viernes, 16 de febrero de 2018

ENTREVISTA AL FILÓSOFO FRANCO "BIFO" BERARDI


Es muy grato encontrar pensadores que le den una mirada diferente a la realidad social, por fuera del canon a que la ha sometido el mismo mercado y el sistema, lo preponderante para darle un término, que se salga de esas servidumbres, que incluso generan discursos dominantes que se niegan a darle una vuelta al análisis, es difícil aceptar que es necesario repensar el momento, volver por las resistencias.  Esta entrevista a propósito de su próximo libro, deja muy en claro quienes es este pensador y cuál es la matriz de su pensamiento, sus elucidaciones. Fue publicada por "La revista Ñ" del periodico "El Clarin" de Buenos Aires CESAR HERNANDO BUSTAMANTE

UNA MUTACIÓN SOCIAL ACECHA A LA HUMANIDAD

FLAVIA COSTA

El pensador señala el riesgo de un mundo que prioriza el papel del economista y donde la política pierde eficacia.

Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva (Caja Negra) se titula el reciente libro de Franco “Bifo” Berardi, investigador y activista italiano y una de las figuras más conocidas del movimiento autonomista de su país. Berardi es autor de, entre otros volúmenes, La fábrica de la infelicidad; Generación post-alfa y La sublevación, en los que abordó las transformaciones del trabajo y de la subjetividad provocadas por la globalización y la financiarización de la economía: la desterritorialización, la precarización del empleo, el declive de la burguesía y el proletariado y su paulatina reemplazo por el “cognitariado” y la clase ejecutiva financiera, el sometimiento de los trabajadores por dispositivos de automatización y control, cuyos efectos incluyen la dificultad para crear formas de solidaridad y de relación cuerpo a cuerpo.
El título no llama a engaños: es un libro crepuscular, tanto por el diagnóstico al que nos enfrenta como por su tono, que –como sucedía en algunos ensayos de Paul Virilio– infunde una sensación de urgencia, de inminencia ante la posible catástrofe, aquí nombrada como de escala evolutiva, que exige al lector una disposición anímica alerta e imaginativa.
¿De qué fin se habla aquí? “De la concepción moderna de humanidad”, sintetiza Berardi, debido a la abstracción y la aceleración frenética provocadas por la transición tecnológica hacia el entorno digital. La exposición incesante a flujos de información, en convergencia con un nuevo modo del capitalismo (el “absolutismo capitalista”, lo llama), corroe las capacidades humanas de empatía, supera las posibilidades neuronales de atención, debilita las condiciones para transformar la esfera social a través de la voluntad política, todo lo cual desencadena otros finales: del goce, de la crítica, de la decisión política, de la sensibilidad (la facultad de “comprender lo tácito”), del erotismo (la habilidad “de percibir el cuerpo del otro como una extensión viva de mi propio cuerpo”).
En este intercambio –vía correo electrónico– comenta qué efectos tiene esto en nuestra sensibilidad, y por qué cree que, ante la pérdida de eficacia de la política, es la hora de desconectar de las “concatenaciones estresantes” que sólo conducen al pánico, la soledad y la depresión.
–En su libro sostiene que asistimos a una mutación antropológica y cognitiva. Uno de los ejes es el pasaje desde un modo de relación de los cuerpos con el mundo que podía procesarse a través de la conjunción, que implica la apertura hacia el otro, el intercambio que da lugar a sentidos antes inexistentes, hasta la esfera de la conexión, una forma más abstracta y simplificada, donde la producción de significado obedece a patrones preconfigurados y en la que cada agente interactúa de manera solo funcional. Conjunción versus conexión. ¿Podría desarrollar esta tensión?
–Conjunción, para mí, es la modalidad de comunicación entre organismos conscientes y sensibles que interpretan signos y producen sentido en una situación contextual. En la conjunción la interpretación no implica solo reconocimiento de reglas sintácticas, sino la intuición de lo que no se dice verbalmente pero pertenece a la relación entre cuerpos situados en una dimensión sociocultural singular. La conexión es una condición de interpretación y producción de significado que no implica los cuerpos, la situación y el contexto, sino solo el reconocimiento de patrones (pattern recognition), de estructuras semióticas incorporadas en la técnica. Detrás de la distinción entre conjunción y conexión me interesan los efectos sociales y antropológicos. La conectivización del intercambio comunicacional en la generación que aprendió más palabras de una máquina que de un cuerpo-voz está provocando una verdadera mutación de la actuación cognitiva y del psiquismo colectivo. La infosfera conectiva habilita una aceleración del flujo de estimulación neural cuyos efectos en la psicoesfera son problemáticos. El aislamiento y la hiperestimulación neural están provocando una epidemia de depresión y pánico, una transformación brutal de la percepción del otro.
–Usted focaliza la distancia cada vez más insalvable entre los flujos ininterrumpidos de información y la limitada capacidad del cerebro humano para procesarlos. ¿Qué consecuencias trae para la mente individual y social este salto de escala?
–La crítica, como facultad de discernimiento entre verdadero y falso, entre bueno y malo no es un dato natural de la especie humana. La facultad crítica se forjó en la transformación técnica moderna: la difusión del texto escrito, poder leer los enunciados secuenciales permite la comprensión crítica. Hay un tema de ritmo, de temporalidad de la interpretación: cuando la infosfera se hipersatura, cuando el cerebro humano está hiperestimulado, la capacidad de distinción y discriminación se entorpece. La tempestad de mierda de la cual habla Byung Chul Han (En el enjambre). Hoy se habla mucho de fake news, las noticias falsas difundidas en las redes sociales, pero siempre las hubo en el discurso público. Sólo que en el pasado la mente individual y colectiva podía discernir el sentido de la verdad y la mentira. La experiencia social se fundaba sobre una capacidad crítica que ha sido la condición de la democracia. La irracionalidad de la mente social no es un efecto de malas intenciones, que seguro no faltan, sino del fallecimiento de la crítica.
–“Las leyes no tienen hoy ninguna fuerza frente a la circulación global de los algoritmos financieros, ni ante la potencia desterritorializada de las empresas globales”, comentó hace poco. Sabemos, con todo, que lo que se ha llamado neoliberalismo vino acompañado no por una disminución, sino por un andamiaje robusto de regulaciones. Un ejemplo: el Acta sobre Ciencia y Tecnología Avanzada sancionada por el Congreso de los EE.UU. en 1992, que al permitir la apertura de la red al comercio, posibilitó la Internet que hoy conocemos. ¿No es preciso estar atentos a los dispositivos jurídicos, políticos, gubernamentales concretos, si queremos pensar en alguna forma de autonomía?
–Claro que tenemos que estar atentos a lo que pasa a nivel jurídico, político e ideológico. Pero también tenemos que ser conscientes de la pérdida de efectividad de la decisión política y de la legislación. Esto es una consecuencia de la incorporación de automatismos técnicos en la comunicación, en el lenguaje y en la economía. La experiencia de la última década, sobre todo en Europa, nos mostró que la decisión política es impotente cuando se trata de redistribuir la riqueza producida por los trabajadores, porque la distribución de la riqueza está escrita en los automatismos financieros del Pacto Fiscal Europeo de 2012. Lo que pasó en Grecia en 2015 fue una prueba irrefutable de la muerte de la decisión política y de la impotencia de la democracia, en el mismo país que ha inventado la palabra democracia hace veinticinco siglos.
–Menciona que tres figuras clave de la modernidad, el intelectual, el guerrero y el comerciante, han sido reemplazadas hoy por el artista, el ingeniero y el economista, a quien describe como un “falso científico” encargado de reducir el poder de los otros dos y ponerlo al servicio de la acumulación. ¿Cómo es eso?
–He intentado dibujar la historia social de la época moderna a través de algunas metáforas y figuras. Me interesa en particular la separación entre el ingeniero y el poeta, entre el conocimiento científico y la imaginación artística, que es una consecuencia de la reducción de la formación, la educación y el sistema escolar y universitario a meras herramientas para la acumulación financiera. El declive de la enseñanza humanística, la introducción de criterios puramente económicos en el pensamiento científico y en la innovación tecnológica son los efectos más evidentes y peligrosos de la sumisión del conocimiento al provecho económico. En este contexto, la figura del economista domina abusivamente el panorama cognitivo. ¿Qué es la economía? ¿Una ciencia? No me parece. La ciencia se define ante todo por su objeto, por la capacidad de formular leyes universales que nos permiten prever los acontecimientos futuros. La economía no tiene un objeto independiente de su actuación, y por ende me parece una técnica, no una ciencia. El problema es que esta técnica pretende reglar las otras formas de conocimiento según un principio que no pertenece a la ciencia, sino al interés de una minoría. La reducción de la dinámica social al provecho económico devino el dogma central del pensamiento contemporáneo: no se puede decir, pensar ni investigar nada si no sirve a la acumulación de capital.
–También advierte contra los riesgos que puede asumir el intento del cuerpo conjuntivo de tomar una revancha frente a las fuerzas de la abstracción y la conexión: la forma fascista y violenta de la identidad, que busca cancelar la riqueza de la diferencia entre los seres humanos. ¿Es posible escapar de esta alternativa mortal entre la conexión algorítmica y el retorno agresivo de la conjunción identitaria?
–La actual emergencia de una ola identitaria, racista, fascista de dimensiones impresionantes, es la prueba de una revuelta de los impotentes. No podemos cambiar la relación social a través de la actuación política racional; la comunidad territorial está estropeada por la violencia financiera. El sentimiento común se vuelve hacia la venganza, la reivindicación identitaria y la violencia contra el extranjero, acusado de ser responsable del empobrecimiento. Como no podemos liberarnos del hiper-poderoso automatismo financiero, agredimos a quien es más impotente que nosotros. Es la misma dinamita que llevó alos trabajadores alemanes a elegir a Hitler y a agredir a los judíos en los años 30 del siglo pasado.
–Ante un diagnóstico preocupante, propone algunos “tratamientos”. Señala como primer paso “desvincularse de las concatenaciones estresantes”, y luego, ir hacia un “reajuste neurológico de la relación con la infoesfera”. Añade que este no será ya un trabajo de la política, sino del arte, la educación y la terapia. ¿Cómo lo imagina?
–No se trata de elaborar un programa político o terapéutico, sino de prestar atención a una mutación profunda y irreversible, imaginar prácticas de readaptación y, al mismo tiempo, de conciencia. La conciencia de los efectos patógenos es el primer paso para empezar a transformar nuestra actuación y nuestras expectativas. El arte tiene aquí un papel decisivo. Hoy para actuar una transformación política necesitamos reactivar energías psíquicas perturbadas, y para hacer eso necesitamos una creación propiamente poética, artística.
–La mutación contemporánea, dice, se manifiesta en patologías de soledad, pánico, depresión. ¿No es posible, pese a estar en este entorno conectivo, que las personas “hagan algo” para sí y para otros: enamorarse, aprender, comprometerse a dar batallas, buscar su felicidad? Y por otro lado, ¿vislumbra nuevas formas de gozo, de erotismo, de disfrute?
–Claro que las personas siguen haciendo algo, pero gozan menos y menos, porque están perdiendo la percepción de la singularidad de los acontecimientos, de los gestos, de las palabras. Intentan enamorarse y actuar políticamente, pero el tiempo se ha hecho tan escaso, tan nervioso que el placer sexual parece en peligro. Según David Spiegelhalter, autor de Sex in numbers, la frecuencia de los contactos sexuales se redujo drásticamente en los últimos veinte años. Miguel Benasayag y Gérard Schmit escribieron un libro importante sobre las pasiones tristes, sobre la depresión difundida entre los jóvenes. Los últimos cuarenta años han sido la época de la guerra neoliberal de todos contra todos llamada competencia, y la época de la conectivización de la comunicación social. Con respecto a lo nuevo: no podemos saberlo hasta que no lleguemos a una transformación del modelo de apropiación de la técnica y a una reactivación de la imaginación colectiva del futuro. Eso presupone un proceso que llamo “movimiento”, reactivación consciente de las energías nerviosas del cuerpo social. Es una paradoja: necesitamos un movimiento pero no están las condiciones cognitivas para reconocer empáticamente la presencia del otro. No se trata de una paradoja política, se trata de una paradoja más profunda: psíquica y cognitiva.




lunes, 5 de febrero de 2018

EL POETA Y LA MUERTE


Nicanor Parra representa para una generación un símbolo irremplazable, una manera de entender la vida desde posiciones iconoclastas y una actitud diferente a todo lo que conocíamos antes frente a la existencia, entendimos la vida de otra manera en virtud de su lúcida presencia. Siempre desde los fundamentos de una estética hermosa, de una factura perfecta, sin discusión, la encuadró con el nombre de anti poesía, se enfrentaba a las formas tradicionales que se convertían por gracia de los dogmatismos en una camisa de fuerza. La vida es otra cosa, eso lo entienden los buenos poetas. Este artículo aparecido en  “La revista cultural” del periódico ABC de España, es un homenaje a su vida y presencia desde el tema de la muerte y el sexo atendiendo a las tradiciones de Chile y México. Espero sea del agrado de mis escasos lectores.  


Ignacio Echevarría 
02/02/2018

El título de este artículo es el de un poema de nicanor parra recogido en hojas de parra (1985). Se trata de un poema difícilmente inteligible para el lector español, dado que está escrito en chileno popular. trata de la muerte que llega borracha a la casa del poeta para pedirle que antes de morir fornique con ella. el poeta se resiste, pero al final no le queda más remedio que tirarse a la “vieja vizcacha”.

Muy anterior es un poema titulado “la doncella y la muerte” y recogido en versos de salón (1962). el mismo motivo es tratado en él inversamente. “una doncella rubia se enamora / de un caballero que parece la muerte”. pese a sus insistentes requerimientos, el caballero permanece inmutable. Hasta que la muchacha, perdido todo pudor, se desnuda ante él y menea sus caderas, consiguiendo así que al fin la muerte la posea. 


El trasfondo de los dos poemas es el de inmemoriales tradiciones que escenifican danzas de la muerte y versiones grotescas y carnavalescas de la misma, en chile tanto como en méxico o en europa. es sabido que la cultura popular se enfrenta desinhibidamente al tema de la muerte, asociado con frecuencia al del sexo. la procacidad, como la risa misma, es una de las formas de vencer el miedo que despierta la calavera.


En cuanto poeta popular, nicanor parra se sirve de los dos registros -el humor y la escabrosidad- para tratar por su parte el asunto de la muerte, que, pese a las apariencias, es central en la antipoesía. y digo “pese a las apariencias” porque la liviandad, el choteo, la agudeza, el gamberrismo que emana la antipoesía sirve de pantalla tras la que se oculta -como en la cultura popular, como en toda manifestación profunda y compleja de la existencia- un sentimiento trágico de la muerte. Trágico, que no solemne ni funerario. baste reparar, para corroborarlo, en la cantidad de ocasiones en que la muerte asoma en la antipoesía; en la insistencia con que, a lo largo de toda su obra, parra alude a ella, siempre en términos que ahogan en carcajadas el espanto original. espanto patente ya en aquel soneto primerizo, “la mano de un joven muerto” (1939), en que el futuro antipoeta rememoraba, consternado, a un ex alumno y compañero suyo fallecido en el violento terremoto de chillán, ocurrido ese mismo año de 1939. “Con una hoja de papel y un lápiz yo entraba en los cementerios / dispuesto a no dejarme engañar”, escribe parra en “recuerdos de juventud” (poemas y antipoemas, 1954). Con la misma disposición habría que leer, fuera de los cementerios, la antipoesía, de la que cabe decir que es toda ella una estrategia para obviar la muerte. obviarla, no resistirse a ella. Como a su manera la obvian las religiones (y parra, nunca se insistirá lo suficiente, es un poeta religioso).

“pero no fui payaso de verdad / porque de pronto me ponía serio / ¡me sumergía en un abismo oscuro!”, se lee en “lo que el difunto dijo de sí mismo” (versos de salón). y así es.

De una constatación primordial -“sólo una cosa es clara: / que la carne se llena de gusanos” (versos de salón)- surge, avasalladora, la vitalidad de la antipoesía, su vértigo existencial, su juerga constante. nadie supo verlo tan claramente como otro esgrimidor de la muerte, roberto bolaño, quien aludió a parra como “un meteorito oscuro”. 


bolaño sabía lo que decía. la velocidad de parra, la rapidez con que cambió una y otra vez de piel, de máscara, su talento para desaparecer y reaparecer poco después en cualquier otro lugar, infinitamente más lejos, para sustraerse de toda apropiación, de todo pedestal, de todo domesticamiento, pueden verse como otras tantas añagazas para burlar la muerte, de la que se escabulló más tiempo que nadie.


En otro lugar he hablado ya de la problemática posteridad de parra, que trabajó siempre contra ella. Desde esa perspectiva debe contemplarse su radical demolición del sujeto lírico, del propio yo. su concepto de la poesía como hecho dado, como construcción anónima, segregada del habla común.


“primera condición de toda obra maestra: pasar desapercibida”, reza uno de los artefactos de 1972.


y cómo podría morir el poeta que nunca lo fue, pues, en cuanto tal, optó por consustanciarse con la lengua.
como toda lección de vida, la antipoesía es también una lección de muerte. Sirva esta sumarísima antología para ilustrarlo. 


Yo soy más de la nada que del todo mucho + del espacio que del tiempo + de la muerte me considero que del sexo De Chistes para desorientar a la policía poesía (1989)


CARTAS DEL POETA QUE DUERME EN UNA SILLA
III
Cuesta bastante trabajo creer
En un dios que deja a sus creaturas
Abandonadas a su propia suerte
A merced de las olas de la vejez
Y de las enfermedades
Para no decir nada de la muerte.

VI
Enfermedad
Decrepitud
y Muerte
Danzan como doncellas inocentes
Alrededor del lago de los cisnes
Semi desnudas
ebrias
Con sus lascivos labios de coral.

PENSAMIENTOS
Qué es el hombre
se pregunta Pascal:
Una potencia de exponente cero.
Nada
si se compara con el todo
Todo
si se compara con la nada:
Nacimiento más muerte:
Ruido multiplicado por silencio:
Medio aritmético entre el todo y la nada.

De “Tres poemas”, en Obra gruesa (1969)