No es fácil mantener con calidad tres blog, pero circunstancias de la vida y el deseo de darle a la literatura la divulgación que amerita como herramienta escrutadora de la dimensión humana, que ayuda a descifrar la intrincada naturaleza del hombre, me obligan a continuar con este esfuerzo, que siendo grato, requiere de tiempo y dedicación. En este blog seguirán apareciendo los mejores artículos de literatura semanal, que en mi apreciación deben ser divulgados.
DIRATO se complace en
anunciar un ciclo de conferencias en nuestro café que busca enriquecer nuestros
servicios culturales, con el ánimo de ampliar el espectro y la óptica con que
asumimos la mirada al mundo y de nuestro entorno, el objetivo es superar desde
perspectivas diferentes al canon y a la estandarización del pensamiento en los temas
que más nos afectan y aquellos que enriquecen nuestra vida.
Con el nombre de “GOTAS
POETICAS”, un grupo de profesionales y personas apasionadas por el conocimiento
en general, la literatura y la poesía, la filosofía, convergieron desde hace
varios años en un dialogo permanente que busca el intercambio de experiencias
personales y por su puesto de sus especialidades, la ampliación de las mismas a
personas por fuera del grupo, la discusión rigurosa de las mismas, en una labor
de divulgación loable y que incita a las buenas prácticas en materia cultural.
Esta mirada se amplía a los
amigos de DIRATO. A nosotros solo nos queda el agradecimiento y ratificarle al
grupo de GOTAS POETICAS, que el café será una casa dispuesta a tener las
puertas abiertas para su grupo.
La primera charla, que será
ESTE VIERNES a las 2.30 Pm, será dictada por los doctores Darío Valderrama,
Henry López y Carlos Mario Quintero, economistas quienes disertarán a partir
del siguiente interrogante “El capitalismo salvaje ha estado barriendo el mundo
desde la década de los setentas. ¿Pero ha sido una cosa buena para la sociedad
en total?”. Hablaran del tema a partir de Keynes, el gran economista inglés.
ALGUNAS NOTAS
INTRODUCTORIAS:
“El capitalismo salvaje ha
estado barriendo el mundo desde la década de los setentas. ¿Pero ha sido una
cosa buena para la sociedad en total?
Una clase nueva de economía
de libre mercado nace alrededor del globo y sus consecuencias económicas y
sociales podrían estar generando una serie de resultados negativos. Se advierte
que el libre mercado ha ido creciendo hasta convertirse en un tobogán. Estamos
viendo y veremos los aumentos masivos posibles en la pobreza, en el crimen, y
en el desempleo, especialmente en el Tercer Mundo, que carece de los sistemas
políticos y legales con que cuentan los Estados avanzados”. Por:
Emeterio Guevara Ramos.
“John Maynard Keynes, es
conocido sobre todo por la Teoría general del empleo, el interés y el
dinero, pero también predijo graves consecuencias en las sanciones que se
impusieron a Alemania tras la primera guerra mundial.
Con la actual situación de
crisis se puede decir que los economistas keynesianos y neokeynesianos, están
resurgiendo y toman cada vez más protagonismo en la vida pública. Un ejemplo lo
tenemos en el último premio Nobel de economía, Paul Krugman[1].
Hay una serie de
novelas que son precursoras de un
estilo, de otras obras y está descontada su influencia en algunos autores muy
importantes. Pocos escritores reconocen
estas influencias. Harold Bloon trató el tema en un libro formidable: “Anatomía
de la influencia” y Borges en varios textos.
Herman Melville, en el siglo XIX, para el caso resulta emblemático como
ejemplo. Dentro de este contexto existen obras importantes para la literatura.
Citare para este trabajo las que a mi gusto resultan vitales y que de alguna
manera han influido en mi condición de lector hedónico. Son como grandes faros:
1. - John Dos Passos: “:
Manhattan Transfer.
2.- Joseph Conrad: El
corazón de las tinieblas.
3.- La familia de Pascual
Duarte: Camilo José Cela.
4.- John steinbeck: Al este
del edén.
5.- Doris Lessing. El
cuaderno dorado.
John Dos Passos: Siendo muy joven leí una
entrevista hecha a Gabriel García Márquez, donde citaba a este gran escritor y
recordaba lo que significó para su vida y su obra. Fuí a conseguir sus novelas
en mi ciudad natal Bucaramanga, que para la fecha tan solo tenía una librería. El librero, un avezado lector
frustrado de novelista, me dijo con agrado y entusiasmo, que no las tenía, pero que, amablemente me prestaba las suyas,
una a una, para que las leyera. Leí para
ese entonces Manhattan Transfer y comprobé como en su escritura estaban muchos
escritores preferidos por mí. Sus novelas son “amargas, pesimistas atacan
la hipocresía y el materialismo americano”. Esta novela como todas las suyas,
pretende abarcarlo todo. El titulo hace
alusión a la estación de Manhattan “y es la metáfora que impregna el libro y
que describe episodios de la vida de una serie de personas a lo largo de
treinta años”. Leer esta novela fue
descubrir a un precursor, desatornillar influencias que empecé a reconocer en
otros libros. Esta obra como todas las suyas, es pesimista por excelencia. El
estilo de este escritor realmente constituye un aporte sin igual para la
literatura del siglo XX. Son muchos los escritores que bebieron de estas
fuentes. Desde la primera lectura, hace más de treinta años, soy un adicto a su
obra y le sigo leyendo con el mismo entusiasmo de siempre.
Joseph Conrad: Este libro
fue publicado por entregas, como alguna de las novelas más importantes de
Dickens. Esta es la obra más
conocida y sobra decirlo una de mis
preferidas. Conrad es un verdadero
precursor. Su estilo constituye un faro para muchos escritores, que nunca han desconocido este hecho. En Colombia
Álvaro Mutis, García Márquez, Rojas Herazo, Collazos, para solo citar unos
pocos, reconocieron abiertamente la importancia de este autor en su obra. En el
mundo la lista sería interminable. Esta
novela escrita “en pleno auge del imperialismo Europeo y especialmente el
Británico, cuenta “el viaje que el protagonista, Marlow, hace por un río del
Congo en busca de Kurtz, un agente comercial que al parecer se ha vuelto loco,
ya que cruza la débil línea de sombra que separa el bien del mal y se entrega
con placer a las más terribles atrocidades”.
Esta novela inspiró la película
“Apocalipsis Now”.
Camilo José Cela: fue un
escritor excéntrico, de escándalos, se comportó como una vedet, concibió la
literatura como un instrumento de libertad, predicaba que el escritor no debe
estar sujeto a ninguna norma y así lo confirma su extensa obra experimental. Su vida se caracterizó por estar plagada de
grandes contradicciones, gracias a ello fue un hombre de odios y amores. Notoria
su cercanía al Franquismo y al dictador Venezolano Pérez Jiménez. En
todo caso su obra es valiosa e importante.
La familia de Pascual Duarte, novela que se desarrolla en la Extremadura
rural de antes de la Guerra Civil y durante ella y en la que su protagonista
cuenta la historia de su vida en la que se presenta la violencia más cruda como
única respuesta que conoce a los sinsabores de su existencia. Este libro
inaugura un nuevo estilo en la narrativa española, conocido con el término
«tremendismo». Es narrada por un campesino
desde la cárcel. Esta obra tiene
la particularidad de dejarse leer fácilmente, apasiona gracias a esta característica.
Esta novela me sorprendió por la utilización de recursos linguisticos
novedosos. Con la “Colmena” otra de sus novelas, se confirma la habilidad
de Cela frente a estas tecnicas. Al
igual que todo lo suyo, el nobel fue muy controvertido. Su obra en todo caso, es de suma importancia
para la literatura en el siglo XX.
John steinbeck: Al este
del edén. Transcribiré lo escrito por
Vargas llosa, que es certero sobre lo que pienso de este escritor y esta
novela, que leí ávidamente y fue la primera de aquellas que uno nunca suelta
hasta terminarla: Al este del Edén no es comparable con ninguna de las grandes
novelas norteamericanas de su tiempo y ni siquiera tiene los atributos de otras
novelas del propio Steinbeck, como el vigor de Las uvas de la ira o la
delicadeza de La perla. Adolece de algunos defectos de construcción —la falta
de coherencia en el punto de vista, por ejemplo— sorprendentes en un escritor
tan experimentado y diverso, y no sería difícil trazar un largo catálogo de sus
limitaciones en lo relativo a su arquitectura, a su estilo, al trazado de sus
caracteres, a la superficialidad de sus ideas y a la visión ingenua, maniquea,
de la vida social que ofrece. Y, sin embargo, pese a todo ello, es una historia
que se lee con apasionamiento, saltando las páginas, con el ánimo anhelante por
saber qué va a pasar. Quien la escribió era alguien que sabía qué contar,
aunque no hubiera alcanzado la pericia sobre el cómo contar de sus
contemporáneos Hemingway, Faulkner o Fitzgerald. No era un gran creador de
palabras ni de órdenes narrativos, pero sí un consumado relator, con un
instinto certero de lo que se debe decir y lo que se debe ocultar para excitar
la atención y prolongarla, y de qué medio valerse para, esquivando la
inteligencia del lector, fraguar personajes, situaciones, acciones que
golpearan directamente su corazón y sus instintos. Ese talento primitivo de
narrador congenia bien con el mundo primitivo que es el de la mayoría de sus
historias y en especial con el de Al este del Edén.
Un mundo a medio hacer,
haciéndose, donde los hombres aún luchan por domesticar la naturaleza y lo
hacen con sus propias manos encallecidas. Un mundo simple y frugal, organizado
por creencias tan rudas y sencillas como sus habitantes, en el que las grandes
hazañas físicas y la forma directa, campechana, de la existencia deja entrever,
sin embargo, de cuando en cuando, todo un infierno secreto de represiones,
frustraciones y violencias íntimas. Guardando todas las distancias, las
primeras novelas debieron escribirse en sociedades así, en mundos en parecido
estado de formación, para dar solaz, esparcimiento y premio a esos espíritus
fatigados en la dura lucha por la existencia. Las fantasías novelescas no
tenían por objeto entonces reproducir lo que esos hombres y mujeres ya conocían
de la vida. Más bien, completar su existencia con aquello que les faltaba, con
los fantasmas que sus deseos fraguaban para enriquecer la realidad. Esas
historias eran apasionantes e irreales, tiernas, terribles, extravagantes y
amenas, como lo es la de Al este del Edén. Leyéndola, el entretenido lector
siente que, con todos sus defectos, esta historia está amasada con el barro
magnífico de las más antiguas, de las indestructibles historias. Mario Vargas
Llosa.
Doris Lessing. El cuaderno dorado:
Descubrir a esta autora fue una de las experiencias más reveladoras, no solo
por la calidad de sus textos, sino por la utilización de un recurso literario
que le permite dentro de las obras ficcionales hablar de lo divino y humano. En
esta novela tiene páginas muy lucidas sobre la creación artística, la Europa de
la posguerra, la mujer en el contexto de
la sociedad moderna. Ahora pienso que fue precursora del recurso de la
auto-ficción tan de moda por estos tiempos. Esta novelista, como Sartre escribe
siempre desde la condición política,
dicta cátedra de acuerdo al tema
sobre la que gravita el argumento, sin perder la línea narrativa. Cuando ganó
el nobel, a pesar de su edad, preservaba una vigencia absoluta, podría
afirmarlo sin temor a equivocarme que siempre
ha sido una autora contemporánea. Sus novelas tienen un hondo calado
social. Doris Lessing, como lo fue
Saramago, es una de las pocas escritoras comprometidas políticamente. El cuaderno dorado es otra de las novelas que
siempre releo y cada vez que lo hago, como toda obra maestra, brinda gratas
sorpresas.
Este
es el nombre del libro de entrevistas a grandes novelistas del siglo pasado,
publicado por editorial “Bitácora” de Buenos Aires, que constituye un verdadero
bocado de cardinale, para aquellos que nos encanta escudriñar sobre el proceso
creativo de nuestros autores preferidos. Recuerdo la lectura del texto que
recopiló las entrevistas realizadas en las paginas “The Paris Review”, el cual
fue una verdadera revelación, trajo secretos insólitos, aún lo leemos con sumo
agrado y de hecho hay claves inolvidables. El libro Lawrence Grobel, suscita
sorpresas a granel. Primero las entrevistas realizadas no son hechas desde la
esclerótica del experto, del crítico consumado, sino desde la mirada acuciosa
de un excelente periodista. En mi vida personal tuve la dicha de compartir con
algunos escritores Colombianos en medio de una informalidad total y muchas
veces después de estas conversaciones, hubiese preferido no haberlos conocido,
pues el don de la palabra no corresponde a sus dotes como escritores y esto nos
suscita un desencanto injusto, pues ellos son importantes por sus escritos no
por lo que hablan. Lógicamente no es una regla general, sino basta leer o ver,
las encantadoras entrevistas de García Márquez, Carlos Fuentes, Cortázar,
Kundera, par citar solo algunos. Caso especial las de Borges, el cual se le debe
un estudio serio sobre sus conversaciones, que constituyen una obra al margen,
tan importante como sus libros. Lo primero que hay que destacar del libro de la
referencia es la selección de los escritores: Bellow, Bardbury, Donleavy, James
Elroy, Allen Ginsberg, Greeley, Haley, Joseph Héller, Mailler, Joyce Carol
Oates entre otros. Cada escritor corresponde a un entorno, a unas influencias y
a un imaginario particular que encubre toda su obra, pues la ficción no es otra
cosa, que una trasposición lucida de la realidad desde la perspectiva de la
narración particular, no importa cuál sea la técnica o los instrumentos de cada
creador. Refiriéndose a Carlos Fuentes, Vargas Llosa, escribió sobre el arte de
escribir novelas con una lucidez única: “Escribir una novela es una ceremonia
parecida al strip-tease. Como la muchacha que, bajo impúdicos reflectores, se
libera de sus ropas y muestra, uno a uno, sus encantos secretos, el novelista
desnuda también su intimidad en público a través de sus novelas. Pero, claro, hay
diferencias. Lo que el novelista exhibe de sí mismo no son sus encantos
secretos, como la desenvuelta muchacha, sino demonios que lo atormentan y
obsesionan, la parte más fea de sí mismo: sus nostalgias, sus culpas, sus
rencores. Otra diferencia es que en un strip-tease la muchacha está al
principio vestida y al final desnuda. La trayectoria es inversa en el caso de
la novela: al comienzo el novelista está desnudo y al final vestido. Las
experiencias personales (vividas, soñadas, oídas, leídas) que fueron el
estímulo primero para escribir la historia quedan tan maliciosamente
disfrazadas durante el proceso de la creación que, cuando la novela está
terminada, nadie, a menudo ni el propio novelista, puede escuchar con facilidad
ese corazón autobiográfico que fatalmente late en toda ficción. Escribir una
novela es un strip-tease invertido y todos los novelistas son parabólicos (en
algunos casos explícitos) exhibicionistas.”[1]
De igual manera estas entrevistas son un strip-tease, de los escritores. Juan
Gabriel Vásquez, escribió en “Letras Libres “sobre este libro con precisión de
relojero: “Hay confesiones directas o indirectas sobre el oficio. Ahí está
Joyce Carol Oates justificando los más de 110 libros que ha publicado: “Quizás
tenga que ver con mi taquicardia: si cada vez que me late el corazón no estoy
haciendo algo, tengo la sensación de que he desperdiciado el tiempo.” Ahí está
Bellow hablando de Las aventuras de Auggie March, una de las grandes novelas
del siglo XX: “Fracasé porque al final no pude regir mi descubrimiento, no pude
controlarlo”. Ahí está Ray Bradbury, el autor de Crónicas marcianas, recordando
que todo el mundo le aconsejó no escribir ciencia-ficción: “De modo que lo que
trato de enseñar a los estudiantes es, por el amor de Dios, equivocaos, no
acertéis en nada de lo que hagáis”. Hay temas recurrentes, y lo interesante es
que suelen ser los más difíciles: el sexo, el dinero, el daño que puede causar
el éxito. Joseph Heller, arquetipo del escritor que nunca logra superar sus
primeros libros, se muestra en cada respuesta resentido por la sombra de Trampa
22: no por nada la entrevista se titula “Compitiendo con el pasado”. Grobel le
pregunta a Alex Haley, el autor de Raíces, si el éxito del libro le hizo daño
como escritor: “He hablado con tres escritores que han tenido grandes éxitos
con un libro suyo”, afirma Haley, “y todos decimos que tenemos miedo de no
volver a escribir jamás algo parecido”. Grobel le pregunta a Mailer si manejó
mal el éxito que tuvo con Los desnudos y los muertos. “Sí”, dice Mailer, “pero
no le doy demasiadas vueltas. Era totalmente imposible que lo llevara bien.”
Este libro cayó en mis manos después de estar confidencialmente leyendo sobre
el tema creativo y la novela. El blog “Apostillas literarias” acaba de publicar
“"Reglas para la supervivencia de la novela":
1.-. La novela actual -o como quiera llamarse- deberá mostrarse enérgicamente
resistente al intento de trasladarla al cine, al telefilme o a la vida el
videojuego: la literatura hoy más que nunca debería alzarse como intransferible
porque las historias novelescas al aroma del siglo XIX han sido ya usadas con
diferentes métodos de explotación y lo fueron, precisamente, porque no existían
entonces los guionistas a granel que actualmente redactan para crear productos
audiovisuales.
2.- Cualquier obra literaria actual debe insistir más que nunca en la categoría
de su escritura. Es decir, en su habilidad para hacerse indispensable como
medio de conocimiento y comunicación peculiar, insustituible en la iluminación
y la clase de disfrute que procura. El gusto de la lectura se obtendrá no del
artificio argumental, el suspense policiaco, los agentes especiales, los cofres
por descerrajar o los misterios divinos, sino de la intensa degustación del
texto, sin necesidad de conspiraciones ni extrañas travesías. Los intríngulis
de esta literatura son más intríngulis que literatura. Vale para lo que vale y
ni una distinción más.
3.- No habrá de valerse la obra de ninguna estructura prefabricada mediante la
cual el lector será conducido entre añagazas del oficio hasta la apoteosis
final, tan propia de las antiguas revistas y la vulgaridad en las prestaciones.
La narración literaria consciente de sí no aspirará a apoteosis final alguna
tal como el destino tampoco existe en el proyecto vital de ahora, mientras la
metafísica se disipa. Lo que sucede día a día tiene hoy la forma del accidente
y el carácter de la inmanencia, posee la belleza de lo instantáneo y la
inteligencia de la negligencia. Ha terminado el proceso, la idea de la historia
y de su trascendencia. Lo que cuenta es la belleza de la inmediatez, el texto
convertido en un gozoso bocado de por sí.
Estos son apenas los tres primeros puntos de diez, aconsejable leer completo el
artículo: ww.apostillasnotas.blogspot.com. Queda pues, este texto encantador,
para aquellos que adoramos desentrañar el proceso creativo de nuestros
escritores preferidos.
[1] Historia
secreta de una novela. Mario Vargas Llosa.
Han venido desapareciendo
escritores que pertenecían a una generación emblemática de la literatura
latinoamericana y que representó una revolución para las letras mundiales, por
su calidad y la implementación de recursos literarios absolutamente novedosos.
Muy a pesar de existir una pléyade de escritores jóvenes importantes hoy, con
una obra valiosa, la distancia frente a esta elite es enorme. Fuera de Bolaños,
que murió muy joven, no veo escritores que den la talla aún, muy a pesar de ser
una generación apenas en ciernes y de hecho habrá que esperar por lo
mejor de su obra. Cuál es el cuentista de la calidad de Cortázar, García
Márquez, Onetti o Borges, José Lezama Lima o novelas del nivel de
“Pedro Paramo”, “Cien años de Soledad” o “La región más transparente” o
“Conversación en la catedral”. “Esta generación daría origen en 1966, a un
libro que anunciaba este sucso, escrito por Luis Harss, titulado “Los nuestros”
“Estos escritores se preocuparon por encontrar un lenguaje y por cómo hacer del
continente americano una experiencia universal, señala Harss en su texto
publicado por Sudamericana de Buenos Aires”, que reedita actualmente
“Alfaguara”.
Desde hace una década
hemos asistido a la muerte Jorge Luis Borges, Joao Guimaraes Rosa, Puig,
Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Cabrera Infante Carlos Fuentes,
Gabriel García Márquez, Alejo Caroentir, Miguel Angel Asturias, para solo
citar los más importantes. Sobreviven Mario Vargas Llosa, Donoso, entre otros. Está
pléyade ha dejado de escribir, quedan sus obras pero de hecho es una generación
emblemática.
Este año se ha celebrado a
todo timbal el aniversario del Boom, este blog igualmente lo ha hecho. Hacer el
paralelo con las generaciones actuales por ahora es apresurado, pero es
evidente que existe una distancia desde la perspectiva estética comprensible,
por la juventud de los autores contemporáneos.
En su trabajo excelso
“Bolaño Salvaje” de Edmundo Paz Soldán, en la presentación del mismo con
Gustavo Faveron Patriau, Expresa: “Bolaño es acaso el narrador más influyente
de América Latina, hoy en día, él único que compite con la fama incesante de los
autores del boom, y el origen de una manera de concebir el mundo de las letras
como aventura pasional y arcana, y de asumir del escritor con la rebeldía de un
perpetuo inconforme”. Es cierto.
El periódico ADN del grupo
“Prisa” ha hecho recopila un archivo visual sobre los autores del Boom. Empezó
con una frase lapidaría que lo define magistralmente: Todo empezó con el deseo
de convertir "el dolor en una fiesta" y de colocar a Latinoamérica de
otra forma en el mundo”.
Cuál es la generación que
actual que logró tener luz propia, que anuló es opacidad de una generación sin
parangón. Empecemos por los nombres más importantes.
Hablare de Colombia en
primera instancia. Es un hecho que existe una gama de escritores consolidados:
William Ospina, Fernando Vallejo, Héctor Abad, Gabriel Vázquez. Santiago
Gamboa, Ungar, para sólo citar algunos de los más importantes y de
mi preferencia. Esta generación estuvo antecedida por Darío Ruiz
Gómez, Óscar Collazos, Germán Espinosa, Nicolás Suescún, Eutiquio Leal, Fanny
Buitrago, Héctor Sánchez y Gustavo Álvarez Gardeazábal, entre otros, quienes
fueron contemporáneos al Boom, lo que los opaco sustancialmente, no por la
Calidad de la obra que nadie discute, sino por el fenómeno avasallador de la
pléyade que constituía este movimiento y La obras monumentales publicadas. En
el setenta brillaron con luz propia Luis Fayad, Fernando Cruz Kronfly.
Albalucia Angel, Umberto Valverde, Marco Tulio Aguilera, Moreno Duran y Rodrigo
Parra Sandoval.
En los tres últimos años
han aparecido novelas de suma importancia, de Gamboa, Constaín, de Vásquez, de
Vallejo, William Ospina, entre las más
destacadas y algunas reediciones de suma importancia.
En Argentina hay una
generación relevante y de una calidad incuestionable. El próximo país que
analizaremos es este. La novela, está en un gran momento, tanto a
este lado del océano, como en España. La literatura norteamericana igualmente,
con escritores de una talla impresionante, que con las últimas publicaciones
ratificaron su calidad de lejos : Oates, Franzen, Amis, Carver, Wallace, -pese
que existen algunos fallecidos su obra aun conserva el fragor de lo
nuevo y su calidad- con una trayectoria que respalda sus obras, estos
están a la altura de su predecesores, caso contrario de lo que sucede en
Latinoamérica, lo que ratifica lo expresado con respecto a ese distanciamiento
de la actual generación latinoamericana con la del Boom. Lo digo, porque fuera
de algunos autores españoles como Javier Marías, no veo tales alturas.
Dirato cuenta con servicio
adicional que hasta ahora no existe en ninguno sitios o cafés de este tipo (El
formato comercio-café-libros, hasta la fecha no existía en Colombia): Es el
acceso a los libros y la libertad para acceder de manera gratuita a su lectura,
solo con el ánimo de fomentarla, acompañado de un librero, de un lector
apasionado, para conversar. Hablo de la lectura tradicional, aquella que resulta
de tomar un buen libro, sentarse a leerlo
bajo las viejas formas, donde el tiempo, el espacio y la tranquilidad permitan
no solamente su lectura sino la profundización del conocimiento, que de
antemano significa el desciframiento de la naturaleza humana desde las páginas de
una novela, un ensayo o una poesía.
Esto ha hecho que personas excepcionales
y conscientes de la labor hayan querido contribuir al aumento de nuestra biblioteca.
Así lo entendió Adriana Janet, quien ha realizado una de las mejores donaciones
de más de 60 ejemplares, todos de una calidad indiscutible: Paul Auster.
Postaguillo, Harukami, Laura Restrepo, Ampuero, Villas Mata, Pérez Reverte,
para solo citar algunos.En todo caso queremos presentarle nuestro agradecimiento
Esto nos enaltece, pero
además nos llena de responsabilidades frente a nuestro clientes y amigos.
Desde esta semana
comenzaremos a programar los ciclos sobre escritores y esperamos por este medio
hacerlas públicas.