Mario me
recuerda a Julio Flores un poeta colombiano, son escritores populares que están
por encima de criterios académicos y el juicio implacable de los críticos,
mucha gente recita sus poemas sin tener idea quien es el autor. El libro de
poemas “Inventario” era imprescindible para cualquier universitario de los 70
del siglo pasado. Además de la música de Silvio y Pablo Milanés y por supuesto“Cien años de soledad”
de Gabo.
Mario fue un excelente escritor comprometido, militante. Nunca renunció a la política, a sus posiciones
ideológicas de izquierda, a la denuncia de la inequidad y las falsedades
históricas con que somos levantados los latinos, al saqueo permanente de
nuestras riquezas. Su compromiso en la línea de Martí, fue parte de su obra, en
todo caso esta es de una calidad indiscutible y se encumbra por encima de la
crítica, el canon y la academia. Nunca he
despreciado el valor de la crítica y los aportes de la misma en el
desciframiento de la literatura y en su comprensión, pero en en el caso concreto se hizo popular por encima de sus designios.
Montevideo
fue la ciudad emblemática del escritor. Amo esta ciudad y la describió como
el que más, basta leer la “Tregua” su novela para sentir las calles y las
plazas que enalteció con una prosa y poesía sin arabescos lejos de todo barroquismo. “En 1970 aparece publicado el disco Cielo del 69 del
grupo de canto popular uruguayo Los Olimareños. El título del álbum se
corresponde con una de las canciones que lo integran, escrita por Mario
Benedetti que, de esta forma, se adentra en un campo artístico hasta entonces
por él inexplorado, el de letrista de canciones”[1].
La canción, como la poesía popular son un género importante para la divulgación
de su obra, que trata de las cosas simples de la vida con que cualquier mortal
se encuentra. La poesía nació de la canción: La Ilíada y La odisea, para solo
citar las más importantes. “Durante el Siglo XX, y en relación con el auge de
la comunicación audiovisual, el proceso de dignificación artística de la
canción, que venía anunciándose desde el siglo XIX, cobra un impulso decisivo y
la canción empieza a abrirse camino en los círculos culturales, sin dejar de
aspirar por ello al contacto con las clases populares”[2].
Su obra es de
corte existencialista, pesimista, describe los avatares de una clase media
atribulada por arribismos, perteneciente a una burocracia decadente y sin
futuro, enredada entre los privilegios de una elite a las que añora pertenecer,
pero que nunca alcanza, pese a todos los esfuerzos e hipocresías para lograrlo. El primer volumen de
cuentos: “Esta Mañana” (1949) donde se decanta las influencias de Foulkner,
Henry James, Proust y Kafka; “Quien de Nosotros” (1959) obra que sigue fiel a estas
prevalencias, siempre refleja una sociedad des-corazonada. Más tarde publica “Cuentos Montevideanos”, con
este libro llega a su madurez literaria, al dominio de la forma que le permite
describir la sociedad arribista y decadente de la clase media, las
contradicciones del capitalismo con la descripción de las dictaduras en el sur,
en una prosa rigurosa, hilvanada, desde la cual describe sus inconformidades
sin caer en los defectos de la literatura militante.
Pocos conocen
sus dotes como ensayista. Hay un ensayo sobre Gabo que lo describe en su
totalidad. Se llama: Gabriel García Márquez o la vigilia del sueño:
“Casi todos los relatos de García Márquez
transcurren en Macondo, un pueblo prototípico, tan inexistente como el
faulkneriano condado de Yoknapatawpha o la Santa María de nuestro Onetti, y sin
embargo tan profundamente genuino como uno y otra. No obstante, de esos tres
puntos claves de la geografía literaria americana, tal vez sea Macondo el que
mejor se imbrica en un paisaje verosímil, en un alrededor de cosas poco menos
que tangibles, en un aire que huele inevitablemente a realidad; no, por
supuesto, a la literal, fotográfica, sino a la realidad más honda, casi
abismal, que sirve para otorgar definitivo sentido a la primera y embustera
versión que suelen proponer las apariencias. En Yoknapatawpha y en Santa María
las cosas son meras referencias, a lo sumo cándidos semáforos que regulan el
tránsito de los complejos personajes; en Macondo, por el contrario, son
prolongaciones, excrecencias, involuntarios anexos de cada ser en particular.
El paraguas o el reloj del coronel (en El coronel no tiene quien le escriba),
las bolas de billar robadas por Dámaso (en En este pueblo no hay ladrones), la
jaula de turpiales construida por Baltazar (en La prodigiosa tarde de
Baltazar), los pájaros muertos que asustan a la viuda Rebeca (en Un día después
del sábado), el clarinete de Pastor (en La mala hora), la bailarina a cuerda
(en La hojarasca), pueden ser obviamente tomados como símbolos, pero son mucho
más que eso: son instancias de vida, datos de la conciencia, reproches o
socorros dinámicos, casi siempre testigos implacables”.
Habla de
aquellas atmósferas que van mucho más allá de los academicismos o los
desciframientos de la crítica estructuralista, miremos el efecto en el análisis que hace de Gabo:
“Por otra parte, el novelista crea elementos de nivelación (el calor, la
lluvia) para emparejar o medir seres y cosas. (Por lo menos el primero de esos
rasgos ha sido bien estudiado por Ernesto Volkening [3]. En La hojarasca, en El
coronel, en alguno de los cuentos, el calor aparece como un caldo de cultivo
para la violencia; la lluvia, como un obligado aplazamiento del destino. Pero
calor y lluvia sirven para inmovilizar una miseria viscosa, fantasmal,
reverberante. El calor, especialmente, hace que los personajes se muevan con
lentitud, con pesadez. Por objetiva que resulte la actitud del narrador, hay
situaciones que, reclutadas fuera de Macondo o quizá del trópico, se volverían
inmediatamente explosivas; en el pueblo inventado por García Márquez son
reprimidas por la canícula. (Quizá valdría la pena comparar el machismo urgente
de las novelas mexicanas con el machismo sobrio de García Márquez). Claro que,
entonces, la parsimonia de esas criaturas pasa a tener un valor alucinante, un
aura de delirio, algo así como una escena de arrebato proyectada en cámara
lenta”[3].
Mario
Benedetti desde su novelas y cuentos busca narrar la verdad elusiva de su país
y Latinoamérica, entidades que no son capaces de superar sus vicios, los repiten en una paranoia
absoluta, sin tregua, en medio siempre de violencias a granel y con total
irrespeto de los derechos humanos.
Quiero hablar
ahora de su poesía, la más popular de Hispanoamérica. “Poemas de oficina” lo
popularizó como poeta. En este libro están todos los elementos esenciales de su
poesía. Cabo Borda dice de su poesía: “Emotiva, simple, conversacional, no
alcanza grandes alturas, y el mismo llegó a considerarse un poeta menor, pero
había logrado sintonizar con un talante de despojo, pocas y preguntas
cotidianas”[4].
Hay un poema
de “Inventario”,” Hagamos un trato” que me encanta por su elemental
fascinación:
HAGAMOS UN
TRATO
Compañera
usted sabe
que puede
contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a
los ojos
y una veta de
amor
reconoce en
los míos
no alerte sus
fusiles
ni piense qué
delirio
a pesar de la
veta
o tal vez
porque existe
usted puede
contar
conmigo
si otras
veces
me encuentra
huraño sin
motivo
no piense qué
flojera
igual puede
contar
conmigo
pero hagamos
un trato
yo quisiera
contar
con usted
es tan lindo
saber que
usted existe
uno se siente
vivo
y cuando digo
esto
quiero decir
contar
aunque sea
hasta dos
aunque sea
hasta cinco
no ya para
que acuda
presurosa en
mi auxilio
sino para
saber
a ciencia
cierta
que usted
sabe que puede
contar
conmigo.
Sencillo,
sabio, con ritmo y de grata recordación. Otro es “Ustedes y nosotros”:
USTEDES Y
NOSOTROS
Ustedes
cuando aman
exigen
bienestar
una cama de
cedro
y un colchón
especial
nosotros
cuando amamos
es fácil de
arreglar
con sábanas
qué bueno
sin sábanas
da igual
ustedes
cuando aman
calculan
interés
y cuando se
desaman
calculan otra
vez
nosotros
cuando amamos
es como
renacer
y si nos
desamamos
no la pasamos
bien
ustedes
cuando aman
son de otra
magnitud
hay fotos
chismes prensa
y el amor es
un boom
nosotros
cuando amamos
es un amor
común
tan simple y
tan sabroso
como tener
salud
ustedes
cuando aman
consultan el
reloj
porque el
tiempo que pierden
vale medio
millón
nosotros
cuando amamos
sin prisa y
con fervor
gozamos y nos
sale
barata la
función
ustedes
cuando aman
al analista
van
él es quien
dictamina
si lo hacen
bien o mal
nosotros
cuando amamos
sin tanta
cortedad
el
subconsciente piola
se pone a
disfrutar
ustedes
cuando aman
exigen
bienestar
una cama de
cedro
y un colchón
especial
nosotros
cuando amamos
es fácil de
arreglar
con sábanas
qué bueno
sin sábanas
da igual.
A Mario Benedetti
en este momento se la hacen homenajes en su país y en toda Hispanoamérica, es
el poeta popular del continente, el más cantado y por supuesto un excelso
novelista. Todo lo que se haga en su honor es justo. Mire esta síntesis crítica magistral sobre su
poesía de manos de Gustavo Cobo Borda: “Emotiva, simple, conversacional, su
poesía no alcanzaba grandes alturas, y él mismo llego a definirse como un poeta
menor, pero había logrado sintonizar con un talante de despojo, pocas cosas y
preguntas cotidianas. De sencillísimo aprendido en el poeta argentino Baldomero
Fernández Moreno. Tácticas y estrategias para amar, conciencia del paso del
tiempo, llanto fraterno por torturados y desaparecidos y las amargas lecciones
del exilio, en soledad y distancia. Haber expresado ese momento histórico y
luego el des-exilio, con su retorno a un país que ya nunca sería el mismo, hizo
que sus poemas, cuentos, novelas, ensayos y teatro configuraran la sensibilidad
de muchas y muchos que con su muerte vieron desaparecer un amigo de sueños y
optimismos históricos, que luego el mismo Benedetti termino por reconocer como
excesivo y distante de la realidad. Una de las muchas lecciones válidas de este
libro justo y capaz de brindarnos una imagen coherente de este escritor tan
popular, tal como lo ha perfilado Hortensia Campanella en su muy lograda
biografía”[5].
Me une a este homenaje con total agradecimiento para quien me dio las mejores
lecturas.
[1] https://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/361384/TLAG.pdf?sequence=1
[2] Ibidem
CESAR HERNANDO BUSTAMANTE HUERTAS
[1] https://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/361384/TLAG.pdf?sequence=1
[2] Ibidem
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