CESAR HERNANDO BUSTAMANTE HUERTAS
Este es un
escritor que no necesita presentación, novelista, ensayista y excelente columnista,
sus narrativas son un bocado de cardenal, es un lector a carta cabal, sus
columnas, son un aprendizaje total sobre literatura y
cumplen con el mínimo deber, alucinan, en mi caso como lector, siempre me cautiva. “Nació en Barcelona, en el número 108 de
la calle Roger de Lauria, frente al desaparecido cine Metropol. Estudió
derecho y periodismo, y entró en 1968 como redactor en la revista de cine
Fotogramas, así como en Destino. En 1970 dirigió dos cortometrajes, Todos los
jóvenes tristes (sobre la desesperación) y Fin de verano (sobre la destrucción
de la familia burguesa). Además, fue actor en siete películas catalanas, todas
ellas prohibidas por la censura franquista”.
Su relación
con Latinoamérica ha sido especial: Piglia, Prom, Villoro, Bolaños, Borges. Es un escritor de culto. Lamentamos sus
lectores que el periódico “El país” de España, haya decidido que solo sus
suscriptores lo puedan leer. Enrique Vila Mata en una de sus columnas dice, que después de
escribir una novela, se ve” en un “Callejón
sin salida”, en el discurso de recepción del premio Juan Rulfo expresó:
“los callejones sin salida han sido el motor central de mi obra”. En ese discurso
hace alusión el deseo ferviente de buscar nuevas escrituras. Y recurro
para ello a Robert Walser, al escritor suizo al que Cristopher Dominguez
Michael llamó mi héroe moral, parece que Walser se vió realmente liberado de sí
mismo el día que hizo un viaje nocturno en globo. Me gustaría
escribir alzándose sobre la pesada vida terrestre”. Bien que lo ha hecho.
Hay un punto
en esta disertación que me ha dejado impertérrito: “Con una confianza ingenua
en la evolución de la exigencia de los lectores del nuevo siglo, creía que en
el indescifrable futuro la novela de formato demoniaco -que se habría cobrado
ya sus mejores piezas- -cediendo su lugar a los ensayos narrativos, o a las
narraciones ensayísticas, y quizá cedería el paso de una prosa brumosa y
compacta, al estilo Sebald (es decir en el modo en que Nietzsche hacía de la vida, literatura) o estilo Sergio
Pitol el de El mago de Viena, con
este tipo de prosa compacta en el qu autor disolvía las fronteras entre los
géneros, haciendo que desaparecieran los índices y los textos consistieran en
fragmentos unidos por una estructura de unidad perfecta; una prosa a cuerpo
descubierto, la prosa del nuevo siglo”.
La novela (en
el decir de Bolaño), le queda imposible sostenerse sólo con el argumento. Esto para ratificar que Vila Matas es un
escritor absolutamente versátil, es un verdadero patinador, entre géneros, en
sus novelas trata de dilucidar, los grandes temas literarios. En una tesis de doctorado presentada en la
universidad de Valladolid, categorizan: “En Enrique Vila-Matas se juntan y se
suman los caracteres más renovadores de la escritura narrativa: la búsqueda de
la originalidad, la feliz simbiosis del humor, de la erudición y de la
fantasía, una prosa exquisita y atrevida. Pero Vila-Matas no navega en solitario
en esta odisea literaria: es integrante de una escritura vanguardista, de
tintes borgesianos, ya fraguada por escritores como Walser, Kafka, Musil o Valery
y cuyos máximos representantes, en la actualidad literaria, se hallan en las
figuras artísticas de W. S. Sebald, Antonio Tabucchi, Claudio Magris o Sergio
Pitol, entre otros” [1].
“Impón tu
suerte”, el último texto suyo, es una joya literaria, cada disertación es un
aprendizaje sobre literatura, el reto de escribir y por supuesto, de manera
tacita, la condición del lector. “París no se acaba nunca” es una revisión
irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los
años setenta. Todas sus obras, o la mayoría tienen que ver con la literatura,
la creación literaria y la edición, para solo hablar de los ejes principales. Dublinesca, la última novela que leí es un texto sobre el papel del editor en estos tiempos. Alicia Torres en la red hace una síntesis
magistral: “es un editor que ante la inminente quiebra de su negocio debe
cerrarlo, después de tres décadas, y encima olvidarse del alcohol por una
enfermedad que a sus sesenta años lo sofoca como una soga al cuello. El catalán
se ha defendido: que no se inspiró en Herralde, que Riba es un personaje de
ficción basado en varios editores que conoció, que ya se había pasado de la
raya escribiendo sobre escritores, que pocos son los colegas que han
ficcionalizado editores, en fin, que leerlo en esa clave es un error[2]”.
Este libro me
produjo angustia desde que empecé a leerlo, cierta depresión, la
misma que padeció el protagonista, la edición, como tal ya no es lo mismo. El protagonista, en esta novela el editor acaba de cerrar su negocio, no tiene la importancia que antes le daban. Cada vez quedan menos editores en el mundo, se han quedado sin trabajo o hay otro tipo de
lecturas en contra del libro impreso. Esto no quiere decir que la literatura
haya muerto, se ha mutado a otro tipo de edición y ha sufrido los embates del
monopolio y la concentración en pocas editoriales. Después Joyce, las preguntas
esenciales sobre el papel de la literatura, el ensayo, la intertextualidad. Hay
una cita de la escritura de Luz Mery Giraldo que me parece pertinente: “La edad
moderna estaba obsesionada por la producción y la revolución, la edad
postmoderna lo está por la información y la expresión [...]; cuanto mayores son
los medios de expresión menos cosas se tienen por decir; cuanto más se solicita
la subjetividad, más anónimo y vacío es el efecto. Gilles Lipovetski.
“Impostura” es una suma de artículos, sobre literatura, vanguardias, escritores,
la labor creativa y el lector, trata de descifrar las claves de la creación
narrativa desde su experiencia como escritor y lector. Enrique Vila Matas como nadie es un hombre
comprometido con lo que hace y con su época. Es amigo y lo fue de una pléyade de
escritores importantes. Este libro es muy importante y de verdad, al igual que
Borges, es una incitación a muchas lecturas.
[1] Enrique Vila-Matas y la búsqueda de
la novela total (1973-2007). Mestizaje genérico e intertextualidad.