Fernando Del Paso fue
uno de los grandes escritores de México, “Noticias del imperio” es su mejor novela,
de una vigencia absoluta. Su lectura nos hizo tener una visión histórica sobre su país, desde la conquista hasta nuestros días, constituye el ADN de una nación que aún busca su
identidad, elucidar su pasado, desde una estética alucinante y con una
prosa avasallante fue su propósito. Fue un escritor amigo de
Colombia y quien tuvo una amistad entrañable con Gabriel García Márquez, de
quien escribió uno de los mejores ensayos sobre su obra. Este artículo tomado
del periódico “El Tiempo” de Colombia lo presenta en su verdadera dimensión y con
mucha lucidez recuerda su gran legado. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE
Por: Juan
Camilo Rincón y Natalia Matallana Restrepo
19 de noviembre 2018 , 02:16 Pm.
Vale la pena recordar su legado intelectual y literario y su especial cariño por Colombia.
Vale la pena recordar su legado intelectual y literario y su especial cariño por Colombia.
México es el país latinoamericano que en más ocasiones se ha
hecho acreedor al Premio Miguel de Cervantes: Octavio Paz, Carlos Fuentes,
Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Fernando del Paso fueron
reconocidos con el galardón literario más importante de la lengua española. Se
trata del gran ejército de los seis; la tropa que estructuró buena parte de la
literatura latinoamericana del siglo XX, con una P en su línea frontal a la que
Fuentes, con su apellido, llevó la contraria.
Este año también perdimos a Pitol y ahora, tras el
fallecimiento del insurrecto Fernando del Paso, el 14 de noviembre pasado en
Guadalajara (México), nos acercamos al final de una generación y de un momento
cultural que nos dieron, a través de sus palabras, nuevas formas de vernos y
pensarnos.
De ellos, hoy solo sobrevive una mujer de letras poderosas y
fecundas, mientras nos vamos volviendo testigos del ocaso de ese gran imperio
de las letras, ese que hizo la perfecta transición desde el boom para
ofrecernos otros modos de literatura.
“¡Qué tristeza la muerte de Fernando del Paso, quien seguirá
siendo uno de los más grandes novelistas mexicanos!”, expresó Elena
Poniatowska, su gran amiga, por quien no solo sentía un gran cariño sino una
inmensa admiración.
Jorge Volpi, digno heredero de la obra del creador de
‘Palinuro de México’, se refirió a él como “uno de los más grandes narradores
de nuestro tiempo”, cuyas obras maestras son “portentosos universos verbales
que seguirán confrontándonos”.
Para el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, también ganador
del Premio Cervantes, fue “uno de los grandes clásicos de la lengua española,
quien llegó en cada una de sus obras hasta el fondo de las palabras”.
La autora y periodista mexicana Mónica Lavín se refirió así a
la obra de su coterráneo: “Sin ‘Noticias del Imperio’ no tendríamos luces para
comprender la tragedia del breve imperio de Maximiliano en México ni nuestra
raíz liberal con Juárez. Sin la obra de Fernando del Paso, Carlota no nos
resonaría en primera persona desde el Castillo de Chapultepec, tan deseosa del
amor de Maximiliano, tan dispuesta a defenderlo hasta el final. Con ‘Noticias
del Imperio’ tuvimos renovados ojos para ver a México a través de ellos, los
extranjeros, que se llenaron de asombro, y de los que los consideraron intrusos
por ser producto del deseo de los conservadores. Sin ‘Noticias del Imperio’
comprender México hoy sería imposible”.
Obra delirante
Carmen Villoro, poeta y narradora mexicana encargada de la
Cátedra Fernando del Paso en la Universidad de Guadalajara y hermana de Juan
Villoro, considera al autor de ‘José Trigo’ “el escritor más sólido e
importante de los últimos tiempos”.
La autora de ‘Obra negra’ estuvo muy cerca de Del Paso y su
familia, sobre todo en los últimos diez años. Señala que sus obras fueron
monumentales y de un riquísimo manejo del lenguaje, influyendo de manera
significativa en su proceso creativo, pues el poder de la escritura del
cervantino radica en su capacidad de inspirar pasión por el lenguaje, invitando
a dejar a un lado el temor a los riesgos.
“Me contagió esta tonalidad, un tanto delirante, que explora
las imágenes, muy atrevida y que no se detiene en el sentido común. Creo que
esta es una gran virtud de la literatura de Fernando del Paso, que lo contagia,
que es atreverse a seguir el flujo natural del pensamiento y la imaginación,
permitiendo que se desborden. Creo que esto, combinado con un rigor en el dominio
de la gramática, más precisa y ortodoxa, es una composición excelente como para
atreverse a seguir jugando; es algo que a todos nos atrapa de su literatura y
ojalá, en alguna medida, se cuelgue en el trabajo de los que estamos
intentándolo”, afirma Villoro.
También recuerda que a Del Paso le gustaba discutir sobre los
autores que consideraba debían ser incluidos en la colección de narrativa que
él dirigía para la Universidad de Guadalajara. Hacía énfasis en que los jóvenes
debían leer los clásicos, pero también le apostaba al tipo de historias que
rompían esquemas: “Insistía en llevarlos a la literatura universal, porque él
era un hombre universal. Le importaba mucho que las propuestas literarias
fueran revolucionarias, vanguardistas, distintas, atrevidas, incluso
temerarias”.
Una catedral verbal
Fernando del Paso sentía una gran admiración por la obra del
escritor Antonio Ortuño, narrador y periodista nacido en Guadalajara, finalista
en 2007 del Premio Herralde de Novela con su libro ‘Recursos humanos’ y cuya
primera novela, ‘El buscador de cabezas’, fue seleccionada por el diario
Reforma como el mejor libro debut de 2006.
Para esta nueva pluma mexicana, ‘José Trigo’ y ‘Palinuro de
México’ fueron apuestas radicales por una literatura exuberante; afirma además
que ‘Noticias del Imperio’ revitalizó la novela histórica en nuestro idioma:
“Del Paso fue un gran barroco, un tipo que levantó catedrales verbales, que
supo conservar de pie esas enormes montañas de lenguaje, que construía las
frases con una ambición y un talento asombrosos”. Ortuño señala que es
importante leerlo porque “aúna ambición, riesgo, humor, coloquialismo,
erudición e inteligencia”.
Palinuro de Colombia
Hace un par de meses fue inaugurada en Medellín la librería
del Fondo de Cultura Económica. Esta lleva, en un acto de profundo cariño del
país que quiso tanto, el nombre del creador de ‘Linda 67’.
Y es que el chilango tenía un inmenso afecto por nuestro país;
le encantaba el ajiaco, lamentaba el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán “tanto
como cualquier colombiano que se respete” y se dolía de la violencia que por
largas décadas ha sufrido Colombia.
Se declaró admirador de la obra de Jorge Zalamea, principalmente
por sus traducciones de Saint-John Perse, así como del trabajo creativo de
Álvaro Mutis y de Gabriel García Márquez, de quienes afirmó alguna vez que le
habían enseñado a leer, abriéndole las puertas de la literatura.
Al padre de Maqroll (Mutis) lo citó más de una vez en sus
textos, y lo consideraba “un personaje salido de un libro de Marcel Proust. Un
personaje, desde luego, lleno de vida y alegría, a quien la cultura y el buen
humor le salen por los poros”.
Su enorme cariño por el bardo bogotano nació porque este lo
llevó a amar la poesía y a Gabo, con quien pasaba largas tardes viendo jugar a
sus hijos en la sala de su casa. Ambos dieron a luz, además, a un libro
titulado ‘El coloquio de invierno’ (1992), producto de un conversatorio con
Fuentes en el auditorio Alfonso Caso de la Ciudad Universitaria del país manito
en febrero de 1991, en el que los tres autores fueron los encargados de las
lecciones inaugurales en un evento en el cual se debatió sobre los grandes
cambios de nuestro tiempo.
Gran amigo de sus amigos, llegó a heredar el moisés que dejó
el artista Fernando Botero a su paso por el país azteca. ‘Coleccionó’
colombianos como Fernando Arbeláez, Nicolás Suescún, Nancy Vicens y Antonio
Montaña Nariño, conformando la que él llamó “una cadena de amigos”.
Cuando vino a Colombia en 1993 para presentarse en la Feria
Internacional del Libro de Bogotá, fue entrevistado, entre otros, por Jorge
Consuegra. Al terminar el diálogo, el periodista cultural le pidió una firma en
‘Noticias del Imperio’ pero, contra la costumbre, no en las primeras hojas sino
en la mitad del libro. Fernando le preguntó: “¿Para qué quieres la firma ahí
donde se puede perder?”; Consuegra respondió: “Es que ahí termina el capítulo
que más me marcó”. Sorprendido pero satisfecho con su respuesta, le dejó su
rúbrica con un abrazo.
Fernando del Paso iba a presentar en la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara su nueva novela, ‘La muerte se va a Granada’,
publicada por el Fondo de Cultura Económica, y tenía planeado hacer presencia
en el homenaje a Juan José Arreola por los 100 años de su natalicio.
También se había contemplado que hiciera entrega del Premio
Sor Juana Inés de la Cruz a Margo Glantz. Debido a la noticia de su
fallecimiento, la feria decidió realizar un reconocimiento a su vida y obra.
Con unas sentidas palabras que envió para el evento de
inauguración de la librería antioqueña, Del Paso recordó a los asistentes lo
que el poeta mexicano Juan de Dios Peza escribió tras el deceso de su amigo
Ramón López Velarde: “Qué triste será la tarde en que a México regrese sin ver
a López Velarde”.
Las hizo entonces suyas al rememorar a su entrañable Antonio
Montaña, con quien, “navegando en un mar de recuerdos” escribían juntos en una
Olivetti “si no al alimón, sí al unísono”, y hoy las repetimos para despedir al
incomparable creador de ‘Sonetos de lo diario’: “Qué triste será la tarde en
que a México regrese sin ver a Fernando del Paso”. Hoy, Fernando, “vamos a
inventar de nuevo la historia”.
JUAN CAMILO RINCÓN Y NATALIA MATALLANA RESTREPO*
PARA EL TIEMPO
*Natalia Matallana Restrepo. Comunicadora social y
periodista. Reportera en el diario mexicano La Crónica de Hoy (Jalisco) para
las fuentes de Cultura y Metrópoli @nataliavuela
** Juan Camilo Rincón. Periodista, escritor e investigador
cultural. Autor de los libros 'Ser colombiano es un acto de fe. Historias de
Jorge Luis Borges y Colombia', 'Viaje al corazón de Cortázar' y 'Nuestra
memoria es para siempre'.
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