viernes, 7 de octubre de 2016

FOSTER WALLACE EN EL PLANETA TRILAFON


Artículo aparecido en la revista el cultural de España.
“Llevo tomando antidepresivos, no sé, un año ya, y supongo que me siento bastante cualificado para explicar cómo son”. Así, trágico y burlón, comienza El planeta Trilafon y su ubicación respecto a Lo Malo, el cuento inédito de DFW que, junto a diversos “materiales lectivos” y otros textos conocidos del autor, llegará esta semana a las librerías. Un David Foster Wallace portátil (Random House) que, en su repaso, nos ofrece al mito fragmentado y por completo.
Alberto Gordo
En la nota introductoria de este David Foster Wallace portátil, Claudio López Lamadrid, director editorial de Penguin Random House, escribe: “Queríamos disponer de un Wallace portátil, un compañero de viaje, un libro manejable”. Pero les ha salido un libro de casi setecientas páginas. Incluye textos conocidos (De La niña del pelo raro; de Entrevistas breves con hombres repulsivos; de Extinción; de Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer; de Hablemos de langostas; de En cuerpo y en lo otro) y algunas páginas inéditas: “materiales lectivos” y un cuento temprano, de 1984, que antecede algunas de las ficciones que DFW escribiría después. A cada texto lo acompaña un epílogo entusiasta de algún “reconocido seguidor” del autor, de Leila Guerriero a Andrés Calamaro. Este último le dedica una balada.

El relato inédito, titulado El planeta Trilafon y su ubicación respecto a Lo Malo, es, según Javier Calvo, uno de los traductores de DFW, “un ensayo previo de ‘La persona deprimida'”. Lo Malo es, para el protagonista, la depresión, de la que entra y sale con calas en el planeta Trilafon, lugar en el que lo sitúan los antidepresivos. “Es un texto terrible, aunque carezca de la condición hipnótica de algunos relatos posteriores -señala Calvo-. Un texto truncado, que avanza más en torno a asociaciones concéntricas e imágenes infernales que siguiendo un eje lineal. Igual que El rey pálido, su falta de final, su divagar eterno, lo hace extrañamente poderoso”.

Varios pasajes ilustran lo dicho por Calvo: “Un tipo de la televisión que tiene bastante labia dijo que hay quien lo compara [la depresión] con estar debajo del agua -escribe DFW (1962-2008)-, en el fondo de una masa de agua que no tiene superficie, al menos para ti, de forma que da igual en qué dirección vayas, seguirá habiendo más agua, sin aire fresco ni libertad de movimientos, solo restricción y asfixia y ausencia de luz. (…) Imaginaos cómo os sentirías en ese momento exacto, como Descartes al principio de su segunda cosa, y luego imaginaos esa sensación con toda su intensidad asfixiante y realmente deliciosa pero prolongada durante horas, días, meses… eso sería más adecuado”.
D. T. Max, biógrafo de DFW (Todas las historias de amor son historias de fantasmas, Debate, 2013), explica a El Cultural que el escritor nunca habló en vida de este cuento. Lo publicó en la revista de la universidad y un estudiante lo encontró años después en los archivos. “Para mí es un relato increíble -comenta Max, que está de paso en España para escribir, por encargo de The New Yorker, un reportaje sobre Almodóvar-. Es la nueva voz de un genio. Ahí está ya esa mezcla de Salinger y Kafka. Está toda su energía, y está ya su punto de vista completamente original”

¿Por qué entonces nunca se refirió a él? “No lo sé -responde-. Es típico de los escritores que rechacen sus primeros textos. Creo que no hay que buscar otra explicación”.
FW se convirtió pronto -a principios de la década de los 2000- en “autor de culto” aquí en España, país al que, como recuerda López Lamadrid, llegó enseguida su literatura (junto a Italia, fue el primer país en que se tradujo La broma infinita, segunda de las tres novelas de DFW). López Lamadrid era entonces un editor novato. “Llevado por el entusiasmo de la recepción crítica y por un apasionamiento más propio de la bisoñez, me apresté a solicitar los derechos de publicación de la novela”, recuerda en el prólogo. Pronto se topó con los costes de producción de un libro de 1.200 páginas. La editorial que se adelantó a él renunció finalmente a los derechos, quizás por los elevados gastos. El caso es que al final Mondadori lo publicó, y el libro corrió enseguida de mano en mano. Menos La escoba del sistema (Pálido Fuego, 2013) y dos ensayos, uno sobre rap y otro sobre matemáticas, toda la obra del norteamericano ha sido publicada en este sello.
En Estados Unidos, prosigue Max, lawallacemanía llegó sobre todo tras su muerte. “Se le conocía, pero no era ni mucho menos el mito que es hoy. No hay que olvidar que parte de la obra de Wallace es difícil, aunque él deseaba -y creo que lo consiguió- un equilibrio entre lo accesible y lo complicado. La broma infinita, por ejemplo, era entonces -y en parte lo sigue siendo- un libro más alabado que leído”. Se plantea en EE.UU. ahora el problema de cómo enseñar a DFW. “Por mi experiencia -dice-, sé que un libro como Hablemos de langostas encanta a los alumnos, mientras que las novelas, siendo absolutamente geniales, les plantean más dificultades”. Y esto, añade, hubiera disgustado a nuestro autor, pues para él “su obra comenzaba y terminaba en las novelas, y lo demás era secundario”.
Justo de las novelas no hay extractos en el libro que ahora se publica. “Hemos dejado fuera las novelas -explica López Lamadrid- porque creemos que las novelas, por más que las de DFW se presten a ser fragmentadas, hay que leerlas enteras”.

Han preferido también prescindir de los “especialistas norteamericanos habituales” para acompañar los textos del norteamericano. En lugar de eso, los citados Calvo y Calamaro, más Luna Miguel, Antonio J. Rodríguez, Rodrigo Fresán, Leila Guerriero, Alberto Fuguet e Inés Martín Rodrigo hablan de su DFW preferido, y ofrecen una visión personal del legendario escritor de la bandana en la cabeza. Fresán cita una frase de DFW (lo dijo cuando, después de publicar Extinción, algunos críticos le afearon su falta de claridad) que es en sí una declaración de intenciones: “Yo tuve un profesor que me caía muy bien y que aseguraba que la tarea de la buena ficción era la de darles calma a los perturbados y perturbar a los que están calmos”.
En El planeta Trilafon..., DFW reproduce el tormentoso monólogo interior -tan presente como tema en su literatura- con el que todo ser humano ha de vivir siempre; o, como dice el narrador, la “larga y sangrienta crónica de todas las neurosis tan monas que (...) empezaron a brotarme por todos los rincones del cerebro”. Dice Max que la diferencia entre este DFW y el de sus cuentos previos, escritos durante su época del instituto, tiene precisamente que ver con esto. “Los cuentos que escribió cuando tenía quince años no tienen la fuerza de El planeta Trilafon. Este relato lo escribió después de sufrir dos depresiones severas que le obligaron a dejar la universidad un tiempo”.
El personaje creado por DFW intenta -como el propio DFW- suicidarse sin éxito. Ocurre en plena Nochebuena, mientras toda su familia (“mis padres y mis hermanas y mi abuelita y el yayo y el tío Michael y la tía Sally”) beben cócteles y escuchan “un disco precioso y mortalmente triste que hablaba de un niño inválido y de los Reyes Magos”. “Yo me desnudé -continúa el narrador-, me metí en una bañera llena de agua tibia y a continuación tiré dentro unos tres mil aparatos eléctricos. Sin embargo, si el incidente entero de por sí ya era una tontada, todavía lo fue más gracias al hecho de que, en mi estado irracional, yo había dejado astutamente desenchufados la mayoría de los aparatos”.

Acto seguido, cuenta que dos aparatos conectados por error hicieron que se fundieran los fusibles de la casa. “No creo que la anécdota tenga su base en una vivencia propia -apostilla Max-. Aunque es seguro que pensó en suicidarse antes de ir a la universidad. Porque la depresión y la ansiedad empezaron antes, en el instituto, cuando tenía trece o catorce años”.
“Leed hasta la última coma”
La otra gran novedad del libro son los materiales lectivos, aunque lo cierto es que algunos ya circulaban desde hace años por Internet. Incluyen cartas, guías de asignatura, correos electrónicos. Según Sally F. Wallace, madre de DFW, su hijo se leía tres veces cada texto de sus alumnos (fue una técnica que aprendió de ella, profesora también). “Pero, además -escribe en la introducción a estas páginas-, cada vez que los leía, hacía anotaciones en el margen, usando bolígrafos de colores distintos para distinguir cada una de las tres lecturas”.

Recomendaba a sus alumnos “libros que se pueden considerar buenos o importantes pero que en general no se leen mucho”. Libros de Renata Adler, Richard Brautigan o Joan Didion.
O ensayos de Jo Ann Beard, Stephen Elliott o George Orwell. “Se requiere que leáis hasta la última coma de los textos obligatorios, puntualmente y con atención”, les decía.


El profesor Wallace sabía ser severo cuando se trataba de controlar el seguimiento de las clases: “Por favor, abandonad este curso si prevéis que tendréis dificultades para seguir el ritmo cuando la cosa se ponga complicada”. Y solo era flexible cuando entendía que siéndolo fomentará el debate intelectual en el aula. “Podemos hablar de lo que queráis -termina una de sus guías-, siempre y cuando lo hagamos de forma convincente y bien”.


¿QUÉ ES LA NO FICCIÓN CREATIVA?, POR DAVID FOSTER WALLACE


Literatura inglesa 183D Primavera 2008. Descripción de la clase

Literatura inglesa 183D es un taller de no-ficción creativa, un término que abarca un amplio espectro de obras en prosa, tales como ensayos personales y autobiográficos, perfiles, escritura sobre naturaleza y viajes, ensayos narrativos, ensayos descriptivos o basados en la observación, escritura técnica de interés general, ensayos argumentativos o de ideas, crítica de interés general, periodismo literario y otros.


Las palabras que constituyen el término sugieren un eje conceptual en el que se sitúa este tipo de obras en prosa. En tanto que no-ficción, las obras están relacionadas con situaciones reales del mundo, son “verdaderas” en cierta medida verificable. Si, por ejemplo, se afirma que ha ocurrido cierto acontecimiento, tiene que haber ocurrido de verdad; si se afirma una proposición, el lector espera alguna prueba (o argumento en apoyo) de su exactitud. Al mismo tiempo, el adjetivo “creativa” significa que hay otra(s) meta(s) aparte de la pura veracidad que motivan al autor e informan su obra. Esta meta creativa, en términos generales, puede interesar al lector, o instruirlo, o bien entretenerlo, conmoverlo o persuadirlo, edificarlo, redimirlo, divertirlo, conseguir que el lector mire con más atención o piense con mayor profundidad en algo que es digno de su atención… o bien alguna(s) combinación(es) de todas estas cosas.

“Creativa” también sugiere que este tipo de noficción suele mostrar indicios de su propio artificio; el autor del ensayo suele querer que veamos y entendamos que él ha creado el texto. Esto, sin embargo, no significa que la meta principal del ensayista sea “compartir” o “expresarse” o cualquier otro término buenista que le hayan enseñado en secundaria.


En el mundo adulto, la no-ficción creativa no es una escritura expresiva sino comunicativa. Y un axioma de la escritura comunicativa es que al lector no le interesas de forma automática tú (el autor), ni tampoco te encuentra fascinante como persona, ni tampoco siente un interés profundo y natural por las mismas cosas que te interesan a ti. El lector, de hecho, únicamente sentirá por ti, tu tema y tu ensayo lo que las palabras que has escrito le mueven a sentir.

Una ventaja del formato del taller es que te permitirá oír lo que el ensayo que has escrito para el curso mueve a pensar y sentir a doce personas adultas razonablemente inteligentes.



Algunas reglas
No hay libros de texto obligatorios (se recomienda encarecidamente un buen diccionario y un buen diccionario de uso. Estáis locos si no los tenéis ya), y yo suministraré fotocopias gratuitas de todos los textos que hay que leer fuera de clase.

Por razones obvias tenéis que asistir a todas las clases. Solo se justificará la ausencia bajo circunstancias extraordinarias. Tener más de una ausencia justificada, así como más de una sola sin justificar, provocará que se os baje la nota final. Después de las dos primeras semanas, la impuntualidad flagrante o crónica contará como una ausencia injustificada. (...)


Literatura Inglesa 183 es un entorno de crítica serio y seguro. Tenéis que tratar los borradores de ensayos de vuestros compañeros como documentos confidenciales. Nadie que no esté en la clase podrá leerlos ni saber nada de ellos; ni compañeros de clase, ni amigos comunes ni amistades a distancia basadas en el correo electrónico. Si habláis entre vosotros de los ensayos de vuestros compañeros fuera de clase, tenéis que hacerlo de la forma más privada y respetuosa posible.
sta clase se basa en el supuesto de que mejoraréis como escritores no solo a base de escribir mucho y recibir críticas detalladas, sino también a base de convertiros en críticos más sofisticados y elocuentes de la obra de otros escritores. Por consiguiente, es obligatorio que os leáis los ensayos de cada uno de vuestros compañeros por lo menos dos veces, introduciendo comentarios útiles y concretos en vuestra copia del manuscrito siempre que resulte adecuado. Un consejo: una de las razones para escribir vuestros ensayos a doble espacio y dejar márgenes generosos es darnos espacio a los demás para que escribamos notas al margen.


Por diversas razones, seguramente no habré puesto notas concretas en vuestros textos cuando os los devuelva. Si alguien tiene algún problema con esto, ha de venir a hablar conmigo en persona. Tal vez haga alguna excepción con aquellos alumnos que tengan desorden de ansiedad diagnosticado profesionalmente o algo parecido. También ofreceré, en cualquier momento del semestre, un cálculo de su nota general provisional a cualquier alumno que venga y me lo pida. (Cualquiera que parezca encaminarse a una nota final de 7 o inferior no necesitará pedírmelo; ya me aseguraré yo de hacérselo saber).

Una parte de las notas que recibáis por los trabajos escritos a lo largo de este curso dependerá de la presentación de cada documento. Aquí “presentación” significa muestras de esmero, de facilidad con el inglés escrito y de empatía hacia los lectores.Los ensayos que presentéis para las discusiones de grupo tienen que haber sido revisados minuciosamente y estar limpios de errores tipográficos y ortográficos, construcciones embrolladas y errores básicos de uso y/o puntuación. “Creativo” o no, el E183D es un curso de escritura de alto nivel, y los trabajos que se vean chapuceros o escritos con torpeza recibirán una penalización en la nota; y una penalización alta si esto sucede más de una vez.

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