viernes, 12 de diciembre de 2025

CÍRCULOS CONCÉNTRICOS

 He tomado este artículo del blog de Sergio Ramírez en el portal del periódico "El país" de España. Este excelente escritor vive exiliado en España, fenómeno que creía habíamos superado. Afortunadamente continua publicando no solo novelas, sino ensayo y se mantiene al día a través de sus escritos publicados por muchos medios escritos. Cesar H Bustamante Huertas.


Hay una pregunta que siempre nos desafía, y es la de si existe una identidad latinoamericana compartida. La realidad geográfica parecería negarlo si imaginamos, por ejemplo, un viaje entre la Centroamérica donde yo nací, en la estrecha cintura del continente, y las tierras australes, una distancia de miles de kilómetros equivalente a la travesía del atlántico hasta Madrid.


Un territorio así de inconmensurable se prestó al asombro desde la llegada de los conquistadores, y su cartografía se creó en la imaginación antes que en los mapas; no era para menos: caudalosos ríos sin fin, selvas de implacable verdor donde se extraviaban los hombres y las mentes, sabanas infinitas y cordilleras impenetrables. Y ellos buscaban en esos parajes, a costa de sus vidas, ciudades de cúpulas de oro y pavimentadas de oro regidas por caciques bañados en polvo de oro, bosques enteros de canela cuyo perfume les llegaba desde lejos.


Desde entonces nos ha unido la imaginación, y cuando los hechos son reales, parecen fruto de la imaginación. El ejército de los Andes del general San Martín cruza entre borrascas de nieve la cordillera para liberar a Chile en 1817, y el ejército de Bolívar cruza también los Andes desde Venezuela para liberar a la Nueva Granada en 1819. Son hechos imposibles, pero ocurrieron; y si no, habría que haberlos imaginado.


 Al escribir, maginamos en una lengua común, y esa es otra manera de salvar distancias y borra fronteras. Ser entendido de un país a otro, viajar en las palabras, no importan las lejanías, no importan los muros, porque la lengua ya está del otro lado del río Bravo, en los Estados Unidos, la otra América, que pese a la xenofobia oficial contra los migrantes es también un país latinoamericano y lo será más cada día.


Puedo comparar mi identidad a los círculos concéntricos que deja una piedra al caer en el agua: en el primero de esos círculos soy nicaragüense, en el siguiente centroamericano, en el tercero caribeño, y en el último, que los contiene a todos, soy latinoamericano. Con esta reflexión lo que quiero significar es que no se trata de categorías abstractas, que uno no define lo que es de manera teórica, sino a través de la comprensión de sí mismo y su lugar en el mundo. Y mi mundo es ese, la América Latina de la que uno se apropia como un sentimiento de vida, una emoción que es la vez una convicción.


Somos el resultado de una mezcla mágica destilada por los siglos, en la que hay tres componentes básicos: uno español, otro indígena, otro africano. Para los brasileños, el portugués.  Una triada, una triaca, un triple concierto. Si extraemos uno de esos componentes, o lo negamos, dejamos de ser lo que somos, nos mutilamos, o nos falsificamos.


Hay otros elementos en la mezcla, por supuesto; no se explica el Río de la Plata sin lo italiano, ni el Perú sin lo asiático, como puede verse en su cocina, ni el Caribe sin sus agregados hindús, chinos, británicos u holandeses. Pero hay un hilo infaltable que nos recorre de uno a otro confín con su puntada negra, y es el hilo africano.


Sin lo africano, la música latinoamericana que se escucha en Europa no existiría. Todo el universo de la salsa inventada por los portorriqueños de Nueva York, los neoricans, y los sones cumbancheros, desde el vallenato colombiano al merengue y al perico ripiao dominicano o la guaracha cubana, o el danzón que pasó de La Habana a Veracruz y tiene su origen en la mezcla de la contradanza francesa y los ritmos que despiertan en el alma del tambor yoruba, el bongó, el cajón, la güira o las maracas. Y el danzón del que nace luego el mambo de Pérez Prado y el chachachá de Enrique Jorrín.  Un hilo que pespuntea también el jazz de Nueva Orleans, la marinera peruana, la samba brasileña y el candombe del Río de la Plata que va a dar a la milonga y al tango argentinos.


No somos extraños unos a otros. Las férreas líneas divisorias las han impuesto las ideologías desde las luchas por la independencia. Gachupines realistas contra criollos republicanos. Conservadores católicos contra liberales masones. Socialistas de puño en alto contra reaccionarios de escapulario. La identidad entre liberales o entre conservadores, a través de las fronteras recién creadas, era más fuertes que las de la propia nacionalidad.


Es esa triple mezcla híbrida la que crea riqueza en la literatura, en las artes, en la música, y que crea a la vez diversidad. Identidad en la diversidad. El español guatemalteco teñido por la lengua maya en que Miguel Ángel Asturias escribió Hombres de maíz; el español peruano teñido por el quechua de Los ríos profundos de José María Arguedas; el español paraguayo de Roa Bastos teñido por el guaraní, en Yo, el supremo. Y todo el lunfardo argentino de Cortázar en Rayuela, y yendo más allá, ese entramado casi bilingüe entre inglés y español de Junot Diaz en su novela La maravillosa vida breve de Oscar Wao.


El último círculo concéntrico de que hablo se me abrió desde niño en la escuela primaria. Por alguna razón los libros de lectura escolar, compuestos por diversas piezas en prosa y en verso, llegaban a Nicaragua desde Argentina. En las ilustraciones, la bandera que se izaba en el patio de una escuela era azul y blanco, sólo que el azul más pálido, y en lugar del escudo con cinco volcanes de la bandera nicaragüense, tenía un sol.


Las historietas cómicas también llegaban de Argentina, entre ellas la del capitán Marvel, cuyo alter ego era un niño lisiado, vendedor callejero de periódicos, un canillita, que al pronunciar la palabra mágica SHAZAM dejaba su muleta y se transformaba en el superhéroe que volaba a velocidad supersónica, como Supermán. Y estaba también Patoruzito, el pequeño indio tehuelche de la Patagonia, que llevaba una vincha en la cabeza y boleadoras en la cintura


Canillita, ombú, tehuelche, vincha, boleadoras, pampa. Esos términos tan ajenos y lejanos pasaron desde entonces a ser parte de mi acervo cultural, en un tiempo en que las novelas vernáculas latinoamericanas traían en las páginas finales un riguroso glosario de términos, y las palabras de uso común en Latinoamérica, aún las del español arcaico que allá seguían vivas, eran barbarismos para los cánones lingüísticos en España.


Entre las grandes transformaciones provocadas por el boom en los años sesenta del siglo pasado, estuvo la eliminación de los glosarios. Ya no se necesitaba de vocabularios ni de notas de pie para explicar que los zopilotes en Pedro Páramo de de Juan Rulfo eran buitres carroñeros, o gallinazos, en las novelas de García Márquez, o que piolín era una cuerda, y andá rajá, lárgate, en Rayuela de Cortázar; o los abundantes peruanismos utilizados por Vargas Llosa, serrucho por serrano, originario de la sierra, contrario a costeño; terruco por terrorista; o trome, un campeonazo deportivo, o la Inca Cola, más popular en Perú que la misma Coca Cola.


O esa maravilla culinaria que es el “bucán de bucanes” en El siglo de las luces de Alejo Carpentier, un término de la lengua caribeña tupí, mientras su sinónimo barbacoa viene del taíno: jabalíes asados a las brasas en un espetón y cuyos vientres abiertos se rellenan de codornices, palomas torcaces, gallinetas y otras aves recién desplumadas, “y los costillares se cerraron sobre la volatería, sirviéndoles de hornos flexibles, apretados a sus resistencias, consustanciándose el sabor de la carne oscura y escueta con el de la carne clara y lardosa…”


Somos también el paladar. Lengua y paladar.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

RUMENA BUZAROVSKA

 Elena López Ávila

27/03/2025 - 12:43


Rumena Buzarovska, escritora: "Cuando tenía 30, algunos escritores decían cosas como 'no solo es joven y bonita, sino que también tiene talento'"

No voy a ninguna parte te, atrapa desde la primera línea. Estamos ante un libro de relatos donde es necesario mirar más allá de lo que cuenta. Ese leer entre líneas se ha convertido en una de las características de la literatura de Rumena Buzarovska. Llamémosle ironía, ingenio o inteligencia. O todas a la vez.


Tras el éxito de Mi marido, Rumena Buarovska, una de las escritoras destacadas de la literatura macedonia, vuelve con No voy a ninguna parte. Nacida en 1981 en Skopje, actual capital de Macedonia, es profesora de Literatura Americana en la Universidad Estatal de Skopje y codirige el proyecto literario PeachPreach para dar voz a las mujeres. Hablamos con ella de feminismo, ironía, roles de género y en la inspiración tras todos sus relatos. "Las mujeres han sido excluidas por el patriarcado del ámbito del humor, siento que los hombres tienen miedo de las mujeres graciosas"

P: ¿Es muy difícil escribir relatos cortos? ¿Te resulta más fácil o más difícil que escribir una novela?

R: Ambas formas tienen sus propios desafíos y no encuentro ninguna de ellas particularmente difícil, simplemente porque disfruto escribiendo y creo que tengo la suerte de poder disfrutar del lujo de escribir. Me parece bastante molesto ver a los escritores quejarse de lo difícil que es escribir, para ser honesta, especialmente en un mundo donde las personas hacen trabajos agotadores durante 12 horas al día por un salario mínimo. Pero en cuanto al formato, cada narrativa en sí misma es una novela o un relato corto. Algunas historias simplemente no se pueden contar como novelas, y otras no se pueden contar como relatos cortos.

P: ¿En quién te inspiras para escribir tus historias? ¿Están basadas en personas que te rodean?

R: Están basadas en situaciones que he presenciado, leído sobre ellas o que me han contado otras personas, así que sí, cosas que están basadas en la realidad. Me gusta pensar en mis narrativas como comentarios sobre la sociedad en la que vivimos, ya que creo que la literatura es un archivo de nuestros tiempos. En ese sentido, sí, algunas partes de las historias provienen de la realidad, e incluso algunas provienen de cosas que he sentido, visto o que me han sucedido. Por ejemplo, la historia "8 de marzo", sobre cómo la esposa del embajador estadounidense organizó un evento del Día Internacional de la Mujer en la Embajada, invitando a mujeres activistas locales para actuar y cantar en una obra que ella misma dirigió, es algo que realmente sucedió en Macedonia durante el tiempo en que estábamos protestando contra el gobierno autoritario. También recuerdo que un extranjero vino a nuestra casa en Skopje cuando era una niña, bebía y fumaba en cadena, y nos contaba sobre la guerra de Bosnia, algo que en ese momento me pareció muy desagradable, por lo que puse una escena similar en "Vase", la primera historia. Las historias deben tener un desarrollo y una estructura clara, así que, por supuesto, un escritor debe combinar hábilmente cosas de la vida real e inventar cosas para unir la historia, lo que lo convierte, en definitiva, en ficción.

P: ¿Cuál es el objetivo de tus historias, aparte de entretener?

R: Creo que todo el arte es una forma de entretenimiento, ya que lo permitimos a nosotros mismos en nuestro tiempo libre y nos hace reconsiderar el mundo y también nuestros complejos sentimientos con los que lidiamos todos los días. Obviamente, el objetivo de mi escritura es la crítica social, en este libro centrado en el sexismo y las actitudes coloniales del mundo occidental.

P: Siempre abordas los roles de género con ironía. ¿Crees que la ironía es una herramienta de las personas inteligentes?

R: La ironía, la sátira, la parodia y, en general, el humor se centran en dos niveles: lo que se dice y lo que se implica. En ese sentido, se necesita inteligencia para pensar en dos planos diferentes, y también se necesita inteligencia para descifrar estos planos y hacer la conexión entre ellos. Por eso el humor se ha vinculado tan a menudo con la agudeza y ser ingenioso, y como resultado, con una cierta superioridad. Esto, a su vez, es por lo que las mujeres han sido excluidas por el patriarcado del ámbito del humor, y por lo que los hombres tienen miedo de las mujeres graciosas o de las mujeres que se ríen de ellos. Para citar a Margaret Atwood, "Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres temen que los hombres las maten."

Afirma:

"Estamos enfrentándonos a la amenaza de perder nuevamente los derechos por los que nuestras bisabuelas lucharon hace 100 años".

P: ¿Es necesaria la crítica para avanzar en el mundo?

R: Por supuesto, enfrentar la realidad, la crítica a uno mismo, a la sociedad y al propio rol en la sociedad es clave para el progreso.

P: ¿Crees que existe una gran diferencia en cuanto a igualdad de género entre los países europeos?

R: El patriarcado es universal y la forma en que se manifiesta la desigualdad de género varía de una cultura a otra en Europa. Sé que la gente piensa que los Balcanes están más atrasados, pero eso es solo un prejuicio de los europeos y su complejo de superioridad. En la Europa actual, es ilegal abortar en Polonia. En algunas partes de Suiza, las mujeres no pudieron votar hasta 1971. En España, el régimen de Franco impuso restricciones al voto femenino, permitiendo que las mujeres votaran en referéndums solo si tenían más de 21 años. En Francia, antes de 1965, las mujeres no podían solicitar un empleo sin el permiso de su esposo. En Macedonia, que formaba parte de Yugoslavia en ese entonces, las mujeres podían trabajar, votar, abortar y recibir educación incluso en áreas rurales. Los feminicidios ocurren en toda Europa, y Francia acaba de ser golpeada por el caso de Giselle Pelicot. Sin embargo, son las personas de los Balcanes las que se consideran sordas ante la igualdad de género. Durante el régimen autoritario en Macedonia en 2013, el aborto fue severamente restringido, pero, a diferencia de Polonia, logramos luchar y devolver una ley que restauraba el derecho de las mujeres sobre sus propios cuerpos.

P: ¿Dónde se encuentra el feminismo en este momento?

R: Está gravemente amenazado con las tendencias de extrema derecha provenientes de los EE. UU. que se están propagando como un incendio por toda Europa. El movimiento incel es fuerte en la generación joven, y estamos enfrentándonos a la amenaza de perder nuevamente los derechos por los que nuestras bisabuelas lucharon hace 100 años.

P: Como mujer, ¿alguna vez has sentido discriminación en el mundo literario?

R: Por supuesto, especialmente cuando era más joven. Ahora me tienen miedo, así que no dicen cosas misóginas en mi cara. Cuando estaba en mis últimos 20 y principios de 30, algunos escritores decían cosas como "no solo es joven y bonita, sino que también tiene talento". Pronto espero que me llamen "una mujer difícil", como lo decían de la increíble Dubravka Ugresic, y yo consideraría eso un cumplido. El mundo literario también tiende a adorar a los hombres grandes e importantes que escriben autoficción o trabajos filosóficos complicados que la gente tiene miedo de admitir que no entiende. Así que incluso hoy, he notado que se me ve con reservas porque escribo sobre mujeres y porque utilizo el humor. Afortunadamente, eso está cambiando porque la mayoría de los lectores son mujeres.

P: Describes muy bien los roles de clase social. ¿Crees que pertenecer a una determinada clase social determina gran parte de tu vida?

R: Claro que sí, y saltarse una clase puede causar muchos cambios personales y problemas. La clase, la raza y el género son increíblemente importantes para definir la identidad de una persona y el curso de su vida, también, la etnia, ya que las personas, por supuesto, ven a otras personas de manera diferente según de dónde provengan. La mayoría de mis historias en No voy a ninguna parte abordan este complejo de inferioridad o superioridad derivado de la vergüenza de ser pobre, rico, europeo o no europeo.

P: Es hora de vender tu última colección de relatos cortos a los lectores de TELVA, ¿por qué deberían leerla?

R: Porque es un buen libro y no desperdiciará tu tiempo ni ofenderá tu inteligencia. Me llevó mucho tiempo poder decir eso sobre mi escritura. Muchas veces me preguntan por el éxito de mis libros, y nunca le hacen esa pregunta a los escritores hombres. Al final, simplemente comencé a decir: el libro es bueno y esa es la razón de su éxito.

P: ¿Me recomiendas tres libros que te encanten?

R: Bolla de Pajtim Statovci, un escritor finlandés originario de Kosovo. Es una novela queer, política, conmovedora, perturbadora y magistralmente escrita.

Vidas paralelas de Phyllis Rose: un libro de no ficción que describe cinco matrimonios victorianos (Charles Dickens, George Eliot, John Ruskin, Thomas Carlyle y John Stuart Mill). Es increíblemente informativo e ingenioso.

Un hombre bueno es difícil de encontrar de Flannery O'Connor: simplemente porque me encantan sus historias y porque ayer fue el 100º aniversario de su nacimiento.


jueves, 23 de octubre de 2025

De este lado están los míos y del otro están los nuestros (Tomado de la revista Colofón)

 


Matías Rodríguez viaja a Sarajevo, la Jerusalén de Europa, la ciudad-Aleph donde se conjugan diversas culturas. Ilustra Mariano Lucano.

La Jerusalén de Europa es la capital en la que es posible escuchar, al mismo tiempo, el adhan cuando el reloj lunar de Sahat-Kula marca la hora señalada y cien metros más allá, hacia el río Miljacka, las campanadas de la Catedral católica del Corazón de Jesús. Sarajevo es (o fue) la ciudad del encuentro de las culturas, pero también podría ser la de los cementerios omnipresentes o la de los museos en cada esquina, muchos de los cuales ofician de testigos de la guerra fratricida que en los noventa intentó aislar a Bosnia para exterminar sus tradiciones y, con ellas, a su gente. Padres contra hijos, amigos contra vecinos y hermanos contra hermanos dinamitaron siglos de tolerancia de la noche a la mañana y se enfrentaron en trincheras urbanas durante 44 meses.

Entre 1992 y 1995 el ejército nacionalista serbio asedió la capital bosnia en el sitio más largo desde Leningrado. En ese lapso más de doce mil personas, la mayoría civiles y muchos de ellos niños, murieron, pero lo hicieron de formas brutales. Cazados por los francotiradores mientras intentaban cruzar las calles, masacrados en las filas de espera para recargar bidones de agua, alcanzados por el fuego de artillería en los mercados de abastos. Los que sobrevivieron apenas corrieron mejor suerte: debieron huir del país heridos, perseguidos, desplazados, amputados por las heridas provocadas por las minas terrestres.

Sarajevo, ciudad mártir, tuvo que subsistir 1425 días sin gas, electricidad ni agua potable porque desde la cima del monte Trebevi, la espina dorsal bosnia, el ejército serbio cerró el grifo de suministro de los servicios, incluso durante los cruentos inviernos balcánicos que pueden alcanzar, sin demasiado esfuerzo, temperaturas bajo cero. Durante todo ese tiempo los sarajevitas sólo salían de sus casas con tres objetivos: conseguir agua, abastecerse de alimentos e intercambiar libros, el único atisbo de normalidad en un escenario de locura. Esa generación atropellada, abarrotada de poetas, cronistas y novelistas del horror, no perdió su voracidad lectora ni siquiera en los días más aciagos del bombardeo, porque así había sido siempre. Mientras que Belgrado fue el músculo fabril y Croacia ofreció sus costas al turismo de masas, Bosnia fue el refugio cultural de la Yugoslavia del Mariscal Tito.

El daño fue incalculable para Sarajevo, que era un lugar muy chico para un infierno tan grande. A las vidas astilladas por la guerra se sumó la destrucción del patrimonio histórico y un casco urbano reducido a cenizas. Los bosniacos —bosnios musulmanes— fueron el principal objetivo de los nacionalistas ortodoxos y la mayoría de las mezquitas de la ciudad fueron destruidas pero el genocidio no fue sólo cosa de los serbios, porque por allí también merodearon los croatas. Los milicianos bosnios, que fueron apoyados por voluntarios muyahidines, llegaron a estar enfrentados con ambos bandos en una guerra tripartita, tan absurdamente desigual como sanguinaria. En Mostar, por caso, el ejército croata dinamitó el Puente Viejo para cercar a los bosniacos e instaló campos de trabajo en los que los prisioneros, ataviados con chalecos refractarios, eran usados como carnada para atraer el fuego enemigo.

Actualmente, los bosnios que tuvieron que desplazarse y formaron historias en dos orillas, estragados por el exilio, encuentran en las fachadas derruidas de los edificios las ermitas del sufrimiento, puntos cardinales del ruido ensordecedor que alguna vez reinó en donde ahora sólo retumba el silencio. En Sarajevo, dicen, es posible distinguir a los visitantes de los locales por su forma de caminar. Los primeros lo hacen mirando hacia arriba, buscando cicatrices en el hormigón, mientras que los segundos enfocan su vista al frente. Esta metáfora demuestra que los sarajevitas no quieren quedar atrapados en el poema de Bertolt Brecht que remite al destierro, aquel del hombre que llevaba el ladrillo consigo, para mostrar al mundo, como era su casa.

Sarajevo durante la guerra fue el espanto, las bombas y la sangre derramada, pero también el violonchelo de Vedran Smailović sonando en las ruinas de Bascarsija, el Esperando a Godot de Susan Sontag en un teatro local o la primera edición del Festival Internacional de Cine de la ciudad, que se celebró en medio del ruido de metralla por autogestión de Haris Pasovic. A propósito de este evento, que sirvió para visibilizar el padecimiento bosnio, un periodista inquirió al director sobre el sentido del mismo. La respuesta de Pasovic fue concluyente: “Lo que en verdad hay que preguntarse es qué sentido tiene organizar una guerra en mitad de un festival de cine”.

lunes, 20 de octubre de 2025

Entrevista a Neige Sinno. “Mi relación con la lengua es la de alguien que debe conquistarla”

 


Con el ánimo de tomar lo mejor de la red en materia literatura transcribo este artículo publicado por "letra libres" de México, por considerarlo de suma importancia, no solo por la calidad de su prosa y el impacto que produjo la publicación de su novela  (TRISTE TIGRE), sino por el hecho de que es poco conocida, por lo menos en Colombia hay pocas referencias a esta obra. 

CESAR HERNANDO BUSTAMANTE


La escritora francesa habla sobre su novela “Triste tigre”, donde, a partir de una forma híbrida, fragmentaria, vuelve al abuso sexual que sufrió en su infancia.

por

Melina Balcázar 1 octubre 2025


Triste tigre de Neige Sinno (Vars, Francia, 1977) ha sido un verdadero acontecimiento en el mundo literario francés. Debe su éxito al entusiasmo de sus lectores que lo volvieron viral. Publicado en español por Anagrama y ganador de numerosos premios, entre ellos el Femina, Strega, Le Monde, la crítica ha reconocido también su singularidad y fuerza crítica. A partir de una forma híbrida, fragmentaria, la autora vuelve al abuso sexual perpetrado por su padrastro entre sus siete y catorce años. Asistimos a su búsqueda incesante de una forma que logre decir la “extrema violencia sin violencia de los abusos”, aunque sin pathos ni juicio, intentando comprender lo que hizo posible el incesto y las consecuencias en su vida. Una experiencia límite que le tomó más de veinte años escribir.

Con Triste tigre, te propusiste no hacer del tema, el abuso sexual, el problema central del libro, sino más bien la manera de escribirlo. Una de las principales dificultades de hecho fue utilizar la primera persona…

Es un libro que no quería escribir y aun así lo hice. Me lo cuestioné mucho y tengo que ser honesta conmigo y aceptar que ese cliché de que debemos ir adonde no queremos es cierto. No quería creerlo, pero me doy cuenta de que ir más allá de mi resistencia a escribir un libro sobre el abuso abrió una puerta para mí y me llevó a trabajar la autobiografía, algo que siempre rechacé. Descubrí un mundo al atreverme a utilizar la primera persona.

¿La autobiografía estaría relacionada con esa búsqueda de verdad, esencial para ti?

Sí, pero sobre todo tiene que ver con mi contrato con el lector. Aunque el contrato autobiográfico es extraño, me compromete como escritora y, aunque lo desee, no puedo inventar nada, siempre debo contenerme. Al mismo tiempo, no quería limitarme a un texto autobiográfico y la única manera fue cruzarlo con análisis literarios. Así, el yo que habla no es el de la niña víctima de abuso, tampoco es el que cuenta su vida, sino el de una persona que ha escrito ensayos sobre otros libros y se sirve de esa experiencia para entender lo que vivió. Al recurrir al comentario encontré una libertad que me permite respirar. No hubiera podido solo contar lo que me pasó y lo que me pasa ahora. Esa forma más híbrida, más posmoderna, más alegre también me dio acceso al testimonio, forma que yo despreciaba, aunque no sea nada despreciable, pero es algo que descubro al momento de construir mi relato.

Me cuestioné también por qué no leía testimonios, por qué me parecía una especie de subliteratura. Vengo de una formación intelectual que desprecia el testimonio, que lo ve como una forma popular. Cuando empiezo el texto me doy cuenta de que voy a un lugar que yo siempre desprecié y me resisto porque me pone en una posición muy incómoda. Tuve que retarme y preguntarme: si el testimonio no es arte, entonces qué es. Es algo mucho más impuro, pantanoso. Porque yo no decidí mi historia, es un material que me imponen. La versión de los hechos que expongo al principio y que deseo destruir es la de mi padrastro y de la que me convenció cuando era niña. Me manipuló como sucede con todas las víctimas. Estuve muchos años con su narrativa. Y que su versión fuera el relato que yo escribiría me era insoportable. Así que deconstruyo lo que me impuso. El trabajo del libro es deshacer y volver a montar mi historia, que los lectores lo perciban y que lo hagan conmigo. Solo así se vuelve tolerable escribir un testimonio.

Vemos un debate contigo, incluso observamos cómo te lees a ti misma. En un pasaje describes tu vida como una serie de noticias de la página de sucesos y reproduces notas periodísticas sobre ti y tu familia.

Sí, hay tantas formas de ver una misma historia, es esencial y una obviedad al mismo tiempo. Hay varias formas de contar una historia, pero también hay varias formas de leer, de recibir una misma historia. Nabokov con Lolita, por ejemplo. ¿Cómo se leyó y cómo lo leemos ahora? ¿Cómo se puede leer? De ahí que desde el principio quisiera tener tan presente al lector. Estar siempre consciente de que alguien lo va a recibir. A veces me dirijo directamente al lector y le pregunto su opinión; otras, me resulta inevitable volverlo un jurado, incluso un enemigo, pero enseguida doy marcha atrás pues lo que me importa es que se convierta en un aliado.

En Triste tigre, no temes utilizar un lenguaje crudo, dar los detalles del abuso que sufriste y de las consecuencias en tu vida, incluso en el ámbito sexual. Y, al mismo tiempo, vemos tu búsqueda de una distancia, como una manera de proteger al lector y tal vez a ti misma.

Creo que se debe al tema, porque si en algún momento no cuento en detalle el abuso y tomo demasiada distancia llego a un discurso abstracto que no es lo que busco. Quiero que los lectores siempre estén conscientes de que hablamos del cuerpo de una niña, de una adolescente. Hay tantas estrategias internas para negar la realidad e ir a lo abstracto, y situarnos en un lugar protegido, seguro, pero corremos el riesgo de enceguecernos. Pues, ¿de qué hablamos cuando hablamos de abuso, sino del cuerpo que sufre?

Es como navegar entre polos opuestos en todo momento. Aunque también es válido que un libro te agreda. Decir al lector: es horrible, pero mira. Al mismo tiempo yo quería pensar e incitar a pensar. Quería alcanzar esa frontera donde sufres al leer, ya que es horrible confrontarse a las imágenes de un niño violentado. Pero el libro te ofrece también suficiente lucidez para pensar. Por eso protejo al lector, lo tomo de la mano y lo preparo desde el inicio para lo que va a recibir, que no le llegue por sorpresa. Si soportas las tres primeras páginas, podrás soportar el resto. Hay gente que me dice “tengo mucho miedo de leer tu libro”, pero les respondo que el inicio es muy brutal, porque quería poner las cartas sobre la mesa, pero que después vamos juntos por los momentos difíciles de mi experiencia. No voy a abusar. No voy a manipular al lector, aunque puedo, mi posición de víctima me lo permitiría. Sé que todo esto coloca mi discurso en un lugar de poder, de cierto modo, y me propongo ser consciente de ese poder, usarlo, pero no abusar de él.

Uno de los aspectos más impresionantes es tu manera de escribir desde la vulnerabilidad, al exponerte por completo.

Lo hago para entender. Aunque desde el inicio sé que no voy a conseguirlo, ya llevo tantos años en esa búsqueda, pero esa necesidad mía de buscar sentido tiene también que ver con la escritura, que es producir sentido. Por eso me gusta tanto la imagen de Bolaño del escritor como samurái, que, en vez de luchar contra otro samurái, lucha contra un monstruo y sabe que va a ser derrotado, pero aun así va. Es una imagen que me parece tan verdadera respecto a la búsqueda de sentido en un caso de violencia como el mío, ya que te motiva, te lleva a seguir el combate y te da la fuerza de ir hasta el final del libro. Es algo también presente en todas las víctimas: sabes que no es sano ponerte en el lugar del agresor, querer entender. Porque no es algo que está hecho para entender, aun cuando pudiéramos, tampoco quieres pues sería normalizarlo. Entonces, tiene que permanecer así, como algo inaceptable, inentendible. Terminas el libro y no has entendido, pero pasaste por varios puntos de vista que te hacen ver esa historia desde otros ángulos. Ganas lucidez.

Triste tigre funciona a partir de una premisa paradójica: la posibilidad de compartir tu experiencia pese a lo incomprensible que es.

Sí, aunque tengo muy presente que están detrás de mí todas las personas que no pudieron contar el abuso que sufrieron. Tampoco hay que tomar demasiada confianza, no puedo hablar en lugar del otro y generalizar. Voy del entusiasmo por arrojar un poco de luz en lo ocurrido a su lado más oscuro que me hunde de nuevo. Una mezcla de emoción por lo que el arte puede hacer y una conciencia muy clara de lo que no puede.

De hecho, oscilas entre un amor por la literatura y un juicio contra ella. Como si la literatura también fuera culpable…

No es que sea culpable, mi intención es más bien deconstruir la idea falsa de “me salvó la literatura”, porque un lugar común así puede ayudar, pero también se vuelve un arma contra las víctimas de abuso. Yo escribo sabiendo que no lo he superado, soy resiliente, pero no resolví nada, no fui a psicoterapia. Hay muchas personas en mi situación, con una culpa suplementaria, pues saben que además de ser víctimas son incapaces de salvarse y eso me parece todavía más tóxico. No quiero ese cliché. La literatura es todo para mí, la experiencia más valiosa de mi existencia, pero sé que no me salvará de la oscuridad que llevo dentro. No romantizar es una forma de honestidad. Estoy en la lucha permanente de cuestionar todo, no desde la sinceridad, no creo que importe ser sincero, más bien desde una honestidad intelectual, algo que me viene de mi formación universitaria. Me parece bien que haya quien lo superó, pero es sumamente importante que exista un lugar para los que hablamos desde una perspectiva no resuelta.

Cuando uno te lee, comprende la dificultad de escribir tu experiencia. Pero, aun así, vuelves a ella con tu traducción al español. ¿Qué te llevó a recorrer de nuevo ese camino tan doloroso?-

La traducción de Triste tigre es un proceso que viene de muy lejos. Llevo en México alrededor de veinte años. Hubiera podido seguir escribiendo en francés, pero desde hace más de diez años estoy en un taller en español con un grupo de amigas con el objetivo de convertirme en una escritora mexicana. Quería escribir en español, pues sentía muy extraño vivir en Michoacán y escribir en francés. No me gustaba.

Si bien escribía en francés, lo traducía al español para el taller y modificaba el texto en francés a partir de las observaciones que me hacían sobre la versión en español durante el taller. Fue siempre un vaivén entre ambas lenguas.

Otra parte de mi compromiso con hacer yo misma la traducción tiene que ver con la conversación que se abrió aquí, desde 2017, con los feminismos latinoamericanos. Pero además está esa conciencia muy mía, aunque clara para los que vivimos en dos idiomas, de la perfectibilidad y de la vulnerabilidad. Cada frase es una búsqueda sin fin. Quería que fuera mi traducción y le insistí mucho a mi editor en español. Un traductor profesional llegaría a otro resultado, tal vez mejor. Pero esas debilidades, que son las mías, me parecen importantes. Creí que debían respetarse, más en un tema así, pues la fragilidad de mi lengua corresponde bien a mi proceso de escritura. Incluso mi francés es imperfecto, es el de alguien que lleva muchos años viviendo en otro idioma. Y es un idioma que además viene de una clase social muy popular, en mi familia nadie escribe. Mi relación con la lengua es la de alguien que debe conquistarla. 


jueves, 16 de octubre de 2025

POEMAS PARA EL ALMA

 EL INMENSO Y ABISMAL CUADRANTE DE LA TIENDA DE KAREN




EL SITIO


En este pequeño sitio de tres por tres

se asientan todo tipo de seres

de los más lúcidos hasta los más estúpidos

como hermosas luciérnagas

esperan la noche

el tiempo se dilata

cada uno administra sus ansiedades

 mortales animales

sin salida alguna

vertemos en una copa de licor o cerveza

los logros y frustraciones, las guerras inútiles

 esperan ser recordadas

 en otros sitios ya no nos 

escuchan

nos  batimos por ello aquí, sin límite alguno,

 con todos nuestros poderes

esperando ser al menos hombres libres

 sin alguna atadura y con holgura

así sea tan sólo por unos pesos

que nos permitan otra vez ser de nuevo alguien

no importa que nos dure tan solo unos segundos





QUIEN MANDA AQUI (LA TIENDA DE KAREM)


pareciera que alguien más que Karen manda

puede ser una persona que en el anonimato

desde el puesto y la mesa indicada

con esa máscara que los poderes ocultos

establecen, espera ser el amo. Su intención,  crear un orden en medio del desorden

entre la espesura de tanto borracho

tanto ser encantador

tanto silencioso

señora mojigata

dulcinea o gato o ese perro o mascota

que desde el garaje del rey se bate.

La clave, llegar temprano

tener para pagar la cuenta

ser de derecha y como el gato

gruñir y sacar la uñas

para crear la sensación

de mando tan de moda

por estos ratos.




LA MONA (EN LA TIENDA DE KAREN)


Llega en su bicicleta clásica verde

como la espesura de nuestros cafetales

con su aroma, su dulzura, con la condescendencia

clara de un alucinógeno

llena de vida, con cierto desencanto

por una humanidad que nos traiciona

de unos intelectuales que presumen

 industriales empoderados entre sus fábricas inútiles

llega

acompañada del recuerdo fuerte de una madre que la mira

desde el ámbito de una loca luna.

eterna y vigilante, pese a lo lejana.

cuando llega, todo cambia

nada es igual

ella con su pelo ensortijado

se vuelve el alma,la vida 

de un lugar que nos encanta

simplemente por su anonimato y desparpajo



poemas vanos de Cesar H Bustamante





























KAREN


No solo es el alma de sus hijas

la razón trascendental de un lugar

con pretensiones de universo

con sus lunas, sus satélites 

esos meteoritos humanos que solo ella entiende

de sus mal llamados clientes 

de los muchos borrachos que llegamos

como aves migratorias

sin ley y sin amos

para hallar en esta terraza de tres por tres

el lugar o el nido como las águilas

que buscan esquivar la vida

efímero lugar que la noche

acaba a una hora límite

como toda felicidad, de antemano 

sabemos que este elixir no será eterno

o al final tan solo un buen recuerdo


martes, 14 de octubre de 2025

LA PAZ COMO NEGOCIO EN GAZA (CESAR H BUSTAMANTE)

 Cómo hacer de la paz un negocio. Convertirla en sostenible y rentable. Es la peor expresión de un capitalismo voraz y despreciable que se aprovecha de las más virulenta circunstancia para hacer de un genocidio un negocio inmobiliario oprobioso. El presidente Trump, diseñó una estrategia impecable, remplazó la diplomacia por las cifras galopantes en compañía de su yerno Jared Kushner y De Steve Witkoff, el primero esposo de Ivanka y el segundo inversor americano con negocios en varios países de Oriente Medio, socios entre sí, vinculados a grupos inmobiliarios de Emiratos y a Liberte Financial, firma de criptomonedas en Abu Dabi.

El negocio, lógico, es la reconstrucción de Gaza. Ahí están igualmente representados los intereses de Catar (Sheikh Mohamed bimng Abulrahman Al Thani), de Egipto (Hassan -rashad director de inteligencia de su país), Turquía (Ibahin Kalin jefe de inteligencia) y por su puesto Hamas ((Kalill al Hayya). Es un precipitado que dice mucho de cómo la paz no está pensada para las victimas sino en el negocio inmobiliario de unos pocos.   

Trump  y Wickoff están detrás del llamado "GREAT (Gaza reconstituion, economic aceleration and trasformation Trust ewel)  plan impulsado por los aliados del presidente estadounidense para la reconstrucción y el desarrollo económico de Gaza tras el acuerdo de paz.

Nada se dice de la denuncia de crímenes de guerra contra el primer ministro Benjamin Natanyahu y el exministro de defensa Yoag Galant. Poco se habla de los USD 21.700 millones que Estados Unidos ha invertido en ayuda militar a Israel, según un informe realizado por la universidad de Brown. Muchas cosas pasan en el mundo y no se revela la verdad. Recordemos, Washington y Kiev firmaron en abril un acuerdo que le permite a los Estados Unidos  tener acceso a la explotación de los recursos naturales ucranianos. Este es el mundo que nos está imponiendo el seño Trump: América para los americanos. 

Los Estados Unidos, antes propugnaba por intereses en favor de la democracia, la paz y el multilateralismo y hoy anda al garete de un negociante ávido de dinero, sin ningún respeto por los tratados internacionales (Más de 15 TLC rotos de manera unilateral a través de resoluciones ejecutivas). Siempre ha propugnado por sus intereses geopolíticos pero nunca de la manera que lo está haciendo Trump. Esperaré como termina esto mis queridos lectores.

lunes, 6 de octubre de 2025

SHOPIFY: LA APUESTA -YA NO TAN OCULTA- DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 En el proceso de entender en toda su extención el papel que juega la IA en el contexto social, ecconómico y político del mundo, he traido artículos sobre esta herramienta con el único objetivo de entender su espectro en la condición humana a cabalidad. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE

Tomado de News Sensei

Shopify (SHOP) entró al radar de News Sensei en octubre de 2023, cuando sus acciones rondaban los 50 dólares. Desde entonces, el rendimiento ha sido extraordinario: hoy cotiza en torno a los 150 dólares, lo que significa que ha triplicado su valor en apenas dos años. En un mercado que se ha vuelto cada vez más concentrado en pocas acciones tecnológicas, Shopify ha demostrado que todavía existen historias de crecimiento fuera del club de los “siete magníficos” de la inteligencia artificial.


¿A qué se dedica Shopify? Su modelo es simple en apariencia pero profundo en impacto: es la plataforma que democratizó el comercio electrónico. Permite a cualquier emprendedor minorista (incluso aquellos muy pequeños, y con pocos recursos) marca o empresa montar su propia tienda digital con infraestructura de pagos, logística, analítica y marketing, todo bajo un ecosistema integrado. Es, en cierto sentido, el “back office” de la economía digital.


A diferencia de Amazon o Mercado Libre han levantado imperios sobre el modelo de marketplace centralizado: grandes plazas digitales que concentran la oferta, atraen tráfico masivo y controlan la experiencia del cliente, al costo de que los vendedores pierdan identidad de marca y autonomía. Shopify juega un juego distinto: no compite por ser la plaza pública, sino por ser la infraestructura invisible que permite a cada comerciante erigir su propia tienda con control total sobre su narrativa, relación con clientes y estrategia. Esa descentralización se traduce en tres ventajas clave: autonomía de marca (el consumidor compra directamente al cliente, no a “Amazon”), flexibilidad de integración (Shopify se conecta con redes sociales, aplicaciones y ahora con Chat GPT), y escalabilidad invisible (crece con sus comerciantes sin rivalizar con ellos, a diferencia de Amazon con sus marcas propias). En la era de la inteligencia artificial, esa invisibilidad se transforma en poder: aunque el usuario nunca vea su logo, cada vez que una IA ejecute una compra por ti, es muy probable que el sistema corra sobre Shopify.


¿Cómo lo hace? A través de una combinación de software, escalabilidad y visión global. Shopify ha expandido su negocio más allá del comercio en línea: está presente en ventas físicas (con sus terminales y punto de venta), en B2B/Enterprise (donde marcas globales como Starbucks ya están en su plataforma) y en mercados internacionales, donde Europa y Asia están impulsando gran parte de su crecimiento. El resultado: ingresos creciendo 31% anual, GMV (Gross Merchandise Volume, es decir, el valor total de los bienes vendidos a través de la plataforma) de más de 2 billones de dólares, y una capacidad para innovar que la distingue de competidores más estáticos.


¿Qué la hace diferente? Tres palancas estratégicas: internacionalización, la expansión a tiendas físicas y el desembarco en clientes corporativos. A esto se suma una cultura de innovación en productos que se refleja en iniciativas como Checkout Kit, Universal Cart y la integración con Microsoft Copilot. Shopify no es solo una plataforma de ventas: es un ecosistema que busca unir todos los puntos del comercio moderno.


¿Por qué es una jugada de IA? Porque acaba de firmar una alianza con OpenAI que convierte a ChatGPT en un canal de ventas directa. Imagina preguntar en un chat por “unos tenis de running con buen soporte” y comprar en segundos gracias al catálogo de Shopify integrado al motor conversacional. Esta convergencia IA + comercio apunta a un nuevo paradigma: no navegarás catálogos, la IA te llevará al producto exacto. Si en los noventa el navegador fue el punto de entrada a internet, ahora el asistente de IA podría convertirse en el punto de entrada al comercio. Y Shopify está en el centro de ese cambio. En 2023 escribimos: “Con la plataforma de comercio electrónico de Shopify, los usuarios pueden crear una tienda en línea atractiva y completamente funcional sin mucho esfuerzo. Shopify tiene una gran oportunidad de beneficiarse de la adopción de la IA. Shopify ya ha lanzado un asistente de compras con IA, impulsado por ChatGPT. El mecanismo ayuda a crear una experiencia de compra más rápida y personalizada para los consumidores. Asimismo, está en posibilidad de seguir explorando otros usos para utilizar su posición de liderazgo y ser pionero en llevar el poder de la IA al comercio electrónico y a la industria minorista”. Ahora esto es una realidad.


Aquí es donde entra la visión futurista. En un mundo donde la inteligencia artificial reordena industrias enteras, el comercio será cada vez más invisible y fluido. Las interfaces desaparecerán; bastará con pensarlo, decirlo o sugerirlo, y un agente digital resolverá la transacción.

Hoy más de 700 millones de personas utilizan ChatGPT de manera regular, y esa cifra sigue en expansión, lo que convierte a la inteligencia artificial conversacional en una de las interfaces más masivas y con mayor potencial de monetización de la historia digital. Para Shopify, cuya infraestructura ya está integrada al ecosistema de OpenAI, este crecimiento significa un canal de distribución y ventas sin precedentes: cada interacción puede convertirse en una transacción. Ya en 2023, en News Sensei advertíamos sobre la creciente concentración del mercado: un puñado de acciones tecnológicas vinculadas a la IA explicaban el 75% de la ganancia total del Nasdaq, llevando la bolsa estadounidense a su mayor concentración en seis décadas. En ese contexto, mirar hacia jugadores fuera de ese núcleo ultraconcentrado —como Shopify— ofrecía una apuesta estratégica más equilibrada y con espacio de crecimiento. Hoy, la confluencia entre la masificación de la IA y el modelo descentralizado de Shopify refuerza esa visión de largo plazo.


Y hay más catalizadores curiosos. Shopify, que tiene raíces en Canadá, también se beneficia indirectamente de la ola de legalización del cannabis en ese país (y próximamente en el mundo). La infraestructura digital para vender, procesar pagos y distribuir productos de cannabis regulados ha encontrado en Shopify un aliado. Este ángulo —poco comentado por analistas tradicionales— le añade una veta especulativa ligada a una industria multimillonaria en expansión global.


El telón de fondo es un mercado bursátil cada vez más concentrado: siete acciones relacionadas con la IA (Apple, Amazon, Alphabet, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla) explican gran parte de las ganancias totales del Nasdaq. Estados Unidos vive la mayor concentración bursátil en 60 años. Sin embargo, Shopify representa la historia alternativa: una empresa fuera del núcleo de las “big tech” que ha logrado crecer 150% en dos años gracias a ejecución impecable, innovación continua y visión de largo plazo.


Podemos decir que Shopify no es solo una acción: es una narrativa. Es la historia de cómo el comercio se está fundiendo con la inteligencia artificial, cómo la infraestructura invisible puede generar más valor que las marcas visibles, y cómo la próxima década podría ver a Shopify en la liga de las megacapitalizaciones globales. En un escenario plausible, su plataforma podría ser la espina dorsal del “comercio autónomo”, donde la IA no solo recomienda, sino que negocia, compra y distribuye por nosotros.


*Ningún valor bursátil o digital, en ninguna de las empresas o criptomonedas mencionadas, forma parte de una recomendación financiera y se realiza únicamente con fines informativos.