miércoles, 29 de julio de 2020

ENRIQUE VILA MATAS


CESAR HERNANDO BUSTAMANTE HUERTAS


Este es un escritor que no necesita presentación, novelista, ensayista y excelente columnista, sus narrativas son un bocado de cardenal, es un lector a carta cabal, sus columnas,  son un aprendizaje total sobre literatura y cumplen con el mínimo deber, alucinan, en mi caso como lector, siempre me cautiva. “Nació en Barcelona, en el número 108 de la calle Roger de Lauria, frente al desaparecido cine Metropol. ​ Estudió derecho y periodismo, y entró en 1968 como redactor en la revista de cine Fotogramas, así como en Destino. En 1970 dirigió dos cortometrajes, Todos los jóvenes tristes (sobre la desesperación) y Fin de verano (sobre la destrucción de la familia burguesa). Además, fue actor en siete películas catalanas, todas ellas prohibidas por la censura franquista”.

Su relación con Latinoamérica ha sido especial: Piglia, Prom, Villoro, Bolaños, Borges.  Es un escritor de culto. Lamentamos sus lectores que el periódico “El país” de España, haya decidido que solo sus suscriptores lo puedan leer. Enrique Vila Mata en una de sus columnas dice, que después de escribir una novela, se ve” en un “Callejón sin salida”, en el discurso de recepción del premio Juan Rulfo expresó: “los callejones sin salida han sido el motor central de mi obra”. En ese discurso hace alusión el deseo ferviente de buscar nuevas escrituras. Y recurro para ello a Robert Walser, al escritor suizo al que Cristopher Dominguez Michael llamó mi héroe moral, parece que Walser se vió realmente liberado de sí mismo el día que hizo un viaje nocturno en globo. Me gustaría escribir alzándose sobre la pesada vida terrestre”. Bien que lo ha hecho.



Hay un punto en esta disertación que me ha dejado impertérrito: “Con una confianza ingenua en la evolución de la exigencia de los lectores del nuevo siglo, creía que en el indescifrable futuro la novela de formato demoniaco -que se habría cobrado ya sus mejores piezas- -cediendo su lugar a los ensayos narrativos, o a las narraciones ensayísticas, y quizá cedería el paso de una prosa brumosa y compacta, al estilo Sebald (es decir en el modo en que Nietzsche  hacía de la vida, literatura) o estilo Sergio Pitol el de El mago de Viena, con este tipo de prosa compacta en el qu autor disolvía las fronteras entre los géneros, haciendo que desaparecieran los índices y los textos consistieran en fragmentos unidos por una estructura de unidad perfecta; una prosa a cuerpo descubierto, la prosa del nuevo siglo”.

La novela (en el decir de Bolaño), le queda imposible sostenerse sólo con el argumento.  Esto para ratificar que Vila Matas es un escritor absolutamente versátil, es un verdadero patinador, entre géneros, en sus novelas trata de dilucidar, los grandes temas literarios.  En una tesis de doctorado presentada en la universidad de Valladolid, categorizan: “En Enrique Vila-Matas se juntan y se suman los caracteres más renovadores de la escritura narrativa: la búsqueda de la originalidad, la feliz simbiosis del humor, de la erudición y de la fantasía, una prosa exquisita y atrevida. Pero Vila-Matas no navega en solitario en esta odisea literaria: es integrante de una escritura vanguardista, de tintes borgesianos, ya fraguada por escritores como Walser, Kafka, Musil o Valery y cuyos máximos representantes, en la actualidad literaria, se hallan en las figuras artísticas de W. S. Sebald, Antonio Tabucchi, Claudio Magris o Sergio Pitol, entre otros” [1].

“Impón tu suerte”, el último texto suyo, es una joya literaria, cada disertación es un aprendizaje sobre literatura, el reto de escribir y por supuesto, de manera tacita, la condición del lector. “París no se acaba nunca” es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Todas sus obras, o la mayoría tienen que ver con la literatura, la creación literaria y la edición, para solo hablar de los ejes principales.  Dublinesca, la última novela que leí es un texto sobre el papel del editor en estos tiempos. Alicia Torres en la red hace una síntesis magistral: “es un editor que ante la inminente quiebra de su negocio debe cerrarlo, después de tres décadas, y encima olvidarse del alcohol por una enfermedad que a sus sesenta años lo sofoca como una soga al cuello. El catalán se ha defendido: que no se inspiró en Herralde, que Riba es un personaje de ficción basado en varios editores que conoció, que ya se había pasado de la raya escribiendo sobre escritores, que pocos son los colegas que han ficcionalizado editores, en fin, que leerlo en esa clave es un error[2]”.

Este libro me produjo angustia desde que empecé a leerlo, cierta depresión,  la misma que padeció el protagonista, la edición, como tal ya no es lo mismo. El protagonista, en esta novela el editor acaba de cerrar su negocio, no tiene la importancia que antes le daban.  Cada vez quedan menos editores en el mundo, se han quedado sin trabajo o hay otro tipo de lecturas en contra del libro impreso. Esto no quiere decir que la literatura haya muerto, se ha mutado a otro tipo de edición y ha sufrido los embates del monopolio y la concentración en pocas editoriales. Después Joyce, las preguntas esenciales sobre el papel de la literatura, el ensayo, la intertextualidad. Hay una cita de la escritura de Luz Mery Giraldo que me parece pertinente: “La edad moderna estaba obsesionada por la producción y la revolución, la edad postmoderna lo está por la información y la expresión [...]; cuanto mayores son los medios de expresión menos cosas se tienen por decir; cuanto más se solicita la subjetividad, más anónimo y vacío es el efecto. Gilles  Lipovetski.

“Impostura” es una suma de artículos, sobre literatura, vanguardias, escritores, la labor creativa y el lector, trata de descifrar las claves de la creación narrativa desde su experiencia como escritor y lector. Enrique Vila Matas como nadie es un hombre comprometido con lo que hace y con su época. Es amigo y lo fue de una pléyade de escritores importantes. Este libro es muy importante y de verdad, al igual que Borges, es una incitación a muchas lecturas. 













[1] Enrique Vila-Matas y la búsqueda de la novela total (1973-2007). Mestizaje genérico e intertextualidad.

[2] Revista Brecha. Alicia Torres

jueves, 9 de julio de 2020

EL “OTOÑO DEL PATRIARCA” DE GGM Y LOS GOBERNANTES QUE NOS AGOBIAN

CESAR HERNANDO BUSTAMANTE HUERTAS
Deberíamos releer esta formidable novela de Gabo para poder entender lo que está pasando en Latinoamérica, en la sólida democracia de los Estados Unidos y con algunos gobiernos de Europa en los últimos años. Es un fenómeno mundial, se han perpetuado en el poder dictadores, curiosamente desde la democracia, llegan legítimamente y después se perpetúan con el apoyo popular, una paradoja, le tuercen el cuello al sistema. La novela de Gabo describe al dictador capaz de vender el mar, su narrativa rompe totalmente con el espacio y el tiempo lineal, muestra los embelesamientos del poder con simbolismos y metáforas que fracturan la realidad. El dictador siempre se sobre-pone a la realidad, la anula para forjar la suya. Actúa con el poder de Dios: “La primera vez que lo encontraron, en el principio de su otoño, la nación estaba todavía bastante viva como para que él se sintiera amenazado de muerte hasta en la soledad de su dormitorio, y sin embargo gobernaba como si se supiera predestinado a no morirse jamás, pues aquello no parecía entonces una casa presidencial sino un mercado donde había que abrirse paso por entre ordenanzas descalzos que descargaban burros de hortalizas y huacales de gallinas en los corredores(El otoño del patriarca)”. Acabo de leer un artículo de Enrique Krauze en la revista “Letras Libres” sobre Andrés Manuel López Obrador. Lo describe desde el cumulo de decisiones absurdas, sin explicación alguna. Este un fenómeno mundial: Vladímir Putin, Recep Tayyip Erdoğan, Narendra Modi, Nicolás Maduro, Rodrigo Duterte, Jair Bolsonaro, Benjamín Netanyahu, Matteo Salvini y Donald Trump.
Enrique Krauze, refiriéndose a Andrés Manuel López Obrador, en un artículo que titula: “Un gobierno destructor”, enumera la infinidad de decisiones ilógicas que ha hecho el presidente actual de México, siempre a nombre del pueblo. Actúa como un pastor, desde dogmas religiosos, sin piso institucional, sembrando resentimientos muy peligrosos, con absoluto desconocimiento del estado y las instituciones. De hecho, nulo para la economía.  Kruaze hace un paralelo con Chavez para poder entenderlo. Escribe: “El dictador venezolano fue capaz de acabar con uno de los países más ricos del mundo en una década: “Menos macabro hasta ahora, AMLO ha llevado la obsesión por la historia a extremos similares. La historia para él es un oráculo al que recurre con dos ópticas convergentes en su propia persona: la “teoría de los grandes hombres” y el libreto de la revolución social pacífica. Según la teoría, la historia mexicana es un elenco de héroes a quienes López Obrador busca emular y superar. Según el libreto, la historia es una promesa de redención social incumplida, desvirtuada, traicionada, que es preciso retomar en una “cuarta transformación”, acaudillada por él, cuyo fin será completar la obra de la Independencia, la Reforma y la Revolución”. México puede retroceder lo poco que había ganado en su democracia. México vive actualmente una de las peores crisis económicas, en todo caso el presidente afirma frente a la crisis ocasionada por la pandemia del COVI: “Que quiebren las empresas que tienen que quebrar. “Hace poco declaró que las medidas habituales de crecimiento económico, como el PIB, son inútiles: lo que importa es el bienestar espiritual del pueblo (Letras libres. Krauze)”. Este es un fenómeno recurrente en nuestra historia. Estos hombres triunfan, porque la teoría de la redención sigue vigente, tenemos mente pastoril, creer que un hombre redimirá a estos pueblos es un acto de fe que se repite, tema que de antemano confirma nuestra religiosidad, el mesías nos sacará de todos los problemas. En Colombia el último presidente, el doctor Duque, ganó las elecciones, porque el último patriarca vigente, el doctor Älvaro Uribe, les dijo a sus electores, como lo hace el dictador, voten por este o por aquel, y sus electores desde el redil, nunca cuestionan, acatan la orden sin discusión alguna, en uno de los hechos políticos más raros en el espectro político latinoamericano. El señor Uribe  señala quien es el sucesor y lo escoge, de igual manera hace las listas para el senado y la cámara, así lo ha hecho en las últimas elecciones. Es el mesías. Hubo un tiempo en que México desde el PRI, desde unos protocolos, nombraba el candidato y este a su sucesor.  Argentina no ha encontrado norte desde hace muchos años, aún espera a su redentor, por ello, siempre vuelve al peronismo redomado. Leer el otoño del patriarca, constituye una manera de entender estos fenómenos desde la ficción, lleva esta realidad a extremos imaginables.  Brasil tiene un presiden absolutamente salido de tono, es la paranoia en el poder, por fuera de toda sindéresis. No se sí aun es popular o no, este pueblo de grandes universidades, con verdaderas megalópolis, tiene un loco por presidente. Hace poco le hizo saber al mundo que poco le importa la de-forestación del Amazonas y de alguna manera la propicia. Ortega en Nicaragua, no sólo es un dictador, sino que desaparece a sus opositores, no disimula la capacidad para matar, desplazar y torturar, maneja la justicia a su antojo. Sobra decir que se enriqueció con el erario público.