He visto más de treinta
entrevistas concedidas, escrutado su itinerario creativo, en un proceso de
desciframiento encantador; releído gran parte de la obra crítica. Indague
además las influencias relevantes producto de infinitas lecturas que afloran en
su obra; y sobre todo, he vuelto a leer sus cuentos, relatos y novelas.
Existen infinidad de
ensayos y trabajos académicos sobre su obra. En este infinito número de miradas
hay convergencia que afloran en sus escritos sobre los cuales nadie
discute. Diferente a muchos escritores, después de su muerte, su
obra es cada vez más leída y estudiada.
Ricardo González Vigil,
miembro de la academia de la lengua Peruana, escribió en un artículo:
Sábato se nutrió de
la problematización existencial de Roberto Arlt y Eduardo Mallea, así como de
la crítica histórico-social enarbolada por el grupo Boedo; y Bioy Casares y
Ocampo adoptaron el refinamiento imaginativo y el horizonte cosmopolita del
grupo Florida, bajo la órbita de Jorge Luis Borges y la revista “Sur”. En
cambio, Cortázar, con mayor complejidad y apertura que Mujica Láinez (se
inclina más por Borges-Florisa que por Arlt-Boedo), acogió todo el legado
narrativo argentino: el esmero estilístico y el ingenio fantástico de Borges,
la angustia existencial y la valoración de la locura y el lumpen-“clochard” de
Arlt, junto con la orientación marxista de Boedo, sin desdeñar el radicalismo
experimental y el juego metaliterario (la literatura que habla de literatura)
de dos autores marginales: Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal en su
magistral novela “Adán Buenosayres”
Son más amplios los
marcos de referencia de sus influencias y de su mundo. Abrevó en lo
más selecto de la literatura universal. Se decanta en sus escritos estas
influencias. Cortázar todo le producía una especie de revelación: El
entorno, así como las lecturas de ficciones. Estas quedaron expuestas
magistralmente en sus cuentos y relatos. La cultura que
adquirió solo le interesó para su mundo literario, para enriquecer su obra.
Sus primeros pinos como
escritor quedaron expuestos en unos poemas. Estos no solo son los primeros
intentos como escritor sino que constituyen mecanismos de defensa para
enfrentarse a los adultos. Cuando dudaron de la autenticidad de los
mismos tuvo una desilusión que siempre recordó en sus entrevistas: “fue uno de
esos primeros golpes que te marcan para siempre y que te hacen descubrir que
todo es relativo, precario, que había que vivir en un mundo que no era ese
mundo de inocencia y de total confianza en el que se había creído”.
Agrega adelante: “El hecho
fue que su mamá se acercó a su habitación, antes de dormir, y lo interrogó
acerca de la autenticidad de los poemas que escribía. No confiaba en que los
hubiera escrito su hijo. Según otro pariente, esos poemas eran plagiados. Y al pequeño
cronopio lo desengañó amargamente que su madre dudara de su sinceridad
y de su capacidad literaria.”
El abandono total de su
padre a muy corta edad lo marcó en su vida. Su primera infancia transcurre
entre Europa y Banfield. Marisa E. Martínez Pérsico en la red, al respecto lo
cita: “Era ese tipo de barrio, sumamente suburbano, que tantas veces
encuentras en las palabras de los tangos: calles no pavimentadas, pequeños
faroles en las esquinas, una pésima iluminación que favorecía el amor y la
delincuencia en partes iguales, y que hizo que mi infancia fuera una infancia
cautelosa y temerosa, porque las madres tenían mucho miedo por los niños. Había
un clima a veces inquietante en esos lugares. Y al mismo tiempo era un paraíso:
la casa tenía un gran jardín que daba a otros jardines. Un jardín lleno de
gatos, perros, tortugas y papagayos: un paraíso. Pero en este jardín ya era yo
Adán, en el sentido de que no conservo recuerdos felices de mi infancia
-demasiadas tareas, sensibilidad excesiva, tristeza frecuente, asma, brazos
rotos, primeros amores desesperados (mi cuento “Los venenos” tiene mucho de
autobiográfico). Sin embargo, ése era mi reino, y he vuelto a él, lo he evocado
en algunos cuentos, porque aún hoy lo siento muy presente, muy vivo”.
Cortázar, escribió su
primera novela a los nueve años. Fue un niño enfermizo y esto le obligó a
pasar largos periodos en la cama que aprovecho como lector infatigable. Alguna
vez el médico le aconsejó suspender un poco esta afición y darse más baños de
sol, necesarios en su primera infancia. Realmente las influencias decisivas en
su juventud son las de Edgar Allan Poe, Julio Verne, Pindar, Walt Whitman,
Alfred Jarry, Macedonio Fernández., Jorge Luis Borges. Garcilaso, Latréamont,
Rimbaud y sobre todo el movimiento surrealista, especialmente Salvador Dalí y
Jean Cocteau, quien influenció significativamente su vida y obra.
“Luego de concluir sus
estudios primarios, el escritor emprende la escuela secundaria y más tarde
egresa como Maestro de Primaria. Seguirá estudiando hasta graduarse como
Profesor en Letras y comenzará a ejercer la docencia en el nivel secundario. Se
instala en Buenos Aires, desempeñándose como traductor y gerente en la Cámara
del Libro. En esta época publica estudios críticos sobre literatura; son
especialmente conocidos el ensayo sobre la poética del mexicano Octavio Paz y
la necrológica dedicada al francés Artaud.”
La mayoría de sus cuentos
corresponden a sus pesadillas y miedos. En sus textos impera una “concepción
donde lo fantástico o extraordinario se impone en la rutinaria cotidianidad”. Siempre
pretendía develar ese otro mundo que nos asedia continuamente. Los temas que
prevalecen en la primera obra, son “la adolescencia, los juegos, los
dobles espirituales, la relación entre el arte y la vida, los viajes y los
laberintos. Con una característica que lo hace un escritor diferente a todos.
Involucra al lector en la creación, lo convierte en un creador paralelo y
determinante.” De esta etapa son “La otra orilla”, Bestiario, juego (1956), Las
armas secretas (1959), Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien
que anda por ahí (1977), Un tal Lucas (1979), Queremos
tanto a Glenda (1980), Deshoras (1982).
Cuando uno lee a Cortázar
se encuentra con un escritor excepcional desde todos los puntos de vista: Desde
los aspectos formales y por los temas que aborda, por la manera como construye
sus historias y relatos. Su escritura es impecable. El manejo del
idioma es el de un relojero, cada palabra es ajustada al propósito de sus
relatos. Las descripciones escapan al formato común, no exponen, constituyen la
incorporación a un mundo fantástico y están puestas respondiendo al juego que
están describiendo, como en un primer plano cinematográfico, hacen parte de la
escena que estamos viviendo: “la tarea de ablandar el ladrillo todos los días,
la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama el mundo, cada
mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción de
que todo está en sus sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos”.
En la segunda parte hablare
de su estadía en Europa, de la relación con las mujeres, con el mundo, con
la política e ire abordando cada obra en particular partiendo de “la otra
orilla” hasta su correspondencia.