa y amante, y que la única base posible de
una maternidad sana es la feminidad.
«Recalcati no habría podido
escribir un libro como este, que es un viaje por la maternidad, en sus primeros
años como psicoanalista. Lo escribe ahora, porque presupone un largo
aprendizaje» (Ferdinando Camon, La Stampa).
«Un libro complejo, que
explora los deseos, los fantasmas y la herencia de la maternidad a través de
casos clínicos y de la literatura, de ejemplos bíblicos y cinematográficos. En
su gran mayoría fascinantes» (Giovanna Pezzuoli, Corriere della Sera).
«Se aconseja su atenta
lectura a madres frecuentemente egocéntricas, hipercríticas o poco
autocríticas, a padres inexistentes, distraídos o atareados, a hijos
dubitativos, extraviados, que se interrogan sobre realidades afectivas
complejas» (QLibri).
«Un libro que se lee con
gran emoción, que discurre sosegado, con una prosa simple pero rigurosa, más
poética que psicológica, y nos lleva al corazón de la figura materna sin
mistificaciones» (Laura Rodrigo, Lettera).
«Un libro complejo, que
explora los deseos, los fantasmas y la herencia de la maternidad a través de
casos clínicos y de la literatura, de ejemplos bíblicos y cinematográficos. En
su gran mayoría fascinantes» (Giovanna Pezzuoli, Corriere della Sera).
«Se aconseja su atenta
lectura a madres frecuentemente egocéntricas, hipercríticas o poco
autocríticas, a padres inexistentes, distraídos o atareados, a hijos
dubitativos, extraviados, que se interrogan sobre realidades afectivas
complejas» (QLibri).
«Un libro que se lee con
gran emoción, que discurre sosegado, con una prosa simple pero rigurosa, más
poética que psicológica, y nos lleva al corazón de la figura materna sin
mistificaciones» (Laura Rodrigo, Lettera).
No hay comentarios:
Publicar un comentario