El marqués de Sade es de suma
importancia para la literatura y el pensamiento en general. Se ha escrito de
todo sobre este personaje. Encontrar un artículo o libro que aporte nuevas
luces es difícil. En este corto texto encontré una visión y un escrito, que no conocía,
que me parece mis escazos lectores deben conocer. Publicado por la revista “Ñ
de Clarin”, espero mis lectores disfruten. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE
Ensayo
Uno de los
autores más escandalosos de la historia dejó un breve texto de consejos para
escritores.
Ezequiel Alemian
02/01/2019 - 20:20
Clarin.com
En 1800 Sade editó el único libro
de cuentos que publicaría en vida, Los crímenes del amor. Se trata de once
“nouvelles heroicas y trágicas” escritas doce años antes, cuando “el marqués”
se encontraba encarcelado en la Bastilla, condenado por delitos sexuales. “En
cada relato, el mundo es alterado por el surgimiento de un deseo demasiado
violento para no exceder el cauce de los comportamientos admitidos. La
representación social se interrumpe por la fatalidad de un deseo al que nada
puede detener”, señaló sobre estos relatos la ensayista Annie le Brun. Como
prefacio a Los crímenes... Sade publicó un artículo titulado "Ideas sobre
la novela", ahora titulado Cómo escribir novelas.
Es un texto ambigüo y breve, de
poco más de treinta páginas. Atacado por la prensa, Sade está intentando dar de
sí la imagen de un escritor respetable. Ha eliminado de los relatos escenas de
sexo y anticlericales, y al final del texto desmentirá ser él el autor de
Justine, uno de sus libros más escandalosos.
En "Ideas..." aborda tres
cuestiones sucesivas: ¿por qué la novela se llama así?, ¿cuáles son sus fuentes
de la novela?, y ¿”qué reglas hay que seguir para llegar a la perfección en el
arte de escribirlas”?
A la primera cuestión responde que
es porque las primeras obras del género novela (roman, en francés) fueron
escritas en lengua romance, “una mezcla del céltico con el latín”. A la segunda
contesta que desde que los hombres sospecharon que había seres inmortales, en
Egipto, cuna de todos los cultos, los hicieron actuar y hablar.
“Desde entonces existen las
metamorfosis, las fábulas, las parábolas, las novelas”, dice Sade. Y argumenta,
siguiendo a Pierre Huet: “La palabra novela que se usaba antes para la historia
y luego se aplicó a las ficciones constituye un testimonio irrefutable de que
unas provienen de las otras. El hombre está sujeto a dos debilidades que
sostienen su existencia: en todas partes él reza y en todas partes él ama: esa
es la base de todas las novelas”, dice.
Desde Hedras hasta Richardson, Sade cita a
media centena de narradores. “El Quijote tiene categoría de recomendación
central, pero lo que más llama la atención son los bordes”, resalta Terranova.
En cuanto a las reglas para
escribir buenas novelas, enumera : conocer a las personas; dejarse llevar por
la imaginación, siempre que lo que se cuente sea posible; no hacer de la
escritura una profesión; preparar un esquema de lo que se va a escribir antes
de lanzarse; no obsesionarse con los límites; no darle un contenido moral a las
novelas, ni transmitir mensajes; lograr un desarrollo natural de la historia.
“No exijo más que una sola cosa:
sostener el interés hasta la última página”, escribe. Pero también como
oponiéndose a todo lo demás, dice: “Son impulsos lo que queremos de ti y no
reglas, sobrepasa tus planes, varíalos, auméntalos”.
“La aparente aceptación de Sade de
ciertos puntos de vista hegemónicos durante el siglo XVIII acerca de la novela
no es, en el fondo, sino un modo solapado e indirecto de rebatirlos con mayor
efectividad, en circunstancias que lo obligan a eludir la confrontación
intelectual abierta”, señala la investigadora Inés Pivetta en un artículo.
La
reivindicación de lo patológico e impactante, la exaltación de la fuerza de la
imaginación y de los impulsos o arrebatos creativos del novelista que ya se
dejan oír en la teoría sadiana de la novela se tornarán habituales décadas más
tarde, con el Romanticismo francés, agrega. Pero en 1800 la ruptura con la idea
de que la literatura debe estar ligada a la moral no puede ser asumida sin
ambigüedades y desvíoS.
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